En una noche que quedará grabada en la historia del fútbol sudamericano, Botafogo dio el gran golpe del Mundial de Clubes 2025 al vencer nada menos que al Paris Saint-Germain, reciente campeón de la UEFA Champions League. El partido, disputado en el imponente Rose Bowl de Pasadena ante más de 53.000 espectadores, terminó 1-0 a favor del equipo brasileño, que se impuso con carácter, disciplina táctica y una defensa infranqueable. Y entre los nombres que hicieron posible esta hazaña, uno sobresalió con luz propia: Alexander Barboza, defensor central argentino que se convirtió en figura clave del encuentro.
El zurdo fue un verdadero muro en la zaga del conjunto carioca. Ganó casi todos los duelos aéreos, se mostró siempre firme en las coberturas y logró contener a figuras de primer nivel mundial como Khvicha Kvaratskhelia, Gonçalo Ramos y Désiré Doué, tres de las grandes apuestas ofensivas del PSG. Su presencia física, lectura de juego y temple fueron fundamentales para que la ventaja conseguida por Igor Jesús a los 36 minutos del primer tiempo se mantuviera hasta el pitazo final.
Barboza no solo fue el sostén defensivo de Botafogo anoche, sino también el ejemplo perfecto de cómo un jugador puede reinventarse y encontrar su lugar en el mundo del fútbol a través de la perseverancia. Surgido de las divisiones inferiores de River Plate, su camino hasta este presente de consagración fue todo menos lineal.
La historia de Barboza: de promesa de River a figura internacional
Alexander Barboza fue considerado, en sus primeros pasos, uno de los centrales con más proyección del fútbol argentino. Debutó en River con expectativas, pero nunca logró asentarse en el equipo de Marcelo Gallardo. Fue cedido a Atlético Rafaela y luego a Defensa y Justicia, donde sí encontró minutos y mostró su potencial. Su regreso a Núñez fue breve y poco fructífero: volvió a ser cedido, y más tarde vendido a Independiente.
En el "Rojo" tampoco logró la estabilidad deseada. Después de ese paso irregular por Avellaneda, su carrera tomó otro rumbo en Paraguay, donde Libertad le abrió la puerta para volver a sentirse protagonista. Fue allí donde el defensor recuperó la confianza y volvió a tener un rendimiento alto. Ese repunte lo puso en el radar de Botafogo, que lo fichó a comienzos de 2024. Desde entonces, su evolución fue constante, al punto de ser incluido en el once ideal de la última Copa Libertadores, que ganó el Fogão.
Hoy, con 29 años, Barboza vive su mejor momento profesional, y lo confirmó nada menos que ante uno de los equipos más poderosos del mundo. Su actuación contra el PSG lo consagró como uno de los grandes centrales del torneo, y su nombre ya circula entre los destacados del Mundial de Clubes.