Trump: “Le monde c’est moi” - El “Luis XIV” de EEUU

Trump: “Le monde c’est moi” - El “Luis XIV” de EEUU

10 Marzo 2025

Carlos Duguech

Analista internacional

El ejercicio para el título de esta columna abría un abanico de resultados, sin riesgo de no decir lo que se piensa, respecto del señor Trump que, por segunda vez -se recalca- los estadounidenses lo encumbraron para presidir los destino de Estados Unidos.

Aquí cabe un breve análisis. Habitualmente decimos “Estados Unidos”; a veces, “Estados Unidos de Norteamérica” o simplemente “Norteamérica”. La denominación “Estados Unidos” ligada a la de “América”, el continente, ¿es por lo menos imprecisa y deliberadamente vaga? ¿O, en rigor, demasiado abarcativa en la denominación continental? ¿Qué “América”? Hay tres claras denominaciones que obedecen, casi naturalmente, a la conformación extensa desde el hemisferio norte hasta el sur de las tres secciones del continente americano. Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica. No pocas veces al sur de la frontera de EEUU nos encontramos con la mención intencionada del “patio trasero”. ¿De qué? Pues de la enorme extensión del Norte del continente americano. Una denominación descalificante que, sin embargo, fue desplazada por un momento cuando Obama, a la sazón presidente de EEUU se expresaba sobre la elección del papa argentino el 13 de marzo de 2013. Decía con voz plena y emotiva: “El primer papa de América”. Fue el primer “milagro” de Francisco I. Por un momento el “patio trasero”, el más trasero de todos, “allá en el sur” (territorio argentino), adquiría notoriedad y saludables calificaciones apropiadas. El lugar desde donde provenía el nuevo Papa era “la América”. Reivindicación del territorio que alcanzó el privilegio de acercar un Papa.

Dicho esto cabe enumerar ahora una parte de la serie de polémicas decisiones Trump, desde la hora cero de su mandato presidencial.

“La era dorada de Estados Unidos comienza ahora mismo”. Tal la tarjeta de presentación del presidente norteamericano. Una determinación de Trump por mostrarse -nada menos- como el “Superman” de su país. Ese ser omnipotente que nos asombraba en la niñez con sus capacidades y proezas sobrehumanas.

Lo había anunciado en campaña. No nos sorprende, aunque sí la efervescencia de su personalidad marcada por el encumbramiento que le significa a él y a los estadounidenses su arribo por segunda vez a la Casa Blanca. Y algo relevante, prima facie: Trump utiliza para firmar sus decretos y resoluciones un marcador negro que mantiene en el trazo una escala muy ampliada que le otorga a su firma en los documentos. No es éste el lugar para el análisis grafológico del que ya se ocuparon de hacer los especialistas. Desde esta columna sólo puede expresarse sin necesidad de soportes científicos (disponibles) de los rasgos escriturales que, por el grosor de los trazos, el tamaño de la firma y el color negro de la tinta del macador el autor quiere expresar potencialidad. En los actos y en las ideas que promueve. Simple conclusión, para cualquiera.

Agenda ejecutiva

Parte de las promesas de campaña se jugaron operativamente desde la primera hora en el Despacho Oval. Suscribió acciones de indulto a los acusador por el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021 siendo él presidente en el final del primer mandato. Y, naturalmente, “responsable intelectual necesario” del singular episodio que generó cinco muertos. En la edición de LA GACETA del 8 de julio del año pasado esta columna plasmó su título de esta manera: Estados Unidos, casi un “estado bananero”: fallo de su Corte. Citamos, para fundamentar el título: “Con una votación de seis a tres, la mayoría conservadora del tribunal declaró que los actos oficiales que son fundamentales para la presidencia gozan de “inmunidad absoluta” frente a la acción judicial”. La Corte Suprema de EEUU le entregó un regalo de alto valor a Donald Trump y los futuros presidentes que osen violar la ley y sus juramentos a la Constitución. ¡Oh, my God!

