No podemos seguir viviendo así
No podemos seguir viviendo así

El jueves ocurrió algo diferente en Tucumán, una especie de ruptura cultural, de quiebre inercial, en una sociedad que viene anestesiada ante el dolor y la violencia, resignada al fracaso y la mentira, que parece haber perdido su capacidad de reacción y de resiliencia. No sé si lo que ocurrió el jueves fue inédito, pero por más esfuerzo que hago, mi traicionera memoria no encuentra un hecho parecido. Y aclaro que participé en incontables “cosas”. Y sí, digo bien, incontables “cosas” en más de 30 años de periodismo.

“Cosas” que fueron foros, congresos, focus groups, disertaciones, investigaciones, informes académicos, leyes y proyectos de leyes y ordenanzas, entrevistas y cuantiosas lecturas, audios y videos, entre tantas otras “cosas”.

Participé en demasiados, muy demasiados, encuentros ideologizados, políticamente sesgados, interesadamente direccionados, en foros sin alma o desalmados, publicaciones de buenas intenciones, en tantos congresos soporíferos, más efectivos para dormirse que una benzodiacepina o unas gotas de aceite de cannabis.

Escuché tantos anuncios y proyectos políticos que de haberse concretado sólo el 10 por ciento de ellos ya habríamos ido y vuelto a Marte varias veces.

El jueves me invitaron a participar del Primer Foro Tucumán Responsable, que articuló la organización no gubernamental Meta Tucumán. Si bien el objetivo de esta asociación civil es transformar la provincia a través de proyectos y de acciones concretas, en esta ocasión el foco estuvo centrado en el complejo problema de la basura, de los residuos que generamos los seres humanos, día tras día en aumento, empujados por un consumismo compulsivo y cada vez más descartable, y cuyo destino final se ha vuelto inmanejable, irrespirable e insalubre.

“Es una apuesta que pone sobre la mesa la necesidad imperante de juntarnos, reconocer nuestra realidad, incomodarnos, y encontrar formas de generar acciones que nos obliguen a cambiar hábitos”, sintetizaba la invitación de esta ONG.

Algo se rompió

Sostengo que este encuentro fue inédito, disruptivo, y que produjo, al menos en lo personal, un quiebre positivo, una ruptura esperanzadora, porque fue cien por ciento transversal, heterogéneo, multidisciplinario, desideologizado, y atravesado por todas las clases sociales, económicas y políticas, desde el poderoso empresario, el funcionario, el académico, el científico, hasta el ciudadano de a pie, el voluntario civil o el recuperador urbano que vive de separar la basura.

Inédito porque no se señalaron responsables -quedó claro que lo somos todos- sino que se buscaron soluciones específicas y por eso la jornada acabó con 15 proyectos concretos, elaborados por el mismo número de paneles de trabajo, integrados por un total de unas 150 personas.

Fue emocionante ver en la misma mesa debatir, luego elegir las mejores ideas y finalmente darles forma realizable, a un médico a la par de un cartonero, un intendente, un docente, una policía, un vecino voluntario, una periodista y una funcionaria judicial.

Los 15 paneles fueron igual de heterogéneos y empezamos a trabajar, tras escuchar exposiciones de siete especialistas, políticos, actores sociales y científicos, en soluciones concretas para el multicausal y complejo problema de la basura, a partir de elegir la idea más creativa aportada por todos los participantes de cada mesa, sin jerarquías, con la colaboración de la inteligencia artificial para acelerar los procesos.

Y lo realmente distinto es que estos proyectos, diez de los cuales fueron publicados ayer por LA GACETA, no morirán en el memo de las buenas intenciones que dejan los congresos o los anuncios políticos, sino que Meta Tucumán se encargará de que se vayan concretando por los canales correspondientes.

Ejemplos y datos

Tanto en las ponencias como en los paneles se mostraron ejemplos extranjeros exitosos, como el de la comunidad de Cataluña, y algunos aciertos y errores locales, como las distintas variables de recolección que se vienen probando en Tafí Viejo, además de innumerables datos y más datos, como que cada tucumano genera casi un kilo de residuos por día, es decir que la provincia produce 1,8 millones de kilos de basura diarios (600 toneladas en la capital), que sólo el 65% se recolecta, o que un kilo de basura vale $390 si se recicla o se recupera (390.000 pesos la tonelada). Que cada basural o microbasural a cielo abierto no tiene el mismo origen, no todos son producto de la mala educación o la desidia vecinal, algunos sí, ni culpa sólo de los carreros, ni sólo responsabilidad política. Es increíble la cantidad de variables que intervienen en la configuración de un basural, como que hay decenas de empresas, grandes y medianas, que arrojan sus desechos a la vera del río Salí, junto a asentamientos precarios cada día más condenados a convivir entre desperdicios, o que hasta hace unos meses había 27 barrios en la capital que no contaban con servicio de recolección de residuos. ¿Con qué opciones vivía esa gente?

