NOVELA
MATATE, AMOR
ARIANA HARWICZ
(Mardulce - Buenos Aires)
El 5 de febrero de 2021 fue bloqueada la cuenta de Ariana Harwicz en Twitter. La interdicción se prolongó un puñado de horas, pero no dejó de establecer hasta dónde llega la brutal mano de la censura. Al parecer, el mejunje de los “algoritmos” detectó que la novela Matate, amor promueve el suicidio, la automutilación y otras eventualidades humanas en tiempos de la denominada “corrección política”, forma edulcorada en boga que presume de morigerar, disciplinar y encorsetar todo enunciado capaz de interpelar la cosmovisión bien pensante.
Amén de inaceptable, insólita y, en cierta medida, ridícula, el castigo no deja de proponer una lupa sobre la novela publicada en 2012 y reeditada en 2020 por Mardulce.
Para que sea dicho de una vez: Matate, amor es feroz, perturbadora y deslumbrante en dosis apreciables. Un novelón, si se permitiera el adjetivo coloquial.
Aguas turbulentas
Harwicz (Buenos Aires, 1977, radicada en Francia desde 2007), guarda estricta correspondencia con una de sus reglas de oro con rango de declaración de principios: la literatura se alejará de la orilla y navegará en aguas turbulentas y exaltadoras o simplemente no será literatura. En todo caso se convertirá en una simplona reverberación de lo instituido, de lo aceptado y de lo que a lo más hará un poco de ruido en la santa armonía de lo cotidiano.
La relación de pareja, la maternidad, los buenos modos vecinales y otros anclajes de las constantes moralmente celebradas son cincelados a fondo por Matate, amor, un texto igual de ponderado que de escandalizador y de deducible inspiración en un tramo de una experiencia conyugal de Harwicz en la campiña francesa.
En esta porteña que alguna vez declaró que el beneficio de tener hijos está sobrevalorado y que concibe la literatura como un ejercicio de subversión, pueden encontrarse señales de fuerte cercanía entre sus dichos y sus travesías ficcionales, pero en el peor de los casos cualquier condensación reduccionista la tendrá sin cuidado. Es la misma Ariana Harwicz que relativiza el poder abarcador de todo discurso e incluso de toda biografía, en la medida que, supone, son “solo una parte visible de lo que fue alguien”.
Con ya casi tres lustros en Francia, nuestra autora postula que siempre escribe en su idioma, aunque sea en otra lengua. Y en la nuestra, la que nos ha sido donada, tenemos a disposición la suntuosa Matate, amor, así como los otros dos trabajos que completan la trilogía (La débil mental y Precoz) y el más reciente Degenerado, todos ellos en clave de refinada vehemencia de una Harwicz con todo en su lugar.
PERFIL
Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) estudió guion cinematográfico, dramaturgia, artes del espectáculo y literatura comparada. Publicó las novelas Matate, amor (nominada en su versión inglesa, Die, My Love, a los premios Republic of Consciousness y Man Booker International 2018 y en su versión alemana al galardón Internationaler Literaturpreis 2019). La novela fue llevada al cine por la directora Lynne Ramsay, protagonizada por Jennifer Lawrence y Robert Pattinson. Fue ovacionada en la edición de este año del Festival de Cannes. Otras de sus novelas son La débil mental, Precoz y Degenerado. Sus libros fueron traducidos a una docena de lenguas. Vive en Francia desde 2007.
“La moral es fruto de una época”*
Por Ariana Harwicz
“La ley obviamente es epocal, es contextual. La moral es fruto de una época y es estúpido pensar que sea natural. Nada más construido que una moral. Lo que me interesaba del protagonista de Degenerado es ese germen que ya está en Matate, amor, cuando ella dice desafiando la ley: “si yo quiero dejar a mi hijo dentro del auto con 40 grados de calor, lo hago”…Cuando escribí Matate, amor no es que reivindicaba a la madre feminista a favor de una maternidad disidente, nada que ver. Lo escribí sufriendo todas las contradicciones que supone ser madre. Me daban pudor los mismos sentimientos encontrados de la maternidad. Cuando estoy escribiendo desde un lugar difícil, me quedo tranquila. El libro puede ser bueno o malo, pero yo no mentí”.
*Fragmento de una entrevista publicada en estas páginas en 2019.
Walter Vargas
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