Entre las primeras decisiones del segundo mandato: retiro de los acuerdos climáticos de París, que lo había hecho ya en su primer mandato y revertido por Biden. Eso convierte a los EEUU, junto a Yemen, Libia e Irán, en uno de los cuatro que no integran el acuerdo. Muy raro cuarteto díscolo frente a una preocupación mundial.

Los aranceles, dispuestos como un látigo para limitar los ingresos de productos extranjeros. El 25% para los de México y Canadá, sus socios en un tratado de libre comercio (Tlcan) que entró en vigencia el 1 de enero de 1994. Se rebelaron. Lo de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, fue, en respuesta, una clarísima expresión de ejercicio de la defensa de la soberanía.

El decreto del retiro de la OMS (Organización Mundial de la Salud) fue una daga clavada en el sistema internacional del rubro. Peligrosa. Perversa, casi.

El poder, el desprecio

Dueño del poder, desprecia a los demás. El eslogan de campaña y en ejercicio de la presidencia “Estados Unidos primero” no se lee como expresión de defensa de la propia soberanía sino como lo que es: una bravuconada en todos los órdenes y respecto al “resto del mundo”.

Hasta la denominación del Golfo de México que modifica como el “de Estados Unidos” no dista demasiado de esa absurda y temeraria pretensión manifestada como acto de gobierno fuerte. Nada menos que pretender adquirir Groenlandia, anexar a Canadá como el estado 51 de los EEUU Ya ni siquiera soberanías formalmente establecidas y operantes hasta en Naciones Unidas respeta con sus ínfulas el señor Trump. Pretende, además, volver al dominio del Canal de Panamá, como si los tratados “Torrijo-Carter” del 7 de setiembre de 1977 y vigente desde 1979 fuesen papel mojado, al decir de los españoles.

En el accionar de Trump se perfila al invasor, al desmedido, al desafiante, al irrespetuoso de normas de convivencia y del derecho internacional

Trump nuclear

Apegado a sus propias guías de conducta y relaciones osó enviar una carta exigiendo al líder de Irán negociar sobre asuntos nucleares. Y, presto a ser como es le advierte: “Si tenemos que intervenir militarmente, será terrible”. Olvida Trump su torpeza de 2018 cuando dispone salir del acuerdo nuclear nominado como Plan de Acción Integral Conjunto (Jcpoa por sus siglas en inglés) que limitaba el enriquecimiento de uranio de Irán. Traicionó a EEUU, Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania (integrantes del plan con Irán). Fue una torpeza de la que no se vuelve sin culpas.

Hasta le dio carta blanca -sin darse cuenta de su torpeza- a Putin para sus amenazas nucleares cuando borró (como si nada. el elaborado acuerdo nuclear Reagan-Gorbachov sobre los “euromisiles” ya que al salirse del tratado el 1 de febrero de 2019 al día siguiente lo hizo Rusia.

Las guerras

La soluciones de Trump: imposiciones a las partes consolidando conceptos falsos, contradictorios, desafiantes y hasta humillantes. Zelensky bien lo sabe. Pero se debe a Ucrania. Una guerra que en sus tres años mostró la brutalidad del recurso de Putin para sus propósitos. Y ahora la intervención de Trump culpando a Ucrania, salteando a Europa, atándose a Putin y a Netanyahu por la otra guerra que quiere apagar y aspira , según algunos mentores de su país, al Nobel de la paz- calificándose mejor que Obama que con dos discursos (Praga y El Cairo en 2009) lo logró. En otra columna volveremos sobre ese premio.

“Dueño” de la mayor tajada de la OTAN, abandona a los europeos tras 76 años. “Vayan solos”. Y, para colmo de males dialoga con el agresor de ucrania como si fuese el inocente, marginando al agredido de semejante tragedia que desató Rusia.

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