"Vivimos en la roña": quejas por basurales, calles sin pavimento y oscuridad en el barrio Viamonte
La situación en la calle Juan Luis Nougués al 2.700, en el barrio Viamonte, se volvió insostenible para los vecinos. Basurales crónicos, calles de tierra intransitables, falta de iluminación y creciente inseguridad componen un cuadro alarmante que generó reiterados reclamos a las autoridades municipales, sin respuestas duraderas.
“Esto es desde hace cinco años, desde que se abrieron las calles. Nos prometieron urbanización, una plaza, mejor calidad de vida… y estamos peor que antes”, denunció a LA GACETA Sandra Gómez, una de las vecinas de la zona.
La apertura de calles, que en su momento prometía desarrollo urbano, derivó en lo contrario. Según los residentes, nunca se completaron las obras prometidas y el área se convirtió en un espacio abandonado, que hoy alberga basura, roedores y peligro constante.
Un ciclo de abandono
Si bien la municipalidad realiza operativos de limpieza periódicos, los vecinos denuncian que en cuestión de horas o días, el lugar vuelve a llenarse de residuos.
“Limpian, sí. Pero a los cinco minutos los carros ya están de nuevo tirando bolsas”, explicó Dante, otro vecino del barrio. “Hemos filmado, denunciado, pero no alcanza. Necesitamos una solución de fondo. Sobre todo con el predio que hay acá”
Gran parte de la basura proviene de carreros y vehículos particulares que llegan de otros sectores de la ciudad. Muchos vecinos aseguran haber sido amenazados al intentar evitar que arrojen desechos, incluyendo restos de carnicería que atraen perros callejeros y ratas.
“Mi esposo ha peleado varias veces. Lo han amenazado. No se puede vivir así. De noche es una boca de lobo y ya nos entraron a robar dos veces”, dijo Juana, vecina jubilada que tuvo que reforzar su vivienda con rejas.
Una zona sin servicios esenciales
La calle Juan Luis Nougués al 2.700 no cuenta con pavimento, veredas ni iluminación funcional. Según los vecinos, los focos fueorn robados y la oscuridad reina por las noches, incrementando el temor a hechos delictivos.
“De noche es tierra de nadie. No hay luz, no hay control. Acá sentimos que el Estado no llega”, lamentó Eduardo, quien vive lindero al predio.
Durante los días de lluvia, la situación se agrava. Las calles se inundan y la basura es arrastrada por varias cuadras, generando focos de contaminación y riesgo sanitario.
“Cuando llueve esto parece cualquier cosa. La basura llega hasta cuatro cuadras arrastrada por el agua”, graficó una vecina.
La comunidad pide medidas integrales: control policial, un plan serio de urbanización, iluminación, pavimento y una vigilancia sostenida que impida la formación de nuevos basurales. Algunos proponen incluso iniciativas vecinales como pagar baños químicos si se instala una garita de seguridad.
“Estamos dispuestos a colaborar, pero solos no podemos. Queremos vivir tranquilos”, resume una vecina.