Mama Antula: la espiritualidad en la época de la revolución

Mama Antula: la espiritualidad en la época de la revolución

A partir de ahora (con su ceremonia de canonización fijada por el Vaticano para 2024) su figura quedará grabada en el corazón de los fieles como la primera santa argentina.

Mama Antula: la espiritualidad en la época de la revolución
26 Octubre 2023

Esta semana el Dicasterio para las Causas de los Santos hizo un anuncio que marcó un antes y un después en la historia de la religiosidad nacional. El motivo fue la aprobación de un segundo milagro atribuido a la beata María Antonia de Paz y Figueroa. A partir de ahora (con su ceremonia de canonización fijada por el Vaticano para 2024) la figura de Mama Antula quedará grabada en el corazón de los fieles como la primera santa argentina.

Inicios

María Antonia de Paz y Figueroa nació, en 1730, en Silipica (Santiago del Estero). Desde muy joven, Mama Antula sintió una fuerte inquietud humanitaria que la llevó a intervenir en diferentes causas sociales hasta que finalmente se convirtió en una laica consagrada.

En 1745, la santa supo hacer propias las prácticas religiosas difundidas por la orden de los jesuitas y se dedicó de lleno a servir a Dios a través de varias tareas comunitarias. Junto a otras mujeres consagradas, Mama Antula supo educar a los niños, cuidar a los enfermos y asistir a los pobres con devoción; siempre dispuesta a transmitir las enseñanzas de San Ignacio de Loyola.

Luego de la expulsión -por orden del rey Carlos III- de los sacerdotes de la Compañía de Jesús, Mama Antula decidió continuar con la misión de “llegar a donde Dios aún no era conocido”. Ese espíritu peregrino hizo que la beata recorriera a pie gran parte del Virreinato del Perú para acompañar, oír y transmitir lo aprendido a sus pobladores. “En esos viajes, Mama Antula dejó un legado importante en los territorios que actualmente comprenden su provincia natal, Tucumán, Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja y Córdoba. Al seguir aquellas intensas caminatas hablamos de alguien que llegó a recorrer casi 5.000 kilómetros de distancia y permitirle ser partícipes de los ejercicios espirituales a más de 50.000 fieles”, destaca el historiador Jacinto Leiva.

Después de trasladarse a Buenos Aires, Mama Antula fundó en 1795 la Santa Casa de Ejercicios. Su construcción fue posible gracias a las donaciones que hicieron los fieles, llegando incluso a utilizarse maderas y otros materiales de construcción traídos desde la Banda Oriental y el Alto Perú. El espacio estaba destinado especialmente a todas aquellas mujeres que deseaban acercarse a Dios o necesitaban contención debido a alguna situación de violencia, abandono o marginalización.

Los retiros espirituales que realizaba la beata eran practicados por personas de diferentes condiciones sociales, políticas y económicas, sin que haya estigmatizaciones. “Eso llevó a que Mama Antula interactúe y transmita el mensaje de Dios no solo al común del pueblo, sino también a personalidades relevantes de la época como el virrey Santiago de Liniers o a varios próceres de la Revolución de Mayo (entre ellos, Manuel Belgrano y Miguel de Azcuénaga)”, explica el historiador Guillermo Bellarrosa.

Esta injerencia dentro del clima independentista que se respiraba para entonces  (con los albores de la Revolución de Mayo) hizo que para muchos sea considerada también una “Madre de la Patria”. “La visión de un pueblo unido, sin distinciones, desafió las convenciones básicas de aquella sociedad colonial. En algunos registros de terceros y las cientos de cartas que envió a los jesuitas (luego de su expulsión) aparecen escenas en las cuales Mama Antula relata cómo las esclavas, mujeres inmigrantes y damas de alta alcurnia compartían habitación durante los ejercicios espirituales ignacianos. Para su tiempo se trató de una mujer rebelde, culta al dominar la escritura y la oratoria y con un carisma único”, agrega.

Tras la muerte de su impulsora, desde 1878 y hasta la actualidad, el antiguo hogar (con una estética austera y amplios patios y claustros) pertenece a la congregación de las Hijas del Divino Salvador. Además, en una fracción del terreno -declarado en 1942 monumento histórico nacional-  funciona una academia de Bellas Artes.

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