
Cuando el Festival de Cannes se inició hace unos días con la proyección de “La quimera de oro” quedó claro que el homenaje celebraba los comienzos del cine, mudo, sí, pero popular.
Desde entonces se propuso como un entretenimiento para las clases bajas sobre todo. Lo tuvieron claro los industriales estadounidenses pero también los bolcheviques (Sergei Eisenstein).
Charles Chaplin con su personaje Charlot el vagabundo ya era popular cuando estrenó “La quimera de oro”, hace 100 años.
Cannes, Hollywood, la gran industria en definitiva, festejan el siglo de una película que siempre se posicionó como drama y comedia, una de las más icónicas de su filmografía (luego ya con la incorporación del sonido el artista hizo otra versión en 1942, en color y con anotaciones en off y declaró que deseaba que se lo recuerde por esa obra). “Se trata también de un film que sigue siendo actual, porque a su modo habla de las migraciones, de la pobreza, incluso del hambre, pero lo hace de un modo tal que allí donde hay una tragedia Chaplin siempre logra sacar de su raído sombrero hongo -como el mago que era- el humor, la solidaridad, el amor”, se explicó en la presentación en el festival.
La historia sigue a Charlot mientras se dirige a Alaska durante la fiebre del oro en busca de fortuna. Enfrenta duras condiciones climáticas, hambre, soledad y encuentros cómicos y emotivos, especialmente con otros buscadores de oro y con una mujer de la que se enamora, Georgia. Como se escribió más arriba, hay elementos de comedia, drama y crítica social.
Está inspirada en “La Fiebre del Oro de Klondike” (1896-1899), que fue un evento histórico real en el que miles de buscadores de oro viajaron al Yukón, en Canadá, en condiciones extremas, con la esperanza de hacerse ricos. Esta fiebre del oro es el contexto en el que se ambienta la película. Pero también en “La historia del Donner Party” (1846-1847) en la que un grupo de pioneros estadounidenses atrapados por las nevadas en Sierra Nevada, recurrieron al canibalismo para sobrevivir.
En otras palabras: aunque “La quimera del oro” no relata una historia real concreta, sí toma hechos históricos para crear una narración original.
Esto último es muy relevante: Chaplin realiza una narración, algo distinto a lo que se venía realizando desde años atrás.
Cuando se recurre a cualquier bibliografía o sitio, se insiste que el film trata sobre la búsqueda del sueño americano: el deseo de encontrar riqueza y prosperidad en tierras lejanas. Pero Chaplin, con su visión crítica y humanista, muestra que esa quimera (un sueño imposible o ilusorio) muchas veces conduce a la miseria, la soledad o la desilusión.
Cualquier consulta al ChatGPT responde: “Charlot representa al hombre común enfrentado al mundo salvaje, a la injusticia y a la indiferencia de la sociedad. A pesar de todo, se mantiene optimista, ingenioso y tierno. No busca solo oro: busca amor, compañía y dignidad”.
Es más, en este tiempo en que tanto se le teme la Inteligencia Artificial, puedo afirmar que lo que le he preguntado ha contestado correctamente.
Contrastes temáticos: Riqueza vs. pobreza: La codicia por el oro contrasta con la pobreza extrema de los protagonistas. Soledad vs. amor: La esperanza romántica (Georgia) le da sentido a la vida del vagabundo, más allá de la riqueza material. Comedia vs. tragedia: Chaplin logra equilibrar el humor físico con momentos profundamente humanos y melancólicos.
Escenas para la historia
· La danza de los panecillos: Charlot clava dos tenedores en dos bollos y los hace bailar como si fueran pies (Johnny Depp como Benny lo hizo en “Benny & Joon”, 1993, y Robert Downey Jr. (“Chaplin”, 1992).
· La cabaña colgante: La escena donde la cabaña está al borde del precipicio es una muestra magistral de efectos visuales.
· Comer una bota: Charlot cocina y se come una bota como si fuera un manjar por el hambre.
Ricos y pobres
La escena de ricos y pobres en “La quimera del oro” (1925) es una de las más simbólicas y críticas de toda la película. Representa con humor y profundidad las diferencias sociales entre los que tienen abundancia y los que luchan por sobrevivir. En un momento, Charlot (el vagabundo) entra en una lujosa fiesta y se observa el contraste entre los ricos, vestidos elegantemente, bien alimentados, con modales refinados y rodeados de comida, música y confort; y el mismo Charlot (el pobre): con su ropa raída, hambre evidente y comportamientos ingenuos, intenta encajar en un mundo que no le pertenece.
Pero hay otra escena: una cena que nunca se efectuó. Charlot, pobre y enamorado, ha conseguido algo de dinero y quiere impresionar a Georgia, una joven de la que está enamorado. Y prepara una cena especial en su humilde cabaña y decora con esmero, esperando que ella venga. Pero Georgia no llega y Charlot, en su soledad, imagina que la cena ocurre y en su mente baila feliz con ella. En principio puede advertirse la indiferencia emocional porque Georgia desprecia a Charlot, reflejando el desprecio de la sociedad por los humildes.
