Les canjearon el carro por un motocarro pero no pueden usarlo

Les canjearon el carro por un motocarro pero no pueden usarlo

Como en la Municipalidad no les dieron los papeles necesarios para circular, es imposible que salgan a la calle.

SIN USO. Pablo Zurita, rodeado por algunos de sus ocho hijos y vecinos, asegura que ya no usa el motocarro porque no lo dejan circular sin papeles. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI. SIN USO. Pablo Zurita, rodeado por algunos de sus ocho hijos y vecinos, asegura que ya no usa el motocarro porque no lo dejan circular sin papeles. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.
19 Noviembre 2015

Pablo Zurita, de 38 años y 8 hijos, ganaba unos $150 por día recogiendo y luego vendiendo papel y cartón en un motocarro. A ese monto a veces tenía que restarle unos $100, porque inspectores viales o municipales -no sabe reconocerlos- le pedían ese dinero para seguir circulando por las calles o avenidas de la ciudad debido a la falta de papeles. Ante esto, ahora trabaja de albañil. Zurita, como las otras siete personas que recibieron vehículos del municipio capitalino por el programa “Primera sustitución de tracción a sangre”, apagaron los motores hace meses, ya que nunca recibieron una autorización para circular con los motocarros que son propiedad de la Municipalidad.

El 16 de diciembre de 2014 el entonces intendente Domingo Amaya inauguró el programa con la entrega de las llaves a ocho familias de La Costanera que accedieron a dejar de usar carros tirados por caballos. Los animales fueron insertados en el programa gratuito de equinoterapia que se ejecuta en la sede del Cenara o donados a escuelas de alta montaña. “La nafta correrá por cuenta de ellos. Pero primero recibirán una capacitación sobre manejo y Educación Vial en la Dirección de Tránsito. Una vez que estén listos y que tengan el carnet de manejo en la mano podrán salir a la calle”, había dicho Jorge Pérez Musacchia, ex titular del Cenara. Esa fue otra de las promesas que, según los beneficiarios, no se cumplió.

Dominga Ledesma, esposa de Zurita, fue quien golpeó diferentes puertas del municipio para gestionar los papeles que faltaban, como la cédula verde y los carnets de manejo para los conductores (“nos habían prometido que nos los gestionarían de manera rápida”), pero no consiguió respuestas a casi un año desde que se lanzó el programa. “Sentimos que hemos salido perdiendo al entregar el carro y el caballo. A los tres meses de que nos entregaran las llaves vinieron a vernos, pero después no aparecieron. De las ocho familias, ninguna los usa. No hemos recibido clases de manejo, no tenemos cédula verde. Están casi nuevos por falta de uso”, explica Ledesma, mientras le saca el toldo con el que tapaba al vehículo, que está estacionado en su patio repleto de barro. Al costado del motocarro blanco se lee “Programa de sustitución de Tracción a Sangre. Secretaría de Servicios Públicos. Cenara”.

Ramona Zurita, también vecina de La Costanera, cuenta que el suyo se rompió y que repararlo o ponerle nafta sale caro. Por ello, para mostrarlo para esta nota varios vecinos tuvieron que empujarlo desde su fondo hasta la avenida que está justo a un costado del río Salí. “Mirá, casi nuevo”, se ríe la mujer, pero se pone seria cuando decide hacer un pedido de ayuda a las autoridades municipales y provinciales: “acá no vinieron ni a hacer campaña. Quiero pedir en nombre de los vecinos que aunque sea nos ayuden para comprar zapatillas para los chicos del barrio. No tenemos nada y no sabemos qué vamos a darles de comer mañana”, se lamenta Ramona, que desde hace unos 20 años vive en la zona.

Pablo Ledesma, joven de 21 años, aclara que él es el único que usa el vehículo. Pero resalta que sólo lo mueve para hacer algunos trabajos cerca de su casa, o ir al Mercofrut, y evitando a toda costa los controles.

Gestionando el permiso

En el municipio confiesan que “Primera sustitución de tracción a sangre” es un programa de la anterior gestión que tiene que seguir perfeccionándose y que se lo ampliará el año que viene. A su vez, indican que se realizarán estrictos controles dentro de las cuatro avenidas para evitar la circulación de carros de tracción a sangre.

“Queremos dejar en claro que los motocarros son propiedad del estado municipal. Y para que los trabajadores puedan evitar contratiempos, como el secuestro de los vehículos, en los próximos días vamos a regularizar esa situación. Estamos tramitando los permisos de libre circulación. Como son bienes en comodato, no se pueden transferir. Y para que los trabajadores de la actividad no tengan inconvenientes con los inspectores municipales vamos a proceder a entregar un permiso, equivalente a una cédula azul. Con esta medida estamos convencidos que el inconveniente podrá ser subsanado en el corto plazo”, asegura el secretario de Gobierno de la municipalidad de esta capital, Walter Berarducci.

Ordenanza trunca

En marzo de 2013, el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán aprobó un proyecto de ordenanza del concejal alperovichista Ignacio Golobisky, que se proponía erradicar la presencia de los carros, a cambio de motocarros. Pero como primer paso -según se describió en ese entonces- se proponía realizar un censo de los vehículos, los animales y las personas que trabajan con ellos. El segundo paso era el de formación de cooperativas de trabajo para organizