En el marco de la Semana Mundial de la Continencia, especialistas y organizaciones de salud llaman a derribar tabúes y a tratar con seriedad un problema que impacta profundamente en la calidad de vida de quienes lo padecen. Aunque muchas veces se asocia únicamente con la tercera edad, la incontinencia urinaria y fecal puede afectar a personas de todas las edades y géneros, y con frecuencia está vinculada a situaciones prevenibles o tratables.
Según estimaciones disponibles, en Argentina entre el 8% y el 10% de la población convive con algún tipo de incontinencia, una cifra que puede alcanzar el 30% entre personas mayores de 60 años y mujeres que han atravesado partos complejos.
“Es un error pensar que la incontinencia solo afecta a personas mayores”, explica Rubén Miravalle (M.N. 119.664), presidente de la Asociación Argentina Lucha Contra la Incontinencia. “Vemos muchas mujeres jóvenes, en edad fértil, que desarrollan esta condición tras partos difíciles, el uso de fórceps o trabajos de parto prolongados”, añade.
Más allá del aspecto clínico, el impacto emocional y social de la incontinencia suele ser devastador. Vergüenza, tristeza y aislamiento social son consecuencias comunes para quienes no reciben tratamiento.
“Es una enfermedad desvalorizante que afecta múltiples dimensiones de la vida del paciente”, subraya Miravalle. La falta de información y los prejuicios sociales a menudo impiden que las personas consulten a tiempo, lo que agrava el problema.
Tratamientos y prevención
La buena noticia es que existen soluciones. La detección temprana es clave, ya que permite iniciar tratamientos que pueden detener el avance de los síntomas o incluso revertir la condición.
Entre las opciones terapéuticas, se destacan la cirugía de esfínter, la neuromodulación sacra y, en etapas experimentales, terapias regenerativas con células madre y plasma rico en plaquetas, que apuntan a reparar el tejido dañado.
Además, la prevención durante el embarazo y el parto cobra cada vez más relevancia. La kinesiología perinatal, los ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico y la enseñanza de técnicas de pujo adecuadas son herramientas eficaces para evitar lesiones obstétricas que puedan derivar en incontinencia futura.
En esta Semana Mundial de la Continencia, el mensaje es claro: la incontinencia no debe vivirse en silencio ni con resignación. Existen tratamientos, profesionales capacitados y medidas preventivas que permiten mejorar sustancialmente la calidad de vida.
Si presenta síntomas como pérdidas involuntarias de orina o materia fecal, consulte con un profesional de salud. La información, la detección temprana y el acceso al tratamiento adecuado son fundamentales para recuperar el bienestar y desterrar el estigma que aún pesa sobre esta condición.