En la obra de Chaplin está el gesto, su expresividad, el cuerpo que comunica todo. En el cine mudo no había otro modo de que las emociones lleguen.
Distintos autores han mencionado como palabras o frases claves la deshumanización de la ambición, la indiferencia emocional, la desigualdad social (unos mueren de hambre y otros especulan con el oro).
Pero hay un final feliz
Desde la infancia lo que más impacta en Chaplin fue Charlot, ese personaje que parece torpe, ingenuo y un poco ridículo, pero que esconde una sensibilidad enorme. Es increíble cómo el artista logra decir tanto con una mirada, un gesto o una caminata.
Leonardo Favio: en la semana del día nacional del cine, “Crónica de un niño solo”
Esta noche se iniciará una semana de homenaje a Leonardo Favio, luego de que el viernes se haya conmemorando el Día Nacional del Cine.
A las 21 se proyectará en la Sala Caviglia (San Martín 251) “Crónica de un niño solo”. Y mañana, a la misma hora, “Soñar, soñar”.
La Dirección de Medios Audiovisuales del Ente Cultural en articulación con Universo Favio y otras instituciones oficiales, organizan la Semana del Cine Nacional, un evento especial dedicado a homenajear la trayectoria del destacado director, músico y actor Leonardo Favio.
La programación se desarrollará hasta el sábado e incluirá proyecciones de sus películas y un concierto homenaje con música de sus filmes, interpretada por la Banda Sinfónica de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán junto a artistas invitados.
Uno de los momentos destacados será la participación de Nicolás Favio, hijo del cineasta homenajeado, quien interpretará algunas canciones junto al reconocido pianista internacional Lolo Micucci, además de la presencia de cantantes solistas destacados de la provincia. El espectáculo “Universo Favio” se realizará en el Teatro San Martín.
Universo Favio se dedica a custodiar el archivo artístico y personal de Leonardo Favio, en conjunto con su familia y con el acompañamiento de la Municipalidad de Avellaneda. Dentro de su fondo de acervo se encuentran sus películas fílmicas, guiones, fotografías, documentos relacionados con su cine y su carrera musical, así como manuscritos sobre cine. Algunos de estos materiales están disponibles en forma virtual en la página Universo Favio y próximamente se sumarán al catálogo digital del Archivo Audiovisual Municipal de Avellaneda.
Previamente a su primer largometraje realizó dos cortos: “El señor Fernández”, en 1958, y “El amigo”, en 1959. “Crónica de un niño solo”, su ópera prima, está dedicada a Leopoldo Torre Nilsson. En ella retrata la vida en un reformatorio.
Cine de las alturas: “Tucumán citrus” obtuvo una mención en el festival andino que se hizo en Jujuy
“Yana-Wara”, de Tito y Óscar Catacora, se consagró como mejor película del 10º Festival Internacional de Cine de las Alturas, un certamen organizado por el Gobierno de Jujuy, a través del Instituto de Artes Audiovisuales de Jujuy (IAAJ).
La película peruana ganó el Premio Andes en la Competencia Internacional de Largometraje de Ficción, sección en la que Rodrigo Moreno ganó el premio al Mejor Director por “Los delincuentes”.
Esta edición pone en valor el cine andino de los países de Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela con una programación que destaca la identidad, la diversidad y el talento de la región, se explica en los propósitos del festival.
Daniel Elías ganó el premio por Mejor Actor en “Los Delincuentes” (Elías es un reconocido artista que ha trabajado en ‘Los Dueños’ entre otras películas y ha tenido su formación actoral en esta provincia).
Una Mención especial del Jurado fue para “Tierra Citrus” de Ayelén Agüero (Argentina), realización que tuvo lugar en Alpachiri y que narra con testimonios y un relato ficticio sobre la cosecha de los trabajadores limoneros y la piedra grande.
“Estoy re contenta, porque la película además estuvo compitiendo con otras que son tanques y ´Tierra Citrus’ es una realización muy chiquita. Siento que fue una mención al mérito, y me siento muy motivada ahora”, le dijo la directora Ayelén Agüero a LA GACETA. “Estoy con ganas de que la película pueda estar en otros festivales y se pueda ver en Tucumán. La montajista que estuvo en Jujuy contó que los comentarios sobre la producción fueron muy positivos y sobre todo de reflexión”. “Tucumán Citrus” se proyectó durante tres días.
En la categoría Mejor Documental, el galardón fue para “Las Almas” de Laura Basombrío (Argentina). El Mejor cortometraje NOA lo ganó “Biyuya” de Juan Ferrero (Jujuy). En el festival participaron otras realizaciones tucumanas como “Souvenir”, de Martina Díaz Santilli.