Nos enteramos que en Bután, ubicado entre India y China, cada dos años se mide mediante una encuesta el Índice de Felicidad Bruta, en vez de sólo el PBI, y en base a los resultados de esta medición se realizan cambios en la gestión. Y que el bienestar está muy relacionado a la biofilia, que es el amor y el placer innato que sienten todos los seres vivos por la naturaleza, es por eso que el contacto con la naturaleza nos genera felicidad sin saberlo, nos reduce la ansiedad, restablece nuestros estados mentales y nos recupera del agotamiento.

Lo contrario a la naturaleza, el exceso de cemento, la contaminación, la basura humana, afecta directa y silenciosamente nuestra salud física y mental.

También explicó la psicóloga Graciela Tonello, doctorada en Psicología Ambiental en Suecia, que la educación ambiental sobre la que tantas veces se insiste sin saber demasiado, es efectiva pero demanda muchos años, mientras que lo más efectivo a corto plazo son las políticas públicas. Eso quiere decir sistemas eficientes y honestos, buenos ejemplos desde las jerarquías, mejores controles y más sanciones.

Un primer paso

El fortalecimiento del llamado tercer sector cobra fuerza en todo el mundo en políticas públicas y Tucumán no es la excepción, como lo demuestran cada vez más organizaciones civiles y fundaciones locales que se están haciendo cargo de los espacios donde fracasan o abandonan los otros sectores.

Vamos a cederle la conclusión al presidente de Meta Tucumán, el abogado Francisco de Rosa, que en su apertura de este primer foro para un Tucumán responsable lo explicó mejor de lo que nosotros podríamos hacerlo:

“Hoy no venimos a echar culpas, sino a buscar soluciones. Creemos que es necesario hacer una fuerte autocrítica colectiva a nivel Tucumán; estamos convencidos de que en Tucumán no hay un sistema de creencias colectivo claramente definido; vemos conductas que en otros lados serían delitos, se repiten naturalizadas y casi como hábitos en la provincia, y cito algunas: cruzar el semáforo en rojo, incluso entre avenidas, provocando la muerte de otros conciudadanos; arrojar basura en la vía pública y en los canales, que todos terminan en el río Salí; prender fuego a las banquinas y a la caña de azúcar y evitar que 1,8 millones de personas respiren durante tres meses al año; faltarle el respeto al inspector municipal, al policía, e incluso agredirlos físicamente; y mi favorito como destructor de valores comunitarios, decirle ‘negro’ a otro ciudadano, ‘negro de miércoles’ es el latiguillo. La falta de respeto al otro, a la autoridad, a la norma y al medio ambiente es parte de la idiosincrasia local. Esta falta de valores comunes nos hace vivir muy mal, nos hace convivir con la intolerancia, con la violencia, con los accidentes, nos hace convivir con la basura y con las enfermedades. No podemos seguir viviendo así. Necesitamos una aproximación política, ciudadana y sobre todo técnica al problema, y digo técnica porque necesitamos que las ciencias sociales nos ayuden a resolver un problema social. Hay que ir a lo científico, a la academia, que nos ayude a resolver este problema. Meta Tucumán quiere ser un amalgamador de una política pública integral que nos ayude a solucionar este grave problema cultural que tenemos. Los ciudadanos queremos educación, queremos control, queremos que nos sancionen y también queremos incentivos. Usen a Meta Tucumán para implementar estas políticas públicas y para hacer partícipe a la ciudadanía.

Meta Tucumán también tiene la función de criticar y señalar aquellas conductas y hábitos que destruyen la ciudadanía, mucho más si esa conducta viene de los líderes, como es la mercantilización del voto, porque cuando a un ciudadano se lo mercantiliza se lo degrada y se convierte en un habitante. A un habitante mercantilizado no le interesa la gestión, no le interesan los resultados, es más, es un obstáculo para la gestión porque no reconoce a la autoridad porque no ha dado el ejemplo, no reconoce la norma porque ve que no se cumple, pasa en rojo, tira basura en cualquier parte, agrede al policía, agrede al otro. Necesitamos transferir la mayor cantidad de tucumanos del rol de habitantes al rol de ciudadanos, incluyéndonos a los que estamos acá. Nosotros tenemos la esperanza, y mucho más a partir de hoy, de que éste sea un puntapié inicial para que a partir del eje de la basura podamos construir una política pública de transformación cultural. Los invito a trabajar porque tenemos una tarea titánica, que es cambiarles la cabeza a 1,8 millones de personas”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios