El votante errante que premia y castiga

El votante errante que premia y castiga

El triunfo de La Libertad Avanza (LLA) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) confirma la ruptura del ecosistema de partidos políticos en Argentina, que comenzó a quebrarse hace unos años -particularmente con la irrupción de Javier Milei y su posterior elección como presidente- y que, desde entonces, se asemeja al intento de reconstruir una vasija de arcilla rota cuyos fragmentos no logran encajar en la forma original.

La derrota del PRO en su histórico bastión electoral es consecuencia de varios factores, pero también la ratificación de un electorado en parte apático, cambiante, dispuesto a castigar con el voto lo que le desagrada y a elegir despojado de lealtades partidarias tradicionales, aunque no necesariamente de convicciones.

Según los resultados, LLA habría obtenido el 30,13% de los votos, seguido del peronista Leandro Santoro (27,35%) y de la macrista Silvia Lospennato (15,92%). Sin lugar a dudas, Milei sería el gran ganador y Mauricio Macri el principal derrotado. El peronismo, por su parte, quedaría con el sabor amargo de no haber culminado primero en un escenario inédito de dispersión del voto no peronista, pero con el dulzor de una posible reconciliación con una parte de sus votantes.

La elección en CABA también deja material de análisis para este año, que se presenta con un calendario cargado de comicios en el interior y que continuará con otras citas electorales antes de las nacionales de octubre.

Con anterioridad a lo acontecido el domingo de referencia, las elecciones de Santa Fe, Salta, Jujuy, Chaco y San Luis venían evidenciando un patrón: los oficialismos locales se imponían y La Libertad Avanza se consolidaba como fuerza política, por ejemplo, con segundos lugares en Salta y Jujuy, y un triunfo en Chaco de la mano de Leandro Zdero.

Respecto del peronismo, en los casos en los que se presentó dividido, el resultado venía siendo adverso y hasta preocupante. En cuanto a los oficialismos, los cinco gobernadores mencionados mostraron triunfos sólidos en sus respectivas provincias.

Otro paradigma

Este panorama se mantenía hasta conocer los resultados porteños, que aportaron nuevo material de análisis. Por un lado, se rompió la aparente imbatibilidad que venían exhibiendo los oficialismos en las provincias. En este caso, Jorge Macri sufrió un revés que lo relegó al tercer lugar, lo que podría desmoronar el poder del PRO y de su líder a nivel nacional.

Milei jugó fuerte y la apuesta le rindió frutos, consolidándose -como él mismo dijo- en la primera opción para “enterrar” al kirchnerismo. O, en términos más formales, lo coloca en una buena posición para satisfacer sus aspiraciones de liderazgo nacional, quizás con la confirmación de un nuevo bipartidismo: de un lado los libertarios y, por el otro, el peronismo. La UCR y el PRO oscilan entre el pase a otras fuerzas, la desaparición o la transformación en expresiones meramente provinciales. Lejos quedaron aquel radicalismo que supo disputarle el poder al justicialismo y el PRO que gobernó la Nación.

El resultado en CABA plantea interrogantes diversos. El de “cajón” es si el “efecto Milei” podría extenderse al resto de los distritos. En el territorio porteño, el Presidente nacionalizó la elección al colocar en el primer lugar de la nómina de candidatos a un integrante de su Gobierno, con presencia suya y del mileísmo duro en los actos y recorridas por la Ciudad. Es decir, con los resultados en mano, parecería ratificarse que hay una porción de la sociedad dispuesta a votar a todo lo que suene y se muestre con Milei. Se lo votaría a él, cualquiera que sea el nombre que lleve la papeleta de LLA. Por cierto, para que ello dé resultado, los votantes deben identificar claramente que el postulante “es de” y “responde a” Milei.

Otro elemento de análisis no menor es que, para que un oficialismo local sucumba, su gestión debe tener una mala imagen o baja consideración pública. En los casos de las provincias mencionadas anteriormente, sus gobernadores se impusieron gracias a gestiones con buena aprobación social. No habría sido el caso de Jorge Macri, cuya administración vendría siendo cuestionada por los vecinos, quienes parecieron aprovechar para hacérselo notar en las urnas, dándole la espalda.

Una instancia más de análisis es que el espectro anti-Milei, desde los cercanos ideológicamente hasta los más alejados, se mostró hiperatomizado. Horacio Rodríguez Larreta pateó el tablero del PRO, restándole ocho puntos; la UCR se dispersó, y también el peronismo. De ahí la “ganancia de pescadores” para el “León”, que tras el triunfo rugió contra todos, con la mala educación y los modos desagradables de siempre. La violencia paga, claramente, en un sector social mayoritario.

A analizar los datos

Ahora bien, ¿cómo puede incidir este resultado en las elecciones de medio término de octubre? ¿Podría cambiar el escenario político en Tucumán o influir en las decisiones de los diferentes partidos? Todo dependerá de qué y cómo valoren los resultados los dirigentes locales.

Por lo pronto, ya se avizora que las divisiones no redundarán en resultados positivos. El peronismo viene recibiendo reveses en las provincias, producto de la fragmentación, la injerencia de Cristina Fernández en las decisiones de intervención en algunos distritos y la necesidad de renovación que algunos entienden que debe darse y que otros resisten. La postura de algunos peronistas “amigables” con Milei se contrapone con la de quienes se ubican en sus antípodas. En Tucumán, eso está bien marcado, pero no está claro qué podría acontecer. Persisten dudas e interpretaciones diversas sobre si los sectores peronistas “sin” y “con peluca” transitarán caminos paralelos o si caminarán, a los empujones, por el mismo sendero. Una rara dialéctica se impone por ahora entre ambos: la pelea parece centrarse en quién se suma al discurso -o al sector- del otro, a partir de la necesidad de “combatir” a los libertarios. Todos niegan la unión, ninguno confirma la separación y, en el medio, se instala un halo de puertas abiertas a que cualquier cosa suceda. Tiempos de la política que le dicen.

Respecto del rol de los oficialismos, la administración de Jaldo en Tucumán mantiene una consideración positiva, con un gobernador que posee una imagen favorable promedio cercana al 60% entre distintas consultoras (afines y opositoras). Resulta poco probable que a Jaldo le suceda lo que a Jorge Macri. Sin embargo, sí preocupa el efecto que podría tener el quiebre con el peronismo “sin peluca” (el porcentaje de desagrado con Milei traducido en votos no es menor ni en Tucumán ni en el promedio nacional: el voto antilibertario ha cosechado, como muestran los resultados electorales hasta aquí, una base del 10% y un pico del 30%) y lo que haga la oposición.

En este sentido, las miradas se posan sobre LLA Tucumán y el radicalismo. ¿Tomarán nota de la lectura de estos resultados electorales? La idea de unificación como única salida para derrotar al peronismo se esboza hace tiempo, sin que los resultados hayan sido positivos. Ni siquiera cuando casi toda la oposición provincial (sin Fuerza Republicana) fue unida consiguieron ese objetivo. Con una LLA empoderada y un Milei fortalecido, hay quienes apuestan a que el momento es ahora. El vicejefe de Gabinete del Interior y referente de LLA Tucumán, Lisandro Catalán, se ha posicionado como armador político en la provincia. Hasta aquí no confirmó si será cabeza de lista, pero mientras tanto se muestra en fotos con Manuel Guisone, un hombre de la Fundación Federalismo y Libertad con llegada directa y amistad conocida con Milei. ¿Qué podría pasar si, como en CABA, el Presidente se pone al frente de la campaña? ¿Trasladará su caudal de votos a quien sea el candidato en Tucumán? ¿Y si la UCR de Roberto Sánchez y el sector de Mariano Campero se unen a LLA Tucumán? Son varios los que apuestan a que, así las cosas, el panorama electoral podría ser otro, más aún si el peronismo antiMilei va solo y le quita una porción de votos al peronismo jaldista. Aún nada es definitivo ni está definido, pero varios, ante la duda, ya estarían consultando a su “médico”.

Lo hizo el propio gobernador Jaldo al invitar a Germán Alfaro a que se una al frente electoral que armó el PJ orgánico. Quizás Alfaro no posea el caudal de votos de otros tiempos, pero su partido (PJS) tracciona dirigentes e incomoda a otros. Con esa acción, Jaldo instaló un “ruido de mate” en la escena política local. Le devuelve gentilezas a la intendenta Rossana Chahla por su negativa a ser parte de la lista y les advierte a ella y al vicegobernador Miguel Acevedo que el conductor es él, y que decirle no al “proyecto” tiene consecuencias.

Nuevamente, como comentó Gabriela Baigorrí en sus dos últimas columnas dominicales, Jaldo no habría abandonado la posibilidad de ser él mismo candidato. Juega al todo o nada. Si gana y asume el costo, al resto no le quedará más remedio que agachar la cabeza y acatar, de ahora en más, algunos pedidos. Si pierde, por supuesto, otra será la historia.

Por lo pronto, se puede observar a un votante errante, que persigue ideales más que ideologías políticas tradicionales, y que parece haber aprendido a premiar y a castigar con el voto. Veremos.

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