Estudio del idioma de frases simétricas, que se lee circularmente y se construye en diagonales

Estudio del idioma de frases simétricas, que se lee circularmente y se construye en diagonales

Por Horacio Semeraro. La autora santiagueña investiga el kichua, a partir de investigaciones realizadas en cuatro países.

30 Diciembre 2007
Colaboró con letras de vidalas para el Cancionero Quichua-Santiagueño, del profesor Domingo Bravo, allá por 1952. Sus esculturas y grandes pinturas adornan museos y colecciones privadas. Figura en la Historia del Periodismo Santiagueño, editado por la Fundación Castiglione en 1983. Pero, fundamentalmente, Leonilda Seda ama sus ancestros, sus tradiciones y su idioma.
La idea de plasmar los resultados de su estudio y de sus investigaciones sobre el idioma kichua, realizados a lo largo de 30 años llevó a la autora a la publicación del presente libro, que bien puede catalogarse de ensayo. La justificación para entrar en el género la constituye su singular postura -contraria a la sostenida por muchos lingüistas- acerca de la existencia de un idioma kichua de escritura propia, no sólo hablada. En el desarrollo de la obra, se pretende dar a conocer que la estructura de ese kichua escrito es matemática y mostrar las reglas de construcción que lo conforman.
Si se tiene en cuenta que la autora realizó estudios comparativos entre comunidades indígenas de México, Ecuador, Bolivia y Perú -además de los realizados en su Santiago del Estero natal- y que encontró elementos afines, el estudio reviste especial interés y merece ser tenido en cuenta por científicos y especialistas en la materia para su posterior evaluación. Así, las piezas de alfarería precolombina de dichos países muestran dibujos similares que encierran un lenguaje escrito, decodificado según su interpretación.
Algunas de las conclusiones a las que llega la autora son: el kichua, además de tener una relación numérica, se lee en forma circular; sus frases y/o palabras son simétricas, y las reglas de construcción están conformadas por diagonales, circunferencias y grillas. En estas últimas, los números -dispuestos en casillas- siguen un orden numérico decimal, de una disposición zigzagueante que explicaría la simetría mencionada. De allí las formas de las guardas y de los frisos que pueden observarse en la alfarería precolombina y aun en los dibujos.
El libro se completa con la descripción de las letras, que ejemplifica con palabras, y con la mención de los números que conforman dicha traducción idiomática. Como antecedente, se cita en la obra un artículo publicado por LA GACETA el 26/01/04, en el que se anticipa que un científico italiano da cuenta de la existencia de progresiones geométricas y otras funciones matemáticas en las yupanas y en los quipus, los ábacos con los que contaban los incas. La pregunta del millón sería: ¿eran conscientes de los mecanismos de las progresiones o las aplicaban por descubrimientos casuales? Porque la certeza de su conocimiento sería científicamente tan revolucionaria como lo fue la decodificación de la escritura egipcia por Champollion. © LA GACETA

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