“Lo vi por última vez”: el conmovedor relato de una tucumana que estuvo en la misa de Pascuas del papa Francisco

Natalia Cioccolani compartió su testimonio y sus sensaciones que le dejó haber estado cara a cara con el pontífice, a solo un día de su fallecimiento.

21 Abril 2025

Desde Roma y aún conmovida, la estilista tucumana, Natalia Cioccolani, compartió con LA GACETA un testimonio íntimo y lleno de emoción tras vivir lo que definió como “lo más maravilloso” de su viaje familiar: haber estado presente en la última misa del papa Francisco, apenas un día antes de su fallecimiento.

"Estaba muy cansado, se le notaba. Le tocaban el cuello para que bajara la cabeza, tenía dificultad para respirar", relató Natalia en LA GACETA Central. Con su celular en mano y el corazón en la garganta, logró capturar imágenes del Sumo Pontífice a escasos metros. “Fue una casualidad hermosa. Yo tenía entradas para un tour en el Coliseo, pero le dije a mi marido: 'Yo me voy al evento más importante, soy cristiana, tengo que estar ahí'”.

El domingo de Pascua en la Plaza de San Pedro fue para miles de fieles un momento de fe y esperanza, pero para Natalia fue algo más: “Ver al Papa, recibir su bendición, comulgar… fue algo que me llenó el alma. No lo puedo explicar con palabras. Sentí que me llevaba algo eterno, algo que no se compra, que no se planea”.

Papa Francisco. Archivo. Papa Francisco. Archivo.

Cómo se enteró de la muerte del Papa

La noticia del fallecimiento del Papa la sorprendió pocas horas después. "Estaba haciendo fila para entrar al Vaticano, y la gente empezó a murmurar: 'El Papa murió, el Papa murió'. No podía creerlo. Lo había visto el día anterior. Me costaba caer".

Conmovida hasta las lágrimas, Natalia resaltó la fuerza del momento vivido, no solo como turista o creyente, sino como argentina. “Él nunca vino a nuestro país. Entonces pensé: si la montaña no va a Mahoma… tenía que venir yo. Y vine”.

Hoy, mientras la ciudad de Roma -y el  mundo- se sumerge en un clima de vigilia y despedida, Natalia guarda cada instante como un tesoro. “Nos tocó todo: la misa, la bendición, el jubileo, el perdón… fue un regalo divino. Me vuelvo con el corazón lleno y una tristeza enorme por esta pérdida, pero también con la certeza de haber vivido algo único”.

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