
La elección de un nuevo Papa siempre sacude al mundo, pero la llegada de Robert Francis Prevost como León XIV al trono de San Pedro trasciende lo puramente espiritual. Por primera vez, un estadounidense lleva el anillo del pescador, aunque su historia está marcada por las calles de América Latina, donde forjó una sensibilidad cercana a los pueblos del sur. Es un pontífice que une norte y sur, tradición y misión, poder y periferia. En esta nota, un sacerdote, un rabino y una analista internacional ayudan a leer las claves de un papado que promete dejar huella en la Iglesia y en el mundo.
Un papa poliédrico para un momento providencial
Marcelo Barrionuevo, párroco de Cristo Rey y docente universitario, sostiene que la elección debe leerse desde la fe. “La elección de un Papa la debemos mirar en el plano de la Providencia de Dios para su Iglesia en el contexto que providencialmente le toca vivir. La Iglesia será guiada por Cristo a través del futuro Papa, para ser luz de claridad en la fe y superar la incertidumbre reinante”.
Sobre León XIV, Barrionuevo destaca: “Era uno de los papables. Es la primera vez que hay un papa estadounidense, pero es una figura poliédrica: hijo de francés y madre española, nacido en Chicago, con más de diez años como obispo en Chiclayo, Perú. Viene a reforzar, en mi visión, la idea de Occidente frente a la geopolítica del mundo asiático. Es un hombre espiritual, que cumple lo que el cardenal de Nueva York dijo: ‘un corazón cálido como Francisco y claridad doctrinal y espiritual’”. El sacerdote remarca que Prevost es “un Papa sereno, tranquilo, que se emociona”, preparado en Derecho Canónico en Roma. “Respetará las distintas líneas eclesiales, aúna perfiles. Entra con un mensaje de paz, toma el nombre de León por León XIII, quien fue puente entre los siglos XIX y XX en cuestiones sociales. Afrontará las cuestiones sociales con altura y cuidará la naturaleza institucional de la Iglesia”.
Expectativa de continuidad y vocación de diálogo
Salomón Nussbaum, rabino de la Kehilá de Tucumán, valora la transición ordenada entre Francisco y León XIV. “Las expectativas son importantes: que todo lo encaminado se profundice. Esta es una misión pastoral singular, liderar una institución como la Iglesia, que tiene tantas influencias y vínculos, genera expectativa enorme. Francisco dejó un modelo vigente de diálogo y relación; esperemos que el nuevo papa se inspire en esa vocación”. Sobre el papel global, Nussbaum subraya: “El Papa en la agenda mundial tiene un protagonismo notorio. Espero que León XIV pueda involucrarse en la problemática de las guerras, ser un mediador para resolver conflictos y reunirnos en un espíritu de reencuentro”. También señala la complejidad diplomática del rol: “El Vaticano está atado a protocolos, hay procesos silentes que no trascienden. Hay lugares donde los católicos viven situaciones dolorosas, especialmente en países del Islam; allí hace falta una muñeca especial para manejar estas circunstancias”. Respecto a Prevost, Nussbaum admite: “Lo conozco poco, pero sé que en Chiclayo hizo un trabajo importante. El hecho de venir de una ciudad fuera de las grandes capitales quizá lo acerque más a la vida cotidiana humilde. Que su ejercicio sea en beneficio de todos”.
El análisis internacional: el Papa de las Américas, entre continuidad y desafío
María José Mazzocato, licenciada en Relaciones Internacionales y periodista política, analiza que el Vaticano optó por una figura inesperada. “Tenemos un nuevo Papa con acento latino y pasaporte estadounidense. Robert Francis Prevost es continuidad del legado de Francisco. Aunque nació en Chicago, su experiencia pastoral en Perú lo moldeó. Se presentó al mundo con fluidez en español y una mirada profunda sobre las tensiones de América Latina”. Para Mazzocato, Prevost representa un equilibrio: “Es el primer estadounidense, pero no es el catolicismo duro que muchos querían. Es audaz. Me sorprendió su elección: apostaba por un papa como Tagle. Prevost era de bajo perfil, pero ocupó un rol clave junto a Francisco. El Vaticano pensó bien: un estadounidense progresista en un mundo donde Donald Trump marca agenda. El colegio cardenalicio buscó unir las dos Iglesias: la pastoral y la doctrinal ".La especialista destaca la dimensión política: “Un papa no es solo un líder espiritual, es un jefe de Estado, un interlocutor geopolítico. Que el cónclave haya sido corto no sorprende: Francisco dejó una Iglesia global, y necesitan un Francisco II. Prevost será el Papa de las Américas. Su elección muestra que la Iglesia quiere mantener su peso en los derechos humanos y en una Iglesia que camine por las calles, una Iglesia pobre para los pobres. El nombre León XIV es un guiño a León XIII, recordado por su apertura social y por reconocer derechos laborales”. Mazzocato advierte, sin embargo, que no todo es luminoso: “Hay denuncias silenciadas en Perú durante su tiempo como obispo. Aunque él no esté denunciado, habrá que ver cómo enfrenta esa sombra. Es clave entender que el papa es también un político preparado para el siglo XXI: debe unir pensamientos y credos, hablar varios idiomas, y asumir el legado de Francisco. Prevost marca que la Iglesia no quería volver al conservadurismo puro. Francisco aumentó los fieles, la confianza en la Iglesia, y eso no pueden perderlo”.
La llegada de León XIV al papado abre una nueva etapa en la Iglesia y en el tablero global. Un líder con raíces en América Latina, pero marcado por la cultura estadounidense, enfrenta el reto de continuar la apertura de Francisco, equilibrar pastoral y doctrina, y mantener al Vaticano como un actor clave en la escena internacional. El mundo lo observa, expectante, para ver qué rumbo tomará la Iglesia del siglo XXI.