“Yo le grité Pancho”, dice el joven tucumano que encontró su camino por una sonrisa del Papa

Efraín Arlati vio de cerca al Papa en la JMJ de Río de Janeiro. Intentó ser sacerdote salesiano, pero hoy vive su fe desde otro lugar. El joven se inspira en el mensaje de inclusión de Francisco y en la historia de su madre, una mujer que lo crió sola.

EL IMPACTO DE FRANCISCO. Efraín Arlati participó de la Jornada Mundial de la Juventud de 2013 y tuvo una experiencia que lo marcó de por vida. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI. EL IMPACTO DE FRANCISCO. Efraín Arlati participó de la Jornada Mundial de la Juventud de 2013 y tuvo una experiencia que lo marcó de por vida. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI.

“Yo le grité 'Pancho'. Él me miró, sonrió y me levantó el pulgar”, recuerda Efraín Arlati, un joven tucumano que, a los 17 años, viajó con sus compañeros a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada en Río de Janeiro durante 2013. Fue el mismo año en el que Jorge Bergoglio se convirtió en el primer papa argentino y latinoamericano. Esa imagen quedó grabada para siempre en su memoria. Años después, Efraín inició el proceso de formación para ser sacerdote salesiano. Estudió durante dos años y, aunque luego decidió seguir otro camino, hoy mantiene viva su fe y admiración por el papa Francisco.

El viaje, que en principio estaba pensado como un viaje de egresados del Colegio Belgrano, se transformó para él en una experiencia de vida. “Fuimos (a Brasil) con mis compañeros del colegio. Ese año nos íbamos a recibir y se nos propuso asistir a la JMJ por la asunción de Bergoglio. Para que te des una idea de lo mucho que influyó, nosotros fuimos la ‘Promoción Papa Francisco’”, cuenta el joven en diálogo con LA GACETA.

Arlati refiere que a la elección del primer Papa argentino la vivió en el aula, con su celular escondido entre los libros. “Estábamos en clase de Doctrina Social de la Iglesia. Yo actualizaba Twitter cada dos por tres y en un momento dije ‘profe, creo que hay Papa’. Vi el nombre Bergoglio, pensé que era italiano. Pero mi profesor se quedó helado: ‘¿estás seguro? ¡Es argentino!’. Ahí se armó un revuelo en el colegio, pusieron un televisor en el pasillo y vimos el anuncio todos juntos”, detalla como si el episodio hubiese ocurrido ayer.

UNA IMAGEN GRABADA. El Papa Francisco le sonrió a Efraín en medio de una multitud de gritos. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI UNA IMAGEN GRABADA. El Papa Francisco le sonrió a Efraín en medio de una multitud de gritos. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI

Un gesto inolvidable

Durante el Vía Crucis en la playa de Copacabana, Efraín tuvo un encuentro cercano con Francisco. “Estábamos del lado de la vereda y, en la séptima estación, él se bajó para recibir un reconocimiento. En medio de todos los gritos que le decían ‘Francisco’, yo le grité ‘¡Pancho!’ y él giró, me miró, sonrió y me levantó el pulgar. Estaba en los hombros de un amigo, así que me vio”, narra con emoción. “Fue un momento muy fuerte, pero recién esa noche, en la capilla donde nos hospedábamos, me cayó la ficha. ¿A quién tuvimos tan cerca?”, interroga.

Más allá del Papa, la JMJ fue para Efraín una experiencia espiritual y cultural profunda. Recuerda el “cielo” cubierto de banderas del mundo entero; una danza africana compartida con una japonesa y un italiano, y un partido de fútbol a las 2 de la mañana en plena favela. “Cada siete minutos teníamos que parar porque pasaba un patrullero. ¿Quién planea algo así? Fue un gesto de hermandad total”, cuenta entre risas.

EN LA EXPERIENCIA. A la jornada fueron, de izquierda a derecha, Efrain Arlati, Ramiro Porto, Fernando Delazar y Adriano Arnone. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI. EN LA EXPERIENCIA. A la jornada fueron, de izquierda a derecha, Efrain Arlati, Ramiro Porto, Fernando Delazar y Adriano Arnone. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI.

De la fe a la vida

Los dos años que Efraín dedicó a explorar su vocación sacerdotal lo llevaron a vivir en las instituciones salesianas de Formosa y Chaco. Si bien luego dejó el proyecto de vida, a los 29 años mantiene viva su fe y su admiración por Francisco. “Yo creo que me marcó. Me conmovió su forma de vivir el Evangelio. No desde lo dogmático, sino desde lo concreto. Su idea de una Iglesia de los jóvenes para los jóvenes, de los pobres para los pobres, de los excluidos para los excluidos: ese mensaje me sigue acompañando”.

