
Dos series de Netflix, una argentina y otra británica, captaron la atención desde ángulos muy distintos. "El Eternauta", con su universo apocalíptico, despertó una fascinación por lo analógico: volvió atractiva la radio y los saberes técnicos de otra época. La frase viral “lo viejo funciona, Juan” se convirtió en bandera de una resistencia offline. En contraste, "Adolescencia: encendió alertas por su retrato descarnado de violencia escolar, el machismo y la soledad emocional en tiempos de hiperconexión digital, lo que motivó intensos debates entre padres, docentes y especialistas.
Ambos estrenos no sólo dominaron la plataforma de streaming, sino que se infiltraron en las conversaciones sobre lo que cada serie refleja y provoca: desde la glorificación de la capacidad de subsistir y de organizar un grupo humano en "El Eternauta", hasta el examen de comunidades misóginas en línea, y las dificultades afectivas y de comunicación en "Adolescencia". Mientras una propone mirar al pasado para sobrevivir, la otra obliga a enfrentar los peligros actuales del ecosistema digital. ¿Qué nos dicen estas ficciones sobre el mundo en el que viven los jóvenes hoy?
El furor por lo analógico
"El Eternauta" contiene un diálogo inesperado: Favalli hace arrancar su vieja camioneta y anuncia a Juan Salvo que “lo viejo funciona”. Esa escena, sucedida en una ciudad congelada y postapocalíptica, hizo explotar las redes sociales. Usuarios de X, TikTok e Instagram comenzaron a publicar fotos de objetos clásicos como radios, consolas y autos con la cita de "El Tano". Esta frase tan simple como cargada de nostalgia se volvió viral en las redes sociales, y los internautas la usan para criticar la dependencia tecnológica actual y reivindicar el valor de lo analógico en la vida diaria. El concepto es que de nada va a servir el servicio de Starlink si "el mundo, tal y como lo conocemos, se apaga".
El fenómeno no se quedó en un meme: expertos y comunicadores reflexionan sobre la expresión. Se señala que "El Eternauta" revela un colapso tecnológico y la aparición de una “contratendencia” cultural. En las redes sociales, la reacción pasó por la manifestación del anhelo de “volver a conectarnos con lo que nos hace humanos”. La proliferación de videos en TikTok de vehículos antiguos sin fallas o de consolas de videojuegos clásicas conectadas a televisores modernos celebran la idea de que la tecnología vetusta conserva un valor práctico y emocional.
Además, esta glorificación de lo analógico también impulsó un interés cultural por los objetos del pasado: se viralizaron radios de válvulas encendidas, cámaras fotográficas viejas y teléfonos de línea como opciones confiables.
"El Eternauta" reforzó la idea de que los saberes prácticos valen más que los teóricos. Un tuit irónico sintetizaba la tendencia: “Día 3 de la nevada. El que fue a la escuela técnica ya convirtió una antena en calefón solar... los de marketing seguimos decidiendo si el logo de la resistencia va con serif o sans serif”. Con humor se evidenció la moraleja: en contextos extremos, lo que salva es saber cómo funcionan las cosas. La ola de "El Eternauta" puso de moda las habilidades manuales.
“Nadie se salva solo”: heroísmo colectivo
Un lema repetido varias veces en "El Eternauta" es “nadie se salva solo”. En la historia, Juan Salvo reúne a un grupo diverso de sobrevivientes en la Buenos Aires helada con el fin de actuar en conjunto. Los actores y el propio Ricardo Darín explicaron que el mensaje busca reflejar “la solidaridad y la empatía con los demás” en contraposición con el individualismo moderno.
Tras el estreno, esta consigna se filtró a la opinión pública. En Twitter e Instagram, usuarios citaban “nadie se salva solo” como comentario tras vivencias comunitarias, rescate mutuo en alguna situación, vecinos ayudándose, etc. En redes, la frase fue utilizada también para organizar acciones solidarias, como cadenas de ayuda a comedores comunitarios con la etiqueta #NadieSeSalvaSolo.
