El legado del papa Francisco: el Vaticano colapsado y el santo que no fue

El legado del papa Francisco: el Vaticano colapsado y el santo que no fue

Los chicos coparon San Pedro por el Jubileo de la Juventud, pero se quedaron con las ganas de ver canonizado a Carlo Acutis.

Funeral del papa Francisco. VATICANNEWS.VA

Las caritas de desconcierto partían el corazón. Un grupo de 20 chicos, todo menores de 16 años, habían llegado con el tiempo justo para vivir un domingo de fiesta. Tras varias horas de viaje en micro desde Pisa, la ciudad de la torre inclinada, tenían la ilusión de recorrer la Plaza de San Pedro y la imponente basílica. Ninguno conocía El Vaticano, como le contó a LA GACETA el líder del grupo, un curita llamado Giorgio. La realidad es que ni siquiera pudieron avanzar por la Avenida de la Conciliación. Debieron mirar todo por las pantallas en la explanada, a la vera del río Tíber. Desde allí, San Pedro no es más que una foto.

No fueron los únicos que padecieron el colapso en el que quedó sumido desde muy temprano El Vaticano. Es que Francisco había fijado este 27 de abril como la fecha de canonización de Carlo Acutis, el adolescente que se ganó el apelativo de “influencer de Dios” y es una suerte de ídolo entre los chicos italianos. Muchos se identifican con Carlo, un pionero de la evangelización mediante el uso de internet, cuyo fallecimiento en 2006, con apenas 15 años, generó conmoción. El Papa ya lo había hecho beato y este domingo estaba planificado elevarlo a los altares, tras comprobarse su condición de “milagroso”.  Pero todo cambió a último momento.

La muerte de Francisco obligó a postergar la ceremonia en la que Acutis se convertirá en San Carlo. Esa tarea quedó para el próximo Papa. El problema es que decenas de miles de peregrinos ya tenían el viaje organizado, el pasaje comprado y la mochila lista. No quedó parroquia ni grupo de Acción Católica en Italia que no haya mandado a sus representantes; llegaron desde el norte, de Génova y Milán hasta Venecia; y del sur, de Nápoles a Calabria. También de Sicilia y de Cerdeña. El resultado: un mosaico de colores que no dejó centímetro sin ocupar a lo largo y a lo ancho del Vaticano.

Representados por banderas, pañuelos, estandartes y pins; conducidos por sacerdotes, monjas o laicos consagrados; los chicos vivieron una mañana más veraniega que primaveral. No fue sencillo conducirlos bajo un sol que empezó a apretar fuerte a partir de las 10. Era tal el gentío y la multitud que pugnaba por avanzar que en un abrir y cerrar de ojos cualquiera quedaba apartado del grupo. Allí entraban en crisis los guías, en cuyas manos los padres habían dejado el cuidado de tantos adolescentes, en muchos casos de niños. Tremenda responsabilidad.

También se registró una notoria frustración entre los turistas. No todos estaban al tanto del Jubileo -se trata de un año santo, que se extenderá hasta enero de 2026- y mucho menos de la híper masiva concentración juvenil, que les impidió acercarse a la Plaza de San Pedro hasta bien entrada la tarde. Los cordobeses Mario Gonzaga y Cecilia tenían compradas las entradas para los museos vaticanos, pero quedaron atrapados entre vallados, fuerzas de seguridad y miles de chicos que no los dejaban pasar. “Nunca imaginamos algo como esto”, se quejó Mario con LA GACETA.

¿Hubo más gente el domingo que el sábado, durante el funeral del Papa? Serán las autoridades las que deberán brindar las precisiones, pero en ciertos sectores daba esa impresión. Era necesario salir del radio de San Pedro y de la Avenida de la Conciliación para caminar con algo de libertad. En esas calles laterales también había grupos de chicos que, desanimados, ni siquiera hicieron el intento por acercarse a la plaza. Algunos siguieron los rituales por las pantallas; otros, sencillamente, se sentaron con las botellitas de agua en la mano. Mientras, los 15 baños químicos alineados contra un paredón no daban abasto.

La misa, iniciada a las 10.30 tras el rezo colectivo del Rosario y celebrada por el cardenal Pietro Parolin, fue la segunda de los “novendiales”. Se trata de los nueve días de luto correspondientes al fallecimiento de Francisco. Una vez concluida esta liturgia en homenaje al Papa que se marchó será el turno de convocar al cónclave. ¿La fecha? Después del 5 de mayo. Parolin, dicho sea de paso, conforma la extensa lista de “papábiles”. Queda claro que es una carta que se juega el clero italiano en el afán de “recuperar” el Trono de Pedro, tras la experiencia con tres pontífices “internacionales”.

Este 27 de abril de 2025 ofrece  además una melancólica particularidad: fue el primer domingo sin Francisco a la cabeza de la Iglesia Católica en los últimos 12 años. Cuenta Giorgio, el curita de Pisa, que en catequesis habían confeccionado cartulinas con saludos para él. Pensaban, en un escenario ideal, que iban a poder acercarse al Papamóvil durante el trayecto por la plaza para mostrarle esos mensajes. Una vez más, tuvieron que cambiar de planes.

No fue una misa con carácter festivo, como indicaría la presencia de un mar de adolescentes entusiasmados por el Jubileo, sino cargada por la solemnidad del luto. Y colmada de referencias a Francisco en la homilía que brindó Parolin: “nuestro afecto por él, que se está manifestando en estas horas, no debe quedar como una simple emoción del momento, debemos acoger su legado y hacerlo vida, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo nosotros también misericordiosos los unos con los otros”.

Consciente de la naturaleza del auditorio que lo escuchaba, el cardenal instó a los chicos a afrontar desafíos que se les presentan, como el uso de la tecnología y de la inteligencia artificial. Y con un estilo que intentó emular la cercanía que el Papa solía establecer con la juventud, enfatizó:  “les dejo un saludo especial, con el deseo de hacerles sentir el abrazo de la Iglesia y el afecto del papa Francisco, que habría deseado encontrarlos, mirándolos a los ojos, y pasando entre ustedes para saludarlos”. Ese era el sueño del grupito de pequeños peregrinos de Pisa que quedó trunco.

La nueva etapa ya está en marcha en la Iglesia Católica, un tiempo de cambios profundos o de ratificación del rumbo trazado por Francisco. Tal vez de un moderado equilibrio entre las posturas en pugna. Eso se verá. Pero la vida sigue, por ejemplo para los puesteros que ofrecen todo el merchandising imaginable del Vaticano. Uno de ellos le dejó a LA GACETA el más contundente e inapelable ejemplo de realidad: “…y bueno, habrá que ir sacando las estampitas de Francisco porque ya van a llegar las del nuevo Papa”.

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