León XIV: el nombre elegido tiene un contenido social marcado

León XIV: el nombre elegido tiene un contenido social marcado

León XIII fue el impulsor de un “nuevo catolicismo” a finales del siglo XIX, y el autor de la célebre encíclica “Rerum Novarum”, que instituyó la doctrina social de la Iglesia.

PAPA TRASCENDENTE. El papa León XIII (su papado transcurrió entre 1878 y 1903) impulsó la doctrina social de la Iglesia, entre otras cuestiones.

El nombre elegido por un papa no es casual, sino la primera alusión pública a sus referentes e intereses. Que Robert Prevost haya optado por llamarse León XIV (el papa 265 en la historia) se engarza así con quien tomó ese nombre previamente, y que lo hizo en un momento que puede interpretarse como refundacional de la institución Iglesia, tanto en la relación espiritual con sus fieles como en su poder terrenal.

León XIII condujo la grey católica entre 1878 y 1903, y le imprimió un nuevo y personal rumbo. Fue el sucesor de Pío IX, en cuyo mandato se perdieron los Estados Pontificios con la unificación italiana y hubo ahogos económicos. Obligado por el contexto a reinventar el Vaticano, el italiano Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci se hizo cargo de esa misión a los 68 años (casi la misma edad que el nuevo pontífice) y cumplió uno de los papados más extensos de la historia, de más de un cuarto de siglo; al morir tenía 93 años.

Relativamente joven para los cánones vaticanistas, los 69 años de Prevost auguran un posible mandato de largo aliento, aunque en temas de salud nada puede preveerse con mucha anticipación. Lo cierto es que tanto León XIII (elegido al segundo día y en una tercera votación) como León XIV ocupan el trono de Pedro en medio de fuertes agitaciones sociales, políticas y bélicas en el mundo entero.

En lo teológico, León XIII fue una continuidad de la línea conservadora de su predecesor, aunque en lo doctrinal se abrió a nuevas interpretaciones modernas (fomentó estudios y abrió los archivos a todos los interesados) y en lo político se mostró moderado y proclive al diálogo, empezando con el Reino laico de Italia. Así desplegó una fuerte táctica pragmática para relacionarse con los distintos países europeos en búsqueda de la paz, lo que le permitió ser mediador en diferentes conflictos. Si el flamante Papa lo toma como modelo, la actualidad le reclamará a él mismo ese rol.

En lo ideológico conformó una comisión de cardenales para abordar los lineamientos futuros de la Iglesia, de alguna forma similar a los realizados por Francisco (el resultado fue la encíclica Aeterni Patris, fundada en las ideas de Santo Tomás de Aquino como eje vertebral de la filosofía católica). Uno de sus principales objetivos fue expandir el número de católicos en el mundo, y potenció los vínculos con la Iglesia estadounidense, la cuna de Prevost. Por su decisión, James Gibbons -figura clave en EEUU-fue creado cardenal en 1886.

EL PRIMER PAPA FILMADO DE LA HISTORIA. Una captura del video en el que aparece León XIII.

Además, autorizó el manejo financiero bancario de los recursos vaticanos, incluyendo el otorgamiento de préstamos con el cobro de intereses (hasta ahora estaba centrado en lo inmobiliario). El sucesor de Francisco deberá abordar también lo vinculado a los dineros de la Iglesia, tras un intenso proceso del Papa fallecido de blanquear procesos y usos.

Trayectoria

Educado en el colegio jesuita de Viterbo, su primera misión como arzobispo fue en Egipto, en la localidad de Damietta, y luego en Bruselas, antes de regresar a su país e instalarse en Peruggia. Su identificación con el pensamiento tomista lo llevó a una vinculación entre fe y ciencia como nunca antes había existido, más allá de que promovió el rezo diario del Santo Rosario.

Para difundir sus ideas, organizó en 1881 un congreso internacional en la localidad francesa de Lille (el primero de 14), lo que permitió expandir el mensaje en distintas congregaciones con la primera idea de una proyección global. En 1885, en la encíclica Immortale Dei registró los cambios que se venían produciendo y respetó a todas las formas de gobierno, no solo la monarquía, si son “realizadas con prudencia y justicia”.

Luego, en Libertas praestantissimum calificó a la libertad como un “don excelente” dado por Dios y que de su buen o mal uso nacían “los mayores bienes y los mayores males”. Otro aspecto de su labor se vinculó con el ecumenismo, con su búsqueda de contacto con otras confesiones cristianas, como la Iglesia Ortodoxa y los anglicanos.

Dentro de sus muchos legados, el más relevante fue la encíclica Rerum Novarum, publicada en 1891 y en la cual abordó la cuestión social, defendió los derechos de los trabajadores, promovió la incipiente justicia social, el bien común y la protección de los más débiles, lo que sentó las bases de una Iglesia abierta a los sectores marginados y olvidados. En ella habló tanto de la “salvación y felicidad eterna de las almas” como de la importancia de tener en cuenta “las cosas temporales” y la “felicidad de la vida presente”.

Así, mientras al mismo tiempo reconocía la propiedad privada, reclamaba salarios dignos que permitiesen cubrir las necesidades básicas de las familias y planteaba la importancia de la organización en gremios y sindicatos para defender los intereses comunes (Gibbons intercedió en esa idea, a pedido de los trabajadores católicos irlandeses).

Sus restos fueron sepultados inicialmente en San Pedro, pero dos décadas después se trasladaron hasta la basílica de San Juan de Letrán, su catedral como obispo de Roma, por lo que es uno de los pocos papas cuyo cuerpo no está en el Vaticano (como el de Francisco).

León XIII (como lo hizo Jorge Bergoglio antes y después de ser electo papa) llamó a militar en las calles -y no sólo en los templos- el “nuevo catolicismo”, con la consigna de que la Iglesia está en todos lados y que se la construye en forma colectiva. Un mensaje que continúa vigente en el tiempo que se abre ahora.

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