Azúcar de Brasil en un supermercado de Buenos Aires. ARCHIVO
El discurso del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en la Cumbre del Mercosur volvió a agitar el fantasma del libre ingreso de azúcar brasileño al mercado argentino.
En su exposición frente a los Jefes de Estado del bloque regional, el mandatario brasileño señaló que “el Mercosur, actualmente, tiene obstáculos que superar, como la inclusión de los sectores automotriz y azucarero en nuestra unión aduanera”. “Posponer esta tarea significa sacrificar el potencial estratégico del bloque en la producción de vehículos eléctricos y biocombustibles”, señaló durante el encuentro oficial realizado este jueves en Buenos Aires, en el que además recibió la presidencia pro tempore del Mercado Común del Sur.
Estas declaraciones elevaron la alerta entre los distintos actores de la agroindustria sucroalcoholera de Tucumán, Salta y Jujuy. En un comunicado conjunto, advirtieron sobre el grave perjuicio que implicaría incluir el azúcar en la unión aduanera regional, tal como lo ha propuesto Brasil una vez más. Argentina sostuvo los aranceles a este alimento, pese a la apertura de las importaciones de la administración libertaria.
“La intención manifestada por el presidente de Brasil de incorporar el libre comercio de azúcar en el ámbito del Mercosur resulta inadmisible para el sector azucarero argentino en su conjunto. De concretarse, significaría un grave perjuicio para la economía del NOA al tener que competir en condiciones muy desiguales con la producción de Brasil, que viene de largos años de subsidios”, indicaron.
Competencia desigual con Brasil
El Centro Azucarero Argentino (CAA), Unión Cañeros Independientes de Tucumán (UCIT), el Centro de Agricultores Cañeros de Tucumán (Cactu), Unión Cañeros Independientes de Jujuy y Salta, Cañeros Unidos del Este (CUE), y Unión Cañeros del Sur (UCS) emitieron este documento para expresar el rechazo a los dichos de Lula da Silva
En esa línea, recordaron que el objetivo del Plan Proálcool (Programa Nacional do Álcool), implementado por Brasil en 1975, “fue sustituir parcialmente las importaciones de combustibles fósiles mediante la producción y uso masivo de etanol derivado de caña de azúcar”. “El programa implicó décadas de subsidios directos e indirectos, financiamiento estatal a tasas preferenciales, incentivos fiscales y precios regulados, generando una estructura productiva fuertemente apalancada por el sector público”, añadieron.
Según plantearon, las consecuencias de esas políticas incluyeron la creación de una capacidad productiva excedente sostenida artificialmente; la acumulación de capital y tecnología en el sector, que no hubiese sido posible sin la intervención estatal; y la generación de un mercado cautivo y protegido, con acceso prioritario de la caña al mercado energético interno y con subsidios cruzados entre el azúcar y el etanol.
En el sector azucarero remarcaron que ese proceso “produjo distorsiones competitivas a nivel regional e internacional”, y que en el seno del Mercosur “han sido formalmente reconocidas como asimetrías que justifican tratamientos arancelarios diferenciales (GMC, Acta de la VI Reunión del 23 al 25 de junio de 1992, Documento 1)”.
“En el caso de Argentina, tuvo en cuenta al mercado interno, la actividad azucarera como economía regional clave, fundamental para el empleo, la generación de valor agregado y la cohesión social en el Noroeste Argentina”, planteó.
Y continuó: “La política seguida por nuestro país busca evitar los impactos de la competencia desleal, que implicaría el ingreso de un producto subsidiado durante décadas y con ventajas acumuladas artificialmente, en claro perjuicio de la competitividad y sostenibilidad de la industria local, que opera sin subsidios equivalentes y que constituye un instrumento de desarrollo y equilibrio territorial”.
Argentina ha mantenido aranceles y medidas de administración de comercio sobre el azúcar, en un contexto de acuerdos internacionales y con las normas y autorizaciones vigentes en el Mercosur. Se trata de un “mecanismo legítimo para evitar el impacto interno negativo de distorsiones de larga data originadas en el mercado brasilero”, finalizaron.






