Aunque parecen inofensivas, las esponjas de baño podrían ser un verdadero caldo de cultivo para bacterias peligrosas. Esto ocurre debido a las condiciones de humedad y temperatura que hay en los baños, donde muchas veces las esponjas permanecen húmedas tras su uso. Estas condiciones favorecen la multiplicación de microorganismos que podrían afectar nuestra piel.
Un estudio publicado en el Journal of Clinical Microbiology reveló que las esponjas de luffa, conocidas por sus propiedades exfoliantes, son particularmente susceptibles a albergar bacterias nocivas como Pseudomonas, Xanthomonas, Klebsiella, E.coli, Enterobacter, Enterococcus y Streptococcus del grupo B. Estas bacterias pueden causar problemas cutáneos y, en algunos casos, incluso infecciones graves.
¿Conviene usar las esponjas de baño?
Las esponjas de luffa, al ser utilizadas para limpiar el cuerpo, retienen células muertas de la piel. Esto, sumado al ambiente húmedo, crea una combinación ideal para el crecimiento bacteriano.
Impacto en la salud de la piel
La fricción generada por las esponjas durante la ducha también puede dañar la barrera protectora de la piel. Esta barrera es crucial para mantener la hidratación y protegernos de agentes externos como bacterias, virus y contaminantes.
¿Manos o esponja?
Los especialistas coinciden en que la mejor opción para el cuidado diario de la piel es utilizar las manos para aplicar el gel de ducha. Este método es más suave y menos abrasivo, reduciendo el riesgo de dañar la capa protectora de la piel.
Sin embargo, las esponjas exfoliantes también tienen sus beneficios si se usan con moderación. Estas ayudan a eliminar células muertas y a mejorar la circulación sanguínea gracias a la estimulación que generan. Se recomienda limitar su uso a una vez por semana para evitar efectos negativos.