¿Querés ser tu propio jefe?

Los fanáticos de The Office seguramente recordarán el capítulo “Michael’s Birthday”, el número 19 de la segunda temporada. En este episodio, Michael Scott, el protagonista principal de la exitosa serie, el gerente regional de una empresa papelera de la ciudad estadounidense de Scranton, promueve un ambicioso plan de ventas y promete que dará ganancias millonarias rápidamente. Reúne en una sala a empleados de la compañía y presenta la propuesta. Todos escuchan atentos, hasta que uno de los presentes, Jim Halpert, interviene para explicar de manera hilarante que se trata de una estafa piramidal. Toma una hoja de papel y dibuja un esquema que representa a Michael reclutando a más personas, quienes a su vez reclutan a otros. Michael intenta defender el esquema y le resta importancia al problema. Sin embargo, en un momento brillante de comedia visual, Jim simplemente traza un triángulo alrededor del esquema que Michael está promocionando, dejándolo resignado y sin palabras.

La maravillosa escena que dura apenas unos minutos muestra de manera simple cómo funciona este tipo de método que lleva el nombre Carlo Ponzi, el italiano que popularizó el fraude financiero más célebre hace más de 100 años. El truco es muy sencillo, aunque sigue siendo efectivo: los retornos prometidos a los inversionistas se pagan con el dinero de nuevos participantes, en lugar de con ganancias reales.

El título de esta columna es una pregunta que resuena con fuerza en las redes sociales, un eco constante de una promesa que combina esperanza y peligro. Aunque las estafas piramidales no son nuevas, han evolucionado al compás de la tecnología, adaptándose a las dinámicas digitales que rigen nuestra vida diaria. “¿Querés generar dólares desde tu celular sin ningún esfuerzo?” es otro de los tantos anzuelos cuidadosamente diseñados para captar la atención de las víctimas. Estas frases, aparentemente inofensivas, actúan como un señuelo eficaz para atraer a personas ingenuas y fácilmente impresionables, como el carismático pero ingenuo Michael Scott de The Office. Su simplicidad y atractivo inmediato convierten a quienes confían ciegamente en estas propuestas en el blanco perfecto para los estafadores, perpetuando un ciclo de engaño que se moderniza pero nunca pierde su esencia manipuladora.

El funcionamiento de este sistema ilegal se basa en un flujo constante de nuevos “inversores” que permiten sostener los pagos prometidos. Sin embargo, cuando ese flujo se detiene, el esquema inevitablemente colapsa, dejando a la mayoría de los involucrados con pérdidas significativas. Uno de los casos más emblemáticos en los últimos años fue el de Leonardo Cositorto, fundador de Generación Zoe, acusado de liderar múltiples estafas piramidales y enfrentando una posible condena de 16 años de prisión en Corrientes. Cositorto se presentó como un supuesto gurú financiero, prometiendo a sus seguidores convertirlos en millonarios en tiempo récord. Su estilo de vida ostentoso, con autos de lujo y propiedades costosas, reforzaba esa imagen de “hombre exitoso” que atraía a más víctimas a su red. Tras meses prófugo, fue detenido por Interpol en República Dominicana el 4 de abril de 2022 y extraditado a la Argentina. Su caso tuvo tal repercusión que incluso llegó a Netflix con el documental “El vendedor de ilusiones: El caso Generación Zoe”, que relata el ascenso y la caída de esta red de “coaching espiritual” que escondía una de las estafas más insólitas y resonantes de la historia del país.

Muchos tucumanos se sumaron a “Intense Live”, una supuesta empresa sin razón social que se dedicaba al alquiler de autos y con supuestas oficinas en Estados Unidos, Brasil, Colombia y Bolivia. Muchas familias invertían dólares con la ilusión de que obtendrían una ganancia de 20% mensual del capital. Funcionó durante casi un año, hasta que en 2021 la División Investigación Antifraude de la Policía Federal allanó una serie de departamentos y oficinas vinculados a ocho hombres que estarían vinculados a “Intense Live”, de la que no se supo más nada.

Un modus operandi que se renueva

Viajes en primera clase a Dubái, departamentos en los barrios más exclusivos del país, hoteles cinco estrellas, autos de lujo, relojes valuados en miles de dólares y billeteras virtuales con sumas millonarias: estas imágenes se repiten una y otra vez en TikTok e Instagram. Entre reels que deslumbran con promesas de éxito, aparecen cursos que aseguran poseer el secreto para un cambio radical, ofreciendo esperanza a quienes buscan un salvavidas en medio de la crisis económica. Los protagonistas de estos contenidos son rostros fácilmente identificables con solo explorar las redes sociales por unas horas. Su estrategia se basa en un lenguaje cuidadosamente diseñado para captar la atención de los jóvenes, combinando elementos técnicos, apelaciones emocionales y sutiles manipulaciones. Su objetivo: explotar las expectativas y los deseos más profundos de su audiencia. ”Obtendrás rendimientos garantizados del 20% mensual en dólares”. “Es una oportunidad única para multiplicar tu dinero”. Son solo algunas de las ofertas que se pueden escuchar.

En este contexto, la avaricia y la desesperación son terreno fértil para que se ejecuten estas y otras estafas. El conocimiento es la mejor defensa: reconocer a los patrones, cuestionar las promesas demasiado buenas para ser ciertas y exigir transparencia son pasos fundamentales. Los Michael Scott del mundo real, aunque con buenas intenciones, necesitan aprender que el camino a la riqueza no está en los atajos ni en los triángulos disfrazados de oportunidades. En tiempos adversos, la prudencia no es solo una virtud; es una necesidad. Al final, como mostró Jim Halpert con un simple dibujo, la verdad siempre encuentra la forma de salir a la luz.

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