"Adolescencia": la "machósfera" en la pantalla
Por el contrario, la audiencia global recibió "Adolescencia" con preocupación y debate. Esta miniserie británica estrenada en marzo narra la historia de Jamie, un adolescente de 13 años acusado de apuñalar a una compañera. Lejos de un enfoque fantástico, la serie se centra en el drama cotidiano: expone el bullying digital; la propagación de teorías conspirativas en chats juveniles y la violencia transmitida a través de redes sociales. Tal retrato realista sacudió a familias y escuelas de todas partes. La inquietud mayor pasó por el hecho de reconocer el nivel de ignorancia existente respecto del lenguaje y los códigos que manejan los chicos en su espacio celular.
Protagonizada por Jack Cooper, la serie se centra no tanto en el crimen en sí, sino en la pregunta “¿qué lo llevó a hacerlo?”. Las respuestas apuntan a la cultura online y a la llamada "machósfera", del inglés mansphere: un conjunto de comunidades virtuales donde proliferan mensajes misóginos, discursos de odio, erotismo extremo y teorías de autoayuda que prometen “recuperar la masculinidad”. El guionista Jack Thorne investigó foros de incels y seguidores de influencers como Andrew Tate, y señaló en entrevistas que esas ideas “están por todas partes”. La BBC subraya que el caso de Jamie no es aislado, sino reflejo de una radicalización silenciosa que pasa desapercibida incluso dentro del hogar.
En la Argentina, el estreno fue masivo: "Adolescencia" se convirtió en lo más visto en Netflix y desató debates sobre la masculinidad actual. Influencers de género, periodistas y psicólogos analizaron el fenómeno. La investigadora Elisa García-Mingo, de la Universidad Complutense de España, remarcó que el relato obliga a mirar en las plataformas reales que usan los adolescentes: Instagram, TikTok, WhatsApp o Discord porque “aunque todo parezca normal, un cambio drástico en su entorno digital puede estar ocurriendo sin que los adultos lo noten”.
El impacto fue palpable en redes sociales. Se compartieron artículos explicando conceptos como la “regla 80/20” de los incels que sostiene que el 20% de los hombres atrae al 80% de las mujeres; se analizaron escenas clave y surgieron hilos explicativos sobre la cultura incel. Educadores publicaron videos sobre cómo abordar estos temas en el aula y psicólogos advirtieron sobre el efecto negativo de ciertos influencers en chicos emocionalmente frágiles.
"Adolescencia" también abordó la presión por la imagen y el consumo digital. Una escena muestra cómo la protagonista femenina cae en la trampa de los cuerpos idealizados de Instagram, mientras narra los efectos de la publicidad sexualizada y las dietas online. A su vez, la víctima del primer ataque es llamada “fea hegemónica” por su agresora, y Jamie es tildado de incel, en una escena que provocó análisis sobre los estándares de belleza y el bullying.
En la Argentina, padres y adolescentes comentaron en redes lo “perturbador” de ciertas escenas y compartieron reflexiones sobre la soledad del protagonista, un chico brillante pero inmaduro, con apenas dos vínculos significativos. El psicólogo catalán Roger Ballescá apuntó que la serie deja en evidencia “dónde están los adultos”: la carencia de autoridad en casa y escuela hace que muchos adolescentes pasen horas conectados sin guía ni contención. “Los hemos dejado solos”, lamentó.
En la serie también se plantea la crisis de la escuela como espacio de contención. Los alumnos buscan excusas para faltar, los docentes están desbordados y no se generan condiciones para el diálogo. En redes, educadores compartieron reflexiones sobre la necesidad urgente de adaptar la educación a la nueva realidad tecnológica. La periodista Claudia Messing señaló en Página/12 que la fascinación de la serie “pone en evidencia la preocupación social por el tema de las redes sociales y su influencia en los adolescentes”, destacando que se muestran situaciones de ciberacoso extremo, como la viralización de imágenes íntimas, que pueden derivar en suicidios juveniles.
Las dos series, aunque muy diferentes en tono y origen, ponen sobre la mesa la pregunta de hasta qué punto la ficción puede influir en la vida real de sus espectadores. En medio de tantos interrogantes, una cosa es cierta: "El Eternauta" y "Adolescencia" lograron trascender la pantalla y dieron pie a debates trascedentales. Bienvenidas sean las producciones audiovisuales que pegan de este modo.