
Hace no tanto, Atlanta era uno más. Un equipo prolijo, sin vuelo, que cerró el torneo anterior lejos de todo, incluso del Reducido. Pero algo cambió. La llegada de Luis García, un entrenador con pasado de operario en una fábrica y sueños tan grandes como su sacrificio, lo transformó en uno de los animadores de la Primera Nacional. El “Bohemio” dejó de mirar la tabla desde abajo y hoy está a un paso de la cima. Este domingo, en Villa Crespo, se enfrentará a San Martín de Tucumán en un juego donde se disputarán más que tres puntos: pelearán mano a mano por el liderazgo de la Zona A. Uno es puntero, el otro escolta, y en el banco visitante estará un DT que se formó entre herramientas y madrugones, pero que entendió el juego como pocos.
Después de un 2024 de rendimiento regular a flojo -con solo 51 puntos en 38 fechas-, Atlanta quedó a siete unidades del último clasificado al Reducido. La campaña dejó gusto a poco, y la dirigencia decidió hacer un cambio profundo. Desde la fecha 10, tras perder 2-0 con Temperley, Mario Sciacqua dejó el cargo y García asumió el desafío. A pesar de no haber podido remontar del todo la temporada, los dirigentes vieron algo en él. Su historia, sus ideas y su pasado reciente -finalista del Reducido con Deportivo Maipú- convencieron. Le renovaron la confianza y le dieron continuidad.
García tiene 37 años y una biografía de película. Se crió en Mataderos, fue jugador hasta los 19 y luego trabajó durante seis años como operario en la planta de Volkswagen, en Pacheco, armando autos desde cero. “No era feliz, pero la fábrica me formó”, dijo en una entrevista. Mientras colocaba puertas y guardabarros, soñaba con el fútbol. Un día se animó: golpeó la puerta de Alejandro Nania en Nueva Chicago y pidió una oportunidad, aunque fuera para alcanzar pelotas.
Empezó ad honorem, con jornadas interminables: de 6 a 14 en la fábrica, luego al club y más tarde al curso de entrenador. En 2014, se jugó la vida: aceptó el retiro voluntario en la empresa y apostó todo a la pelota.
Esa apuesta lo llevó lejos. A Japón, como coordinador de entrenadores en la escuela de Boca. A Bolivia, como asistente de César Farías en la selección. A River, donde dirigió Infantiles y hasta acompañó a Claudio "El Diablito" Echeverri cuando llegó desde Chaco. Lo pasaba a buscar en auto, lo llevaba a entrenar y hasta lo invitaba a McDonald’s.
En 2023, ya como DT principal, llevó a Maipú a una final del Reducido y perdió el ascenso frente a Deportivo Riestra. Hoy, con Atlanta, intenta escribir una historia distinta.
El presente del “Bohemio” respalda su trabajo. En lo que va del torneo, el equipo suma seis triunfos, seis empates y una sola derrota: la caída 2-0 ante Güemes en Santiago del Estero. Juega con un esquema 4-2-3-1 que encontró equilibrio y efectividad.
En ese sentido, el plantel, que se volvió uno de los animadores de la Zona A, fue rearmado con inteligencia. Se mantuvieron piezas clave como Nicolás Previtali y Caín Fara, y llegaron refuerzos con recorrido y proyección. Volvió el arquero Francisco Rago y se sumaron Fausto Montero (ex Maipú), Kevin Agustín (Deportivo Merlo), Tomás Díaz (hijo del “Cata”), Jorge Valdez Chamorro, Lucas Ambrogio (ex Atlético y Argentinos) y tres viejos conocidos: Lautaro Fedele, Guillermo Ferracuti y Rodrigo Moreira, todos con pasado en San Martín.
En ataque, el equipo tiene referencias claras. Marcos Damián Echeverría es el delantero central, aunque curiosamente no es el máximo anotador: Fedele lidera esa tabla con tres goles, mientras que Echeverría se destaca como el máximo asistidor, también con tres. Díaz y Fedele se mueven como extremos, con el respaldo de Valdez Chamorro en la creación.
En defensa, Atlanta mostró firmeza: mantuvo el arco en cero en cuatro de los siete partidos y solo sufrió seis goles en 13 fechas, lo que refleja el orden defensivo de un equipo que no luce, pero compite.
"Es todo nuevo y puede pasar cualquier cosa", dijo García
Al hablar sobre un posible ascenso del “Bohemio”, García fue tajante y hasta se animó a mencionar lo realizado por San Martín la temporada pasada.
“Tienen que alinearse todos los planetas. La Primera Nacional tiene tres campeonatos en uno. Hoy estamos transitando el primero. El segundo es la final, donde te medís con un rival al que no enfrentaste en todo el año. Es todo nuevo y puede pasar cualquier cosa, como le pasó a San Martín el año pasado. Y el tercer campeonato es el Reducido, donde el que entra por la ventana tiene las mismas chances de subir que el que terminó bien arriba”, aseguró.
Atlanta carga con el peso de 41 años sin pisar la Primera División y cuatro temporadas consecutivas sin ni siquiera entrar al Reducido. Pero con un DT que supo cambiar su destino personal, el “Bohemio” también se permite creer que puede cambiar su historia colectiva.