CALEFACCIÓN. Con la llegada del frío hay que tener cuidado al cerrar las ventanas y prender la estufa.
Llega el frío intenso y es hora de calefaccionar la casa. Y de cerrar las ventanas. En este escenario, resulta clave extremar los cuidados para prevenir un peligro invisible pero potencialmente letal: la intoxicación por monóxido de carbono. Este gas no tiene olor, color ni sabor, lo que lo hace difícil de detectar. Una persona puede inhalarlo sin darse cuenta y sufrir un daño grave en cuestión de minutos.
En Argentina, según datos del Ministerio de Salud, cada año mueren cerca de 200 personas por intoxicación con monóxido de carbono y se estiman alrededor de 40.000 casos clínicos, la mayoría de ellos prevenibles. Por eso, las autoridades remarcaron la importancia de tomar ciertos recaudos ahora que comenzamos a prender las estufas en los hogares.
Lo primero a tener en cuenta: cualquier artefacto que utilice material combustible como gas, petróleo, carbón, kerosén, nafta, madera y plásticos puede producir monóxido de carbono cuando se quema en forma incompleta en un ambiente con una concentración de oxígeno escasa e inadecuada ventilación.
En el hogar, la presencia de calefones, termotanques, calderas, estufas, braseros, salamandras, cocinas, anafes, calentadores, parrillas a leña o carbón y hornos a gas o leña, son los principales generadores de monóxido de carbono.
El ingeniero Mario Murillo, jefe de seguridad, higiene y medio ambiente de Naturgy NOA, señala que antes de prender las estufas es fundamental verificar que estén en correcto funcionamiento. Según dice, cuando en una vivienda hay un equipo de gas mal sin el debido mantenimiento y sin ventilación adecuada, se pone en peligro la vida de todos los que habitan en ella.
“La verificación tiene que ser hecha por un gasista matriculado, al menos una vez al año”, sugiere. Además, recomienda no instalar calefones, estufas infrarrojas, catalíticas o de llama abierta, en baños, dormitorios o ambientes cerrados. “Solo deben colocarse artefactos de tiro balanceado”, apunta. “Es necesario verificar el buen funcionamiento de los tirajes o conductos de ventilación, de modo que no estén obstruidos, estrangulados, fisurados desconectados o abollados”, señala.
Otras recomendaciones esenciales que nos da para prevenir intoxicaciones son:
• Controlar que la llama del quemador de los artefactos (especial énfasis en el calefón) sea de color azul y de geometría uniforme. Si fuese rojizo amarillenta significa que está produciendo monóxido de carbono. En este caso, apagar el artefacto y hacer revisar el quemador por un gasista matriculado. También debemos fijarnos que no se genere ennegrecimiento alrededor del aparato.
• No utilizar artefactos de calefacción para secar prendas.
• No usar hornos para calefaccionar ambientes.
• Verificar el cierre correcto de las canillas de agua caliente, especialmente durante la noche, para evitar el funcionamiento continuo de calefones.
• Evitar la sobreocupación de ambientes con artefactos de calefacción.
• Periódicamente ventilar los ambientes. Aunque la temperatura baje, es esencial permitir la entrada de aire. Abrir puertas y ventanas al menos una vez al día ayuda a renovar el oxígeno y evitar la acumulación de gases tóxicos.
• Dormir con la estufa prendida representa un riesgo alto. Si el artefacto no tiene salida al exterior, puede liberar monóxido de carbono mientras las personas duermen, dificultando la detección de síntomas.
Antecedentes
En 1857, cuando la intoxicación por monóxido de carbono fue descripta por primera vez, se la conocía como “la locura de las cocineras”, recuerda el toxicólogo Alfredo Córdoba. Esto se debía a los síntomas que presentaban las mujeres que pasaban horas cocinando a leña. Mostraban trastornos psiquiátricos y olvidos, entre otras cosas.
Según el médico, se trata de la intoxicación con mayor morbimortalidad en el mundo. Precisamente porque se la confunde con otras patologías y se subdiagnostica. Reconocer los síntomas a tiempo es fundamental. Según describe, estos son: Dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, visión borrosa, debilidad o dolor de pecho pueden ser señales de exposición. Pueden presentarse convulsiones o pérdida del conocimiento.
“En general, estas señales pasan desapercibidas o se las confunde con malestares estomacales, por ejemplo”, explicó. Aunque hay algo muy característico: el dolor de cabeza es intenso y se siente como un latido en las sienes, remarca.
Detalla que el monóxido de carbono que desplaza al oxígeno y genera carboxihemoglobina. Eso hace que al disminuir el oxígeno afecte en primer lugar al cerebro y en segundo lugar al corazón, incrementando el riesgo de que se produzcan arritmias cardíacas, infarto de miocardio y la persona fallezca.
Es un problema que deja secuelas, tanto neurológicas como cardiológicas. Por eso, según Córdoba, si uno se da cuenta de que está sufriendo una intoxicación, además de salir en busca de aire libre cuando antes, debe ir al médico. Esta intoxicación suele requerir tratamiento en unidades de cuidados intensivos según la gravedad.
A tener en cuenta
- Ventilar todos los ambientes a diario, aunque haga frío.
- Revisar estufas, calefones y artefactos a gas con un gasista matriculado al menos una vez al año.
- No usar braseros, hornallas ni hornos para calefaccionar.
- Verificar que haya rejillas de ventilación permanentes.
- Prestar atención a manchas negras, olor a gas o llamas anaranjadas.
- Instalar detectores de monóxido de carbono en los ambientes principales.
- Los primeros síntomas suelen ser dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, debilidad, somnolencia y confusión.
- En caso de sospecha de intoxicación, es importante salir de inmediato al aire libre y concurrir al médico.







