Por qué cada vez más gente deja su calzado fuera de casa: "Lo tomo como una forma de proteger mi hogar"

Por qué cada vez más gente deja su calzado fuera de casa: "Lo tomo como una forma de proteger mi hogar"

Lo que se esconde en la suela del calzado suele ser microscópico y mucho más peligroso que un poco de barro. Diversos estudios han demostrado por qué conviene dejar los zapatos en un rincón. Cuál es la advertencia de la OMS.

Hace dos años, cuando dejó su casa de barrio para mudarse a un departamento céntrico, Florencia Nadal decidió poner en práctica algo que hacía tiempo venía pensando.  En el pasillo de entrada, dispuso un espacio para dejar los calzados cuando llega de afuera. “Siento que la calle está muy contaminada: cloacas, gente que escupe, caca de animales”, enumera la profesional, de 46 años, mamá de un adolescente de 12.

“Lo tomo como una forma de proteger mi hogar de la mugre y de la contaminación que hay afuera. Tucumán es una ciudad muy sucia y es impresionante cómo cambia la limpieza de la casa con lo que traemos en el calzado”, remarca Florencia. Y por otro lado, ella siente que ese acto va mucho más allá de la cuestión higiénica: al estacionar los zapatos en un lugar antes de entrar, da la sensación de que uno deja afuera las cuestiones del trabajo, las obligaciones y los problemas o el estrés que la calle genera, apunta.

“De alguna forma es también limitar y preservar ese hogar donde uno descansa, educa, donde tiene su familia. Para mí, es muy significativo. También colgamos en la entrada, en un perchero, la mochila, la cartera y lo que uno pueda traer de afuera”, resume.

“Además de que la casa te dura mucho más tiempo limpia, evitas traer virus y bacterias de la calle”, sostiene Silvia Pérez, que es física y que durante un tiempo trabajó en Alemania. Cuando estaba en ese país, se encontró con la costumbre de dejar los zapatos en las puertas de las viviendas. “Antes pensaba que era una costumbre oriental, pero mis hijos vivieron en EE.UU. y en Europa y en muchas partes del mundo es un hábito común”, destaca. En su hogar, habilitó un canasto para dejar los calzados antes de entrar. Para moverse dentro de la vivienda, usa medias y pantuflas.

Origen y ciencia

La práctica de sacarse el calzado antes de entrar a una casa  tiene su origen en países asiáticos, donde también se considera una muestra de respeto y de pureza. Aunque en Occidente no era tan común, la pandemia la ha puesto en el foco, debido a razones sanitarias y de higiene. Y los motivos, a simple vista, sobran. Pensemos por dónde pasa nuestros zapatos o zapatillas cada día: baños, veredas, pasillos de hospitales, escuelas, calles que muchas veces tienen pérdidas cloacales.

Pero, ¿qué dice la ciencia? ¿quitarse los zapatos puede ayudar a reducir la propagación de microbios y patógenos dentro de una vivienda?

Un estudio de la Universidad de Houston, Estados Unidos, realizado en 2017 analizó las suelas de los zapatos de 280 participantes y descubrió que el 26,4 % dieron positivo para Clostridium Difficile: una bacteria altamente contagiosa que causa inflamación del colon, diarrea y dolor de estómago, y que se asocia con infecciones repetidas.

Además, una investigación realizada por la Universidad de Arizona examinó calzado con apenas dos semanas de uso y reveló que contenía alrededor de 421.000 unidades de bacterias. Asimismo, se encontró que el 96 % de los zapatos tenían bacterias fecales. El 27% contenía Escherichia coli, una bacteria relacionada con diversas infecciones. Si bien algunas cepas de  son inofensivas, otras pueden ser potencialmente mortales.

Un análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2023 reveló que más de la mitad de las partículas de polvo de interiores proceden del exterior, y los investigadores advirtieron que en el calzado puede haber desde plomo hasta materia fecal.

Recomendaciones

Virginia Albarracín, bióloga, doctora en bioquímica y directora del Centro Integral de Microscopía Electrónica ((Cime-UNT-Conicet), considera que quitarse los zapatos antes de entrar en casa sí ayuda a reducir la propagación de microbios y patógenos.

“Lo recomendable es tener un lugar en la entrada de la vivienda para dejar los zapatos y usar solo en la casa un calzado cómodo y que no tenga contacto con el exterior. Así hay menos polvo y muchos menos microorganismos. Aunque no todos los microorganismos que traemos de la calle son patógenos, muchos sí pueden serlo. Y también depende si en la casa hay niños o ancianos o personas inmunocomprometidas. Hay microorganismos que normalmente no causan enfermedades a personas que tienen el sistema inmune funcionando bien; aquellos con menores defensas pueden sufrir la infección de un microorganismo oportunista. Se llama así porque aprovecha una debilidad del huésped para colonizar”, explicó.

Bichos de ciudad

Los microorganismos que nos rodean en la ciudad se llaman colectivamente Microbiomas Urbano, precisó la experta. “Al ser microscópicos, son invisibles y creemos que no están. Sin embargo, algunos están en nuestra casa y hasta en nuestro cuerpo. Por eso, la importancia del aseo personal y de la limpieza en el hogar. Cuando salimos o entramos de casa, estamos importando y exportando microbios constantemente”, detalla. Y en ese sentido aclara que la suela del zapato es un lugar ideal, por sus ranuras y porque a menudo no se limpia y todo esto favorece un micro ecosistema para que se alojen y desarrollen bacterias, hongos y virus, etcétera.

“Las suelas de los zapatos actúan como ‘esponjas’ microbianas móviles, acumulando una mezcla de microorganismos del suelo, polvo, superficies públicas e incluso del interior de las casas. Algunos géneros que encontrás son: bacterias típicamente ambientales,  otras asociadas al microbioma humano y las de ambientes interiores; por ejemplo, de alfombras, madera, restos de microbiota de mascotas, alimentos, entre otros. “Los microbios que se encuentran en los zapatos suelen ser específicos de la zona geográfica donde vive la persona”, aclara.

El gran problema de las suelas del calzado, según Albarracín, es cuando pisamos la materia fecal de animales, muy presentes en las plazas, veredas y parques de la ciudad.

“Las heces de perros contienen bacterias comensales y también potenciales patógenos (entre ellas, enterococcus, escherichia coli, clostridium perfringens). Los gatos también eliminan microorganismos fecales de importancia sanitaria: toxoplasma gondii (protozoo, especialmente en gatos que cazan), escherichia coli, enterococcus, bacteroides, entre otras”, describió. Y añadió a la lista la caca de caballo, también presente muchas veces en nuestras calles y espacios públicos.

Maria Sofia Hortt (54) recuerda que cuando era chica en su casa había una norma inquebrantable: nada de andar con zapatos que se usaban en el exterior. Si bien lo hacían porque había muchas alfombras en la morada y la idea era no mancharlas, fue una costumbre que le quedó grabada a fuego y que sigue practicando en su hogar ahora (también para dejar afuera las malas vibras, aclara). De grande entendió que bajo la superficie del calzado suele haber cosas microscópicas, imposibles de ver, pero mucho más peligrosas que un poco de barro.

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