UN DILEMA PARA LOS CONTROLES. El envío de droga mediante encomiendas se incrementó un 20%, respecto del año pasado.
Una investigación iniciada en Salta terminó con el secuestro de 13 kilos de pasta base en nuestra provincia. El hallazgo de este producto fue considerado por los especialistas como una advertencia de lo que está ocurriendo en la región. Por un lado, la facilidad con la que se puede conseguir la materia prima de la cocaína y, por el otro, que en Tucumán hay grupos que están capacitados para terminar con la producción de ese estupefaciente para su venta en esta o en otras tierras.
El caso aún se mantiene en reserva. Gendarmería Nacional tenía información de que un grupo estaría enviando drogas a distintos puntos del país desde la localidad salteña de Tartagal. Personal de inteligencia siguió los pasos de un hombre que se presentó en una empresa de correo de esa ciudad. Con autorización judicial decidieron revisar los bultos y confirmaron que se trataba de pasta base. Por esa razón, con la intervención de la Justicia Federal de Salta, hicieron lo que se conoce como “entrega vigilada”, que no es otra cosa más que seguir los pasos del envío de la sustancia hasta tanto el destinatario se presente a retirarla.
En esta oportunidad, el plan salió a la perfección. Los gendarmes aguardaron pacientemente en la empresa de correo que el sospechoso se presentara. Retiró la encomienda y lo detuvieron en la puerta de la empresa con la droga en su poder, por lo que fue detenido. Su nombre se mantiene en reserva, pero tendría unos 50 años y, en principio, no aparecería vinculado en algún expediente o tiene antecedentes por tráfico o comercialización de droga.
MATERIA PRIMA. La pasta base debe ser sometida a un proceso para que se convierta en cocaína pura.
Un experimentado investigador le comentó a LA GACETA que podría ser una persona que prestó su nombre para que se concretara el envío a cambio de dinero. Estimó que normalmente reciben entre U$S200 y U$S400 (la paga se ajusta según la cantidad y la modalidad del traslado de la droga) para realizar este “trabajo”. Fuentes judiciales comunicaron, además, que muy pocos se atreven a aportar datos sobre quién es el dueño de la droga, porque transformarse en informante se paga con la vida.
Los pesquisas deberán ahora tratar de identificar a las personas que estaban esperando esta droga. Hay muchas sospechas e indicios, pero hasta el momento, ninguna certeza.
Significado
Para los investigadores, el secuestro de esa sustancia servirá para probar que en Tucumán, ante la permeabilidad de la frontera y la falta de controles en las rutas del NOA, se podría terminar de elaborar la cocaína. Las etapas de producción de la cocaína son las siguientes:
1- Primero se produce la hoja de coca, un arbusto que puede llegar a tener hasta dos metros de altura. Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia aparecen como productores de este vegetal.
2- Luego de cosechar las hojas, en lugares conocidos como “laboratorios”, se las pica y se le agrega cal y amoníaco. A esa masa se le agrega gasolina o kerosene. Después de varias horas, se obtiene el alcaloide. Luego de varios filtrados, se obtiene la pasta base.
3- Este producto es llevado a lugares conocidos como “cocina” para terminar con la elaboración de la droga. En esta etapa se le agrega, entre otros productos químicos, acetona y ácido clorhídrico para obtener el clorhidrato de cocaína.
En Tucumán existen varios antecedentes sobre la existencia de cocinas de cocaína, pero nunca se secuestró tanta pasta base. Con esa cantidad, según los especialistas, se podría obtener hasta 78 kilos del estupefaciente, teniendo en cuenta el proceso de estiramiento. Económicamente, los narcos que realizan esta tarea compran la pasta base en la zona de frontera a unos U$S1.700 el kilo y venden el estupefaciente a U$S5.000 el kilo. Ese valor se incrementa en otras provincias. Por ejemplo, en Buenos Aires, su cotización será de U$S15.000.
Los narcos no dejan escapar ninguna oportunidad. Al “cocinar” cocaína en Tucumán, los residuos se guardan para ser comercializados en pequeñas dosis llamadas paco. “Ellos nunca pierden nada. Todo es negocio”, insistió un investigador.
“¿Quieren saber dónde están las cocinas? Hagan un recorrido por Villa 9 de Julio y La Costanera, busquen las casas donde hay dos o tres changuitos parados y ahí descubrirán una”, advirtió Francisco Molina, un vecino que aseguró estar harto de estos tipos que destruyen la vida de jóvenes. “Es mucha plata la que mueven. Compran voluntades para seguir con el negocio. En los barrios de la periferia ya es común escuchar diálogos sobre la llegada de cargamentos, de cómo se roban la droga entre ellos”, sostuvo Juana de Jiménez.
Preocupación
“Si bien es cierto que no tengo detalles de esa investigación, no deja de ser preocupante. Este hallazgo significa que tendremos que seguir endureciendo la lucha contra el narcomenudeo”, aseguró el secretario de Lucha contra el Narcotráfico, Jorge Dib.
La modalidad en la que se trasladó la pasta de base es otro dato importante. En lo que va del año, en toda la región se secuestró 140 kilos de droga (15 de cocaína y 125 de marihuana) que eran trasladadas en encomiendas. Esa cifra representa casi un 20% más que los 119 kilos de estupefacientes (86 de cocaína y 33 de marihuana) decomisados en idéntico período del año pasado.
“Sabemos que esta modalidad está creciendo por la facilidad que encuentran los narcos para despachar la droga. Esa fue una de las razones por la que el gobernador, Osvaldo Jaldo, decidió fortalecer el Operativo Lapacho que está realizando una tarea importante en el control de las fronteras”, comentó Dib. “Pero por lo que nos marca la realidad, la Provincia seguirá intensificando los controles en las fronteras con mayor recursos humanos y tecnológicos”, finalizó.










