¿Terminó la carrera? Sí. ¿Sumó puntos? No (imposible). ¿Rompió algo del auto? No. ¿Mostró progresos con respecto a su debut en Alpine? Sí. ¿Tiene crédito para lo que viene en la F-1? ¡Por supuesto!
A Franco Colapinto, el GP de Mónaco le entregó un puesto 13 luego de haber largado 18°. Su avance en las posiciones deja varias lecturas. Lo logró sin superar rivales en la pista, algo normal en un callejero estrecho y traicionero, pero avanzó por una estrategia acertada del equipo en aquello del obligatorio doble ingreso a los pits para cambiar neumáticos de forma temprana (le ganó posiciones al italiano Kimi Antonelli, al brasileño Gabriel Bortoleto, al alemán Nico Hülkenberg y al japonés Yuki Tsunoda) y por su propia prolijidad en el manejo. Tampoco fue superado por nadie, una cuestión lógica tratándose del trazado más laberíntico de la temporada.
Franco venía de ser 16° en Imola y enfrentaba su primer desafío con un coche de la “máxima” en las calles de Montecarlo. Vaya si era un reto grande para él. Desde que empezó la acción el viernes, eso se notó: fue cauto, conservador, trató de buscar los límites sin tomar riesgos absolutos y lo que es meritorio: fue mejorando sus registros.
Sin embargo, a esto último lo fue logrando no en la medida que necesitaba el desarrollo de la competencia, porque sus rivales fueron mucho más efectivos y por ello el bonaerense siempre se mantuvo en el fondo del pelotón. Hasta el domingo, claro.
Párrafo aparte para el Alpine que manejó: tremendo esfuerzo es el que tuvo que hacer Colapinto para llevarlo a la meta. Flojo de potencia, con serios inconvenientes de puesta a punto, el coche fue tan rival para él como lo fue gestionar las curvas entre muros y guard-rails del trazado monegasco.
Incluso, Franco debió lidiar con “fuego amigo”: sucede que en la octava vuelta, su compañero francés Pierre Gasly se llevó puesto por falta de frenos a Tsunoda y su Red Bull en la frenada de la chicana de la salida del túnel y, con la suspensión delantera izquierda destrozada, cruzó la chicana y volvió a la pista. En ese momento estaba pasando el bonaerense, que con un rápido volantazo evitó un mal mayor.
En resumen, lo de Franco en carrera fue práctico: entró a los pits en la vuelta 14 a cambiar neumáticos, cuando ya empezaba a vislumbrarse el show de cambio de gomas en todos los equipos. Y cumplió con el reglamento de la doble parada en el giro 28, en lo que debe interpretarse como un toque de lucidez del equipo para ver si con ello podría llegar a merodear puestos de puntos. Entonces calzó compuestos medios y con ellos giró hasta el final. Con el desarrollo de las vueltas fue ganando puestos. No le alcanzó más que para ser 13°, en una competencia insospechadamente prolija y sin demasiadas emociones, casi una procesión vertiginosa, que no tuvo incidentes mayores, ni ingresos de autos de seguridad (salvo un virtual safety car).
Esto último también impidió que el neerlandés Max Verstappen y su Red Bull se hagan de la victoria. Fue puntero hasta la penúltima vuelta, estirando la obligación de la segunda parada a la espera de algún incidente. Como no ocurrió, debió ingresar a los pits y así le dejó servida la mesa de la victoria a Lando Norris y su McLaren. Atrás, pegados, llegaron el local Charles Leclerc (Ferrari) y el australiano Oscar Piastri (McLaren).
Volviendo a Alpine, el equipo volvió a irse de un Gran Premio sin puntos, aunque al menos con la satisfacción de ver que Colapinto llegó a la meta. El italiano Flavio Briatore, jefe del equipo, se había sincerado el sábado después de la clasificación al sostener que pensaba que en Mónaco los autos serían más competitivos. “Está claro que necesitamos mejorar y darles a los pilotos un coche más rápido y consistente", dijo.
Con la naturalidad de siempre, el bonaerense hizo un repaso de lo ocurrido en Mónaco, con un toque de humor: “En esta pista es muy difícil pasar y todo progreso es más que bienvenido. Empecé con las gomas incorrectas para una carrera como esta, porque quería ayudar a Pierre, pero él quedó fuera muy pronto y me condicionó mucho el resto de la prueba. Así, paré muy temprano y tuve que hacer un stint muy largo. Pero esto es Mónaco y fue como manejar un domingo a la mañana en familia, muy despacio y lejos de los tiempos, por momentos a cinco segundos. Resultó un poco aburrido, a nosotros nos gusta ir al límite de la goma".
El próximo fin de semana habrá otro reto, el Gran Premio de España, en el circuito de Montmeló (Barcelona). Mucho trabajo le espera a Alpine en su fortaleza inglesa de Enstone para resolver la falencia que tiene el motor de falta de potencia. Y después vendrá el trabajo del equipo ya en el trazado español, donde tendrá que resolver rápido el interrogante que se le plantea por la deficitaria puesta a punto de las máquinas. Lo que se dice, tendrá que encontrar equilibrio en sus prestaciones.
Mientras, Colapinto puede estar tranquilo y bajar un cambio: está haciendo progresos personales y eso ya es una pequeña victoria. La que viene es una carrera quizás más cómoda para él, por las características del circuito catalán. Puede que le sea difícil pelear por los puntos, al carecer de un medio mecánico confiable. Pero también puede que él ya esté encontrando la manera de sacarle agua a las piedras. Sólo el tiempo y las carreras dirán si eso es así.







