La peor de todas

La peor de todas

Aunque ayer salió el sol, los nubarrones preanuncian graves tormentas en el plano político. Por Federico van Mameren - Secretario de Redacción.

14 Enero 2007
Fue la peor de todas. Los proselitistas cordones cuneta se convirtieron en orilla. El pavimento se volvió río. Los lomos de burro les pusieron ritmo a las olas y las calles de tierra se transformaron en el elemento esencial del barro.
La lluvia infinita levantó el telón. Las escenas que empezaron a dibujarse sobre el tormentoso escenario eran muy distintas a la obra que, con paciencia de orfebre, había venido contando el coro de actores que forma el entorno gubernamental.
Tal vez por eso el miércoles, cuando el torrente se llevaba por delante puentes como si fueran una pelota de papel que se patea al pasar, el gobernador se salió de las casillas. El blanco fueron dos ingenieros, uno secretario de Obras Públicas y el otro, director provincial del Agua. Oscar Mirkin y Juan Sirimaldi recibieron los dardos que lanzó José Alperovich al descargar su bronca y su preocupación por la inundación.
Fue la peor de todas. En todo caso, figurará como uno de los tantos diluvios que siempre se ensañaron con estas tierras subtropicales. Si la unidad de medida son las muertes, hubo meteoros más trágicos durante los cuales la parca navegó por el torrente y se llevó a cuatro como en 2005. Si de evacuados se habla, está fresco el recuerdo de aquellas tristísimas jornadas de 1992 en cuyo transcurso el agua zamarreó a La Madrid y sus alrededores y dejó a más de 7.000 tucumanos acurrucados bajo los techos de las escuelas.
Fue la peor de todas... las omisiones. Exactamente, 730 días antes del diluvio, el 11 de enero, pero de 2005, el propio Mirkin había advertido que se debían invertir $ 2.000 millones en obras hídricas para que las inundaciones no hicieran estragos.
Es indudable que la violencia y la persistencia que tuvo el chubasco de este 11 de enero modelo 2007 es difícil de contener. También es necesario reconocer que las obras evitaron una catástrofe peor. Eso pueden confirmarlo miles de pobladores de los barrios del sur de la capital que por primera vez no tuvieron que abandonar sus casas.
Sin embargo, con la tranquilidad que trajeron los primeros rayos de sol se pudo ver una debilidad de esta gestión. Tal vez por eso fue la peor de todas tal cual se encargó de repetir -cuantas veces pudo- el gobernador. El se desespera por diferenciarse de los "otros". No soporta ser como el general que tuvo el poder en las tinieblas de 1976 y entre 1995 y 1999. Menos aún, el cantautor que ocupó el mismo despacho, y ni que hablar de su inventor, Julio Miranda. Pese a todos los esfuerzos por ser otro, en esta tormenta, al igual que en aquellas lluvias asesinas del último cuarto de siglo, se vio lo mismo.
Por eso fue la peor de todas. Porque como recuerda Carlos Kirschbaum (Ver Cartas al Director del viernes pasado), han pasado muchos años y la película es la misma.
Pasa el torrente y se descubre la pobreza. Debajo del barro, se desnudan miles de tucumanos que viven en la peor de las condiciones. Por eso cuando los presupuestos redundan en abundancia; cuando los millones son palabras corrientes, la impotencia ante la pobreza se convierte en ofensa.
Como sus antecesores, Alperovich advirtió que esta era la peor de todas.
Como antaño, presurosa la Nación mandó su ayuda. Los tucumanos -también como siempre- no dudaron ni un segundo y derramaron su solidaridad sin preguntar a quién ni por qué. Tampoco se cuestionaron si hacía falta en esta época en la que el Gobierno hace gala de ahorros, fondos fiduciarios y presupuestos de vacas gordas.
La tormenta fue un durísimo golpe a la gestión de gobierno.