Y cada vez que escucha la frase “santos de jean y zapatillas”, Efraín recuerda aquel grito, aquel gesto y aquel pulgar levantado como una señal de que la fe, cuando se vive desde el amor y la humanidad, puede cambiarlo todo. Cuando se le pregunta qué mensaje destaca para la juventud, expresa con emoción: “Francisco le dio lugar a las comunidades históricamente excluidas. Es un Papa que vino del fin del mundo para buscar a los que estaban en los márgenes del mundo”.

CON SUS AMIGOS. Lo que destaca de Francisco es su poder de incluir a todos a la Iglesia. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI CON SUS AMIGOS. Lo que destaca de Francisco es su poder de incluir a todos a la Iglesia. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI

Efraín, hijo de una madre divorciada y soltera, se siente directamente interpelado con esta lucha. “Peleó por darle a la mujer un lugar que siempre tuvo que haber tenido, pero que la Iglesia, por su historia profundamente machista, nunca le dio. Eso me toca directamente por la historia de mi mamá. Me acuerdo de una frase de Francisco que decía: ‘me enferman aquellos curas que no quieren bautizar al hijo de una madre soltera. ¿Quién se creen?’”, manifiesta.

También trae a la memoria el momento en el que su mejor amigo, mientras él aún se formaba como sacerdote salesiano, le confesó que estaba de novio con un chico. “Yo lo primero que le dije fue: ‘¿sos feliz?’ Me dijo que sí. Y listo. No necesitaba más. Entonces cuando Francisco dijo eso de ‘¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual?’, a mí me atravesó. ¿Quién es la Iglesia para juzgar a alguien que ama?”, exterioriza. En esa vivencia, se refleja otro de los mensajes más potentes de Francisco: la Iglesia no puede excluir a las personas por su orientación sexual.

“Lo espiritual es político”: cómo su fe se formó desde lo social

Efraín es licenciado en Ciencias de la Comunicación, pero antes de iniciar su carrera universitaria vivió una experiencia que, según cuenta, lo transformó profundamente: fue parte de la formación salesiana durante dos años. “Dicho mal y pronto, era como para ser cura salesiano”, dice, aunque aclara de inmediato que no es tan simple como eso.

Los salesianos tienen dos figuras religiosas: el cura y el hermano. Ambos hacen los mismos votos, pero el hermano no celebra misa ni sacramentos. Es una figura de laico consagrado. “Cuando contaba que me iba a formar, muchos asumían que iba a ser cura. Pero los dos primeros años aspirantado y prenoviciado, están más centrados en el discernimiento humano que en la dimensión religiosa”, explica. Durante ese período vivió con chicos de Salta, Chaco, Formosa, Santa Fe, San Juan y Tucumán, en lo que describe como una “experiencia enriquecedora y profundamente comunitaria”.

EN SUS AÑOS DE FORMACIÓN. Efraín pasó dos años de su vida aprendiendo enseñanzas salesianas. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI. EN SUS AÑOS DE FORMACIÓN. Efraín pasó dos años de su vida aprendiendo enseñanzas salesianas. / GENTILEZA EFRAÍN ARLATI.

Aunque sólo completó los dos primeros años del total, su paso por la congregación dejó una huella profunda. “Lo que más me llevo es haber sido testigo del paso de Dios por mi vida. Entendí por qué creo y que la fe también es una elección. No tengo una perspectiva social porque soy católico, sino que mi perspectiva católica nace de mi ser social. Mis convicciones políticas, académicas, humanas, están atravesadas por una fe que elegí de manera consciente. Lo espiritual es político”, expresa.

Pero mucho antes de eso, su camino no fue tan claro: “cuando terminé la secundaria, sabía que quería estudiar Comunicación, pero me dejé desalentar por algunos comentarios, por ciertas realidades. Terminé anotándome en Historia, que siempre me gustó, pero sentía que no era mi vocación”, cuenta. 

Ya en Filosofía y Letras, una facultad laica, se reencontró con algo inesperado: “Me di cuenta de que ir al grupo salesiano era innegociable. Aunque tuviera un parcial el lunes, el sábado a la tarde yo no faltaba. Era mi cable a tierra”, expresa. En ese contexto, la comunicación lo entusiasmaba, pero una voz interna le planteó una duda: ¿y si tu camino es otro? Hizo retiros, tuvo acompañamiento espiritual y decidió ingresar a la formación salesiana. Un año después, ya en 2018, volvió convencido de que su vocación sí estaba en la comunicación. “Pasé por Historia, Comunicación, Filosofía... y volví a Comunicación. Ya no daba cambiarme otra vez”, dice entre risas.

Desde su lugar de cristiano y de ser humano, siente que su vida está profundamente conectada con los ideales de este Papa que vino “desde el fin del mundo” para abrazar a quienes históricamente fueron excluidos. Y concluye: “No sé si mis formas de vivir, entender y ver la fe, lo espiritual y lo religioso sean las correctas, pero sí creo que son fieles a mi historia de vida y al paso de Jesús por ella”.

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