
Ariana Harwicz decidió ser disruptiva en torno a la maternidad y la familia; lejos de la imagen idílica del amor al hijo y la devoción a la pareja, en su novela “Matate, amor” afronta el desafío de correr el velo a lo que muchas mujeres eligen callar, por decisión personal o imposición social, y aborda con decisión sentimientos que la sumergen en la oscuridad de la depresión posparto y las preguntas sobre qué es ser mujer, esposa y madre.
La potencia de la escritura de la novelista argentina facilitó su tránsito a otras experiencias artísticas, lo que genera sus propios interrogantes desde lo estético y conceptual de cada soporte. Así, el libro original devino en obra teatral en el monólogo de Érica Rivas dirigido por Marilú Marini y, con reciente estreno en el festival de Cannes, la película protagonizada por Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, bajo la dirección de Lynne Ramsay y con Sissy Spacek, LaKeith Stanfield y Nick Nolte en roles secundarios y Martin Scorsese como productor ejecutivo. En los dos tránsitos más allá del papel, se mantuvo el título original.
En sí mismo, la propia novela juega con intertextos a lo musical, lo poético y lo espectacular; no es casual, ya que la autora que nació en Buenos Aires en 1977 (radicada hace casi dos décadas en Francia), es guionista, dramaturga y documentalista licenciada en Artes Escénicas en la Universidad de París VII y con una maestría en Literatura Comparada en la Sorbona. Por ello, el paso del papel al escenario o a la pantalla tenía un camino allanado, pero no siempre el resultado es seguro.
Lo que no se dice en las letras deja un amplio campo para que el lector complete con su imaginación; en una sala teatral, los aportes son distintos y ya hay un agregado sensorial directo, con escenografía, luces, vestuario, música y hasta aromas que complementan la obra que se presenta; mientras que en un cine, sostener toda una película con un único personaje es una quimera. Así, aparecen en el filme otros más aparte de la protagonista (cuya voz es exclusiva y excluyente en el libro y el teatro, aunque refiera a los otros que integran su vida), lo que resignifica integralmente la idea inicial.
Madre reciente, en un país que no es el suyo y en una casa (no se le puede llamar hogar) aislado, con un marido extranjero, un idioma diferente al natal, atravesada por la soledad y la angustia, agobiada por sus múltiples entornos, con ideas de muerte y abandono que la circundan y con la necesidad de reencontrarse como mujer como motor del relato. Una síntesis que, aún así, no alcanza para entender cabalmente el abordaje que hace Harwicz a las situaciones que forman parte de su creación.
En Tucumán
El año pasado, Tucumán vivió la experiencia “Matate, amor” en dos funciones a sala llena en el teatro San Martín, con una puesta sólidamente construida por Marini y con la precisión interpretativa de Rivas, que discurrió sobre el escenario con la ductilidad y la potencia que la caracteriza, según los momentos de la obra (la presentaron también en Europa).
Todavía no se sabe cuándo se estrenará en el país la película que recibió una ovación de siete minutos en su estreno en la cita gala (a nadie se le niegan aplausos de pie en esa fiesta), pero que la prensa especializada la trató tanto con halagos como con reservas. Lo primero está relacionado con las actuaciones (principalmente la de Lawrence, que ya es mencionada para una potencial candidatura al Oscar); lo segundo, con el pulso de la directora y su enfoque dado a la violencia y la sexualidad, que -a priori- le quitaría capas a la complejidad de la historia.
Sin embargo, Harwicz reivindicó el resultado fílmico. En diálogo con la señal TN, tras el estreno, afirmó: “me imaginaba que iba a haber muchas diferencias entre la novela, que trabaja un lenguaje muy elíptico y literario, y la película, y no fue así, lo que me asombró; es recontra cercana a la novela, por no decir idéntica”.
La escritora no trabajó en el guión, que fue elaborado por Ramsay, Enda Walsh y Alice Birch. La suerte de la producción en la competencia por la Palma de Oro en Cannes se conocerá el sábado, cuando se anuncien los ganadores.
Otras realizaciones
“Matate, amor” no es la primera realización que toca la depresión posparto y los desafíos de una maternidad que puede ser asfixiante y sacarle a la madre su rol de mujer (con el agregado de la aspiración de autonomía e independencia). En ese universo, hay algunos títulos que pueden citarse como antecedentes recientes:
- “Dreamlife”, de 2017, es la historia de Olivia, superada madre de un niño de cuatro meses, y su despreocupada vecina Isa. Escrita y dirigida por Anna Mercedes Bergion, actúan Michaela Berner y Ronja Kruus.
- el drama “Tully” se estrenó en 2018 con Charlize Theron y Mackenzie Davis en los papeles centrales como una madre en sus 40 años superada por la situación y una niñera que la ayuda, dirigida por Jason Reitman y con guión de Diablo Cody.
- en 2022, Bess Wohl tuvo su debut en la dirección con “Baby Ruby”, en la que la ordenada vida de la influencer Jo, el personaje de Noémie Merlant, se rompe por la llegada de su hijo en una producción enrolada en el thriller psicológico y con Kit Harington como coprotagonista.
- ese mismo año se conoció “Un respiro en la oscuridad”, protagonizada por Amanda Seyfried como una autora de libros infantiles con traumas no resueltos, y dirigida por Amy Koppelman a partir de una novela propia, en su ópera prima en el cine.
- el año pasado, en cine español aportó “Salve María”, basada en el libro “Las madres no”, de Katixa Agirre, que parte de una joven madre estremecida por la noticia de una mujer que ha ahogado a sus gemelos de 10 meses en la bañera, situación que la obsesiona. Dirigida por Mar Coll, actúan Laura Weissmahr, Oriol Pla y Giannina Fruttero.
- ya en un enfoque más amplio, Vanessa Kirby encabezó el elenco de “Fragmentos de una mujer” en 2020, secundada por Shia LaBeouf y Ellen Burstyn, como una madre en crisis por la pérdida de un hijo.