El color de la vergüenza
La peor de todas... las semanas parece haber sido la que pasó. Comenzó el lunes -aunque el almanaque lo señale al domingo- cuando Alperovich -con todos los bríos renovados tras sus cortas vacaciones- fue brutal contra los 40 legisladores. El martes dijo que le daba vergüenza el Presupuesto de la Legislatura -195 millones de pesos, es decir el 5,5 del también abultado presupuesto provincial-. Espetó que le parecía una aberración que cada legislador le cueste al Estado 400.000 pesos por mes y 5 millones al año. "Ellos -los legisladores- están sólo para dictar leyes y no para otra cosa. No se puede gastar esa plata con toda la gente que está mal en Tucumán", señaló, antes de la gran tormenta.
Fue la peor de todas... las declaraciones. Cayó como una bomba en el bloque de legisladores peronistas, pero fue una cachetada para los hombres y mujeres alperovichistas que le votaron todo lo que pidió durante todo el año. Muchos pensaron -no lo dijeron, por miedo seguramente-: después nos pedirá que trabajemos y juntemos votos para él y para su esposa.

El hombre del sur
El más osado fue el legislador Raúl Hadla. No dudó un segundo en recordar que fue el gobernador quien le pidió que votara ese voluminoso y hasta ofensivo presupuesto de la Legislatura.
El hombre del sur mostró una cintura más ágil que la de Shakira y se contorneó de tal manera con sus declaraciones que logró quedar bien con el gobernador y aclaró que era alperovichista.
Hadla no lo dijo pero debe haberse acordado de aquel mediodía en la casa del titular del Poder Ejecutivo. Entre cada bocado de un asado con buena carne, Sisto Benjamín Terán le pidió instrucciones a su nuevo líder: -¿Qué hacemos con el presupuesto de la Cámara?
Alperovich respondió con una evasiva: "No sé, evalúen...".
Terán insistió: "Bueno, pero ¿qué hacemos con el Presupuesto de la Cámara?".
Fiel a su estilo, Alperovich repreguntó y buceó para ver qué opinaban los otros.
Aldo Salomón fue el más claro: "yo no lo votaré, porque ya salí a criticarlo".
Después de su compulsa, el mandatario lo miró a Salomón y le dijo: "bueno, Aldo, te pido de corazón, aprueben el Presupuesto de la Cámara; yo ya hablé con Fernando (Juri)".
Por eso fue la peor de todas. Porque el propio gobernador mezcló su pelea, su discusión con el eternamente engelado vicegobernador, y los arrastró a los 40 legisladores; entre ellos iban aquellos fieles. Esos que aportaron sus votos aun siendo de la vieja política y no de la nueva que él predica y los mismos que necesitará para los comicios de 2007.

El arcón de la memoria
"El presupuesto de la Legislatura representa apenas el 3,5% del presupuesto total de la provincia. El Poder Legislativo necesita mucha inversión porque no me aflige lo que se gasta, sino que se gaste bien ya que una de nuestras funciones es la de controlar al Poder Ejecutivo". Esa frase no se le ocurrió a ningún legislador actual. Así pensaba -y lo decía- Alperovich cuando era legislador radical y tenía que justificar un alto y criticado presupuesto legislativo.
Pero, la peor de todas para los peronistas debe haber sido la confirmación de que Alperovich decidió que su esposa, la diputada Beatriz Rojkés de Alperovich, sea la candidata a presidenta del Partido Justicialista. Con su anuncio, a las mismas personas que a él le dan vergüenza les pedirá que voten como titular del PJ a alguien que todavía le falta historia dentro del PJ. La batalla será muy dura.
Muchos peronistas esperan señales de Juri. Saben que si eligen quedarse en esta orilla pueden ser condenados al ostracismo oficialista. Sin embargo, los embates de Alperovich los están haciendo pensar. Lo que les preocupa es que Juri tampoco se decide a cobijarlos. Si uno los trapea y otro no los abriga, la lógica indica que debería aparecer otro candidato. Pero en Tucumán la lógica sufre las alteraciones climáticas y de los políticos.
La tormenta diluyó las tensiones. Todos unidos se pusieron a trabajar en pos de los inundados. Hasta Juri lo llamó a Alperovich y hasta el gobernador le atendió el teléfono al vice.
Fue una semana complicada, pero pueden venir peores.













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