Los Beatles no necesitan presentación. Pero qué gusto da hacerla igual. Porque si algo merece ser contado una y otra vez es la historia de esos cuatro jóvenes de Liverpool que, sin saberlo, estaban a punto de cambiar el curso de la música para siempre. John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr no solo escribieron canciones: escribieron una época. Pusieron en melodía los sueños, las angustias, las transformaciones y las contradicciones de una generación. En menos de una década crearon un repertorio que sigue vivo en discos, películas, libros, posters, camisetas, playlists y corazones.
La beatlemanía —esa fiebre colectiva que brotó en los 60 y recorrió el mundo— nunca se extinguió. Se reinventó, se transmitió, se reeditó. Cambiaron los formatos, pero no la fascinación. Y en un rincón del mundo tan lejano de Abbey Road como familiar a la pasión popular, se dio un fenómeno inesperado: Argentina es el hogar del mayor coleccionista de objetos de los Beatles del mundo.
Rodolfo Vázquez, es un fan que convirtió su amor por la banda en una colección monumental. Todo comenzó cuando tenía 10 años y sus compañeros de colegio le regalaron el álbum Rubber Soul. En ese momento, algo se encendió. Y ya no hubo vuelta atrás. Hoy, Vázquez es reconocido por el Récord Guinness como el coleccionista número uno de los Beatles. Su pasión lo llevó a reunir más de 11.500 objetos relacionados con la banda, aunque la cifra real, asegura, es mucho mayor.
En 2001 abrió el Museo Beatles en Buenos Aires, ubicado en el Paseo La Plaza de la Avenida Corrientes. Pero más allá de las piezas valiosas, el museo funciona como un puente entre generaciones. Gente de todas las edades hace un paseo donde aprende sobre música, historia y cultura pop.
Esta semana, LG Lifestyle conversó con él para conocer el detrás de esa pasión. Esta entrevista es solo un adelanto de lo que muy pronto podrán disfrutar en nuestro programa de televisión, todos los miércoles 14 hs por LG Play.
- ¿Cómo empezó tu amor por los Beatles? ¿Recordás el primer disco o canción que escuchaste?
- Mi amor por los Beatles empezó cuando tenía 10 años. Me regalaron el disco Rubber Soul y, escuchando In My Life, me enamoré de su música. Toda esa complejidad vocal que utilizaban los Beatles no se había escuchado en ninguna otra banda. Ese fue el primer disco de todos. Me lo regalaron mis compañeros de colegio, y ahí empezó esta pasión que tengo.
- ¿Qué fue lo primero que compraste para tu colección?
- No recuerdo exactamente, pero lo primero fueron discos. Trataba de conseguir discos, que acá llegaban un poco más tarde. Algún simple, algún longplay, o iba a la casa de algún compañero que lo tenía y lo grababa en un famoso cassette.
- ¿Cuál es el objeto más raro o curioso que tenés?
- Tengo un cheque firmado por Ringo Starr, otro por George Harrison, cajas de chicles, una caja de preservativos con el “Give Peace a Chance" que utilizaban John y Yoko en Estados Unidos para promocionar la paz. También tengo discos firmados, autógrafos de todos, fotos firmadas de personajes allegados a ellos, de sus novias, mujeres, amigos.
Además, material fílmico: películas en Super 8, magazines, videos. Una guitarra firmada por Tony Sheridan, que ya falleció. Tengo una copia del primer contrato que hizo Alan Williams con los Beatles. Y para los chicos, todo lo que tiene que ver con la juguetería. En general, hay de todo: discos, objetos de la época… El museo tiene cosas que emocionan a los mayores, que salen llorando al ver objetos que tenían o conocían.
- ¿Hay alguna pieza que sea tu favorita, no por su valor, sino por lo que significa para vos?
- Un autógrafo de John Lennon que conseguí en un viaje a Estados Unidos. Fue el primer objeto de valor que compré y el que me transformó en coleccionista. Pasé de ser un juntador de cosas a un coleccionista. La diferencia entre ambos es que el segundo empieza a completar determinadas colecciones e ítems que le faltan. Por ejemplo, algunas figuritas de un álbum, discos que pueden faltar o incluso cosas piratas. De ahí, a ordenar y conservar todo lo mejor posible.
- ¿Qué objeto te costó más conseguir?
- Hoy se consigue casi todo, pero me falta un plato de porcelana de una colección que tiene todas las tapas de los discos de los Beatles. Es del “Submarino Amarillo”, no lo puedo conseguir. Pero podría decir que me costó tener una colección completa de chicles con tapas de los discos norteamericanos y un pedazo de escenario del Star-Club de Hamburgo.
Hay cosas más fáciles y otras que se consiguen por canje con otros coleccionistas, porque tenemos material interesante para intercambiar.
- ¿Qué aprendiste sobre ellos que te sorprendió mientras coleccionabas?
- Más que nada, a enamorarme de la música. Si bien nací en una casa musical, los Beatles me enseñaron a amar la música, las letras y después sus vidas. Fue sorprendente cómo en ocho años dejaron hecho absolutamente todo para el futuro. No hay músico en el planeta que no haya pasado por alguna canción de los Beatles en su instrumento. Son los Mozart o Beethoven contemporáneos.
- ¿Conociste a algún Beatle?
- Sí. Primero conocí a Pete Best, el ex baterista, cuando estuvo en Buenos Aires. Lo invité a la primera exposición que hice en 1997, en el Centro Cultural Borges para celebrar los 30 años de Sgt. Pepper.
Después conocí a Ringo Starr. Fue maravilloso. Los músicos de Ringo y su manager vinieron a ver mi museo y me invitaron al Luna Park, a su camarín. Ahí tuve la oportunidad de conocerlo y fue una experiencia increíble, lo más lindo que me pasó gracias al coleccionismo.
- ¿Qué canción o disco de los Beatles elegirías si solo pudieras quedarte con uno?
- Elegir una canción es difícil, pero mi preferida es “The Long and Winding Road". Es un tema que me transporta siempre a algo, no sé a qué, pero me emociona cada vez que lo escucho, en cualquier versión.
- ¿Qué tiene su música que sigue fascinando a tantos después de décadas?
- Es simple, escuchable, cantable, bailable. Recuerdo una entrevista a George Martin en la que le preguntaron cómo escribir una buena canción, y dijo: “Pregúntenle a Paul McCartney”. Las canciones de los Beatles se pueden cantar, hacer en todos los estilos musicales y siempre quedan bien. Cada vez que escuchás algo, descubrís algo nuevo. Y no hay posibilidad de ser imitados o superados.
Nosotros trabajamos mucho con colegios. Más de 35.000 chicos han venido al museo y siempre salen fascinados, especialmente por la cantidad de cosas que no sabían que existían. Hoy, para ellos, los objetos son digitales, y en el museo ven los objetos reales. Les encantan los vinilos, los cassettes, los magazines, las películas… Ven todo eso que hoy solo se ve por internet.
Es emocionante la vigencia que tiene la imagen y las canciones de los Beatles. Los chicos salen cantando sus canciones, como el “Submarino Amarillo”. Incluso hacen trabajos prácticos sobre esto.
Para mí, lo más lindo es dejar este legado para las nuevas generaciones y que no se pierda, no solo el amor por los Beatles, sino también por el coleccionismo.
- ¿Qué consejo le darías a alguien que quiere empezar a coleccionar Beatles?
- Primero, si quieren coleccionar, cuidarse de los engaños, que son muchos, y empezar con los objetos que puedan. Si son originales, mejor. Hoy es fácil conseguir a través de eBay, Amazon o coleccionistas locales. En Argentina hay vendedores de cosas originales que valen la pena tener. Y después, elegir un camino: ¿qué quieren coleccionar? Para mí, la bibliografía sería lo segundo, y la filmografía, lo tercero.
Pero lo más importante es su música. ¿Y qué disco? El primero. Porque los Beatles supieron reflejar en sus letras todos los acontecimientos de una de las décadas más ricas del siglo pasado, los años 60. Ellos lograron captar todo lo que pasaba en la sociedad, en la juventud, y lo transportaron a su música. A través de sus discos se ve su evolución personal y musical, así que recomiendo escuchar del primero al último.






