Cocineras de un comedor reclaman que Desarrollo Social les redujo los fondos

Cocineras de un comedor reclaman que Desarrollo Social les redujo los fondos

Desde el Gobierno desmintieron cualquier reducción, aunque ningún funcionario brindó declaraciones. Denuncian que desde hace un mes sufren un recorte del 30% en una partida para comprar carne y verduras.

INTEMPERIE. Ponce saca una asadera del horno de barro construido en su patio, donde funciona el comedor. la gaceta / foto de Dzienczarski INTEMPERIE. Ponce saca una asadera del horno de barro construido en su patio, donde funciona el comedor. la gaceta / foto de Dzienczarski
21 Agosto 2017

“¡Guardenmé que ahí voy con el taper!”, gritó Jonathan desde su carro, mientras entraba a toda velocidad por un pasillo en La Costanera en la oscuridad de las 20. “Desde hace un mes nos redujeron el dinero que nos daban para sostener el comedor, entonces los que llegan tarde se quedan sin comer. Así no nos alcanza”, explicó Josefina Medina mientras servía con un cucharón la última porción de guiso de lentejas. Una de las cocineras del comedor de noche para jóvenes adictos de la barriada reclamó por la reducción de una partida para comprar alimentos. Jonathan, que se recupera de su adicción a la cocaína y al paco, no cenó.

Madres de jóvenes adictos y miembros de un grupo de recuperación de las adicciones denunciaron que el Ministerio de Desarrollo Social provincial disminuyó los fondos para sostener el comedor nocturno, enfocado en alimentar jóvenes adictos al paco (residuo del procesamiento de la cocaína). Informaron que cocinan gracias a dos partidas: reciben cada dos semanas alimentos “secos” o no perecederos (fideos, arroz, lentejas, latas de puré tomate), y un monto en efectivo para “frescos” (carne, pollo, verduras y condimentos). “Antes teníamos hasta $1.500 para cada jornada en la que se cocinaba, pero desde hará cosa de un mes sólo tenemos $1.000. Como la cantidad de chicos que vienen a comer aumentó, podemos sostener la cantidad de porciones que servimos gracias a donaciones”, explicó Medina, que se recupera gracias a un equipo de la Secretaría de Adicciones provincial, y es una de las cocineras. Desde el departamento de prensa de Desarrollo Social informaron que ningún funcionario del área brindaría declaraciones y negaron el recorte.

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El comedor comenzó en abril de 2016, como una iniciativa del grupo para luchar contra las dos problemáticas que más se incrementaron en la zona: el hambre y el consumo de paco. El primer año funcionó dos noches por semana. Se cocinaba en el patio de la casa de Blanca Ledesma, una de las Madres del Pañuelo Negro, y luego se servían las raciones en la casa parroquial. Este año también se cocina a la intemperie: la actividad se trasladó a la casa de Jaqui Ponce, donde se cocina y se sirve a los jóvenes. Por decisión de los profesionales del equipo de psicólogos y trabajadores sociales el comedor nocturno ahora funciona una vez por semana.

“Está mal lo que hacen porque juegan con el hambre de la gente. ¿Cómo hacemos para cocinar con $1.000 en vez de $1.500? Acá se da de comer a 90 personas; aparte se nos sumaron las madres de los chicos adictos. Con la plata de ahora sólo alcanza para 10 kilos de carne en vez de los 18 o 20 que corresponden. Si el cálculo es 200 gramos de porción de carne por cada ración, con 10 kilos no nos alcanza”, explicó Medina. Desde la reducción, cocinaron dos veces guiso, una vez kipe y otra vez pizza. “Esto preocupa, no podemos dejar de darles de comer a los chicos”, continuó Medina.

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Como no tienen gas natural o garrafas, cocinan con leña y basura. “Da la impresión de que no les interesara la vida de los drogados, de los zombis de La Costanera. En Tucumán hay chicos que se mueren de hambre. Me duele mucho, porque estoy intentando recuperarme y para muchos la comida de aquí es fundamental”, dijo Medina mientras tiraba las bolsas de arroz al fuego, para que la llama se eleve. Elsa Ledesma, otra de las cocineras, asentía a su lado.

“Se trata de un comedor de noche que funciona semanalmente y que está orientado específicamente para adictos. El objetivo es que no sólo coman, sino que se establezca un espacio de contención y que se genere un vínculo para comenzar con la asistencia, con un tratamiento”, explicó Emilio Mustafá, psicólogo social y miembro del equipo territorial de la Secretaría de Adicciones de la provincia que trabaja en esa barriada de la capital.

El funcionario explicó que la reducción es del 30%. “El año pasado el presupuesto para alimentos frescos era de $1.500 por cada día que se cocinaba. Se organizaban dos comedores a la semana, pero lo redujimos a una jornada porque no había suficientes técnicos para sostenerlo. El año pasado había ocho comedores mensuales. A $ 1.500 por jornada, el monto mensual alcanzaba los $ 12.000. Ahora se organizan cuatro, con $ 4.000 mensuales”, detalló Mustafá.

Desde la oficina de prensa del Ministerio de Desarrollo Social explicaron a LA GACETA que ningún funcionario brindaría declaraciones. Se informó que no hubo reducciones a ninguno de los comedores y cocinas comunitarias que sostiene la provincia. Indicaron que el comedor nocturno de La Costanera no depende de la Dirección de Política Alimentaria, sino de la Secretaría de Adicciones (también dentro del organigrama de Desarrollo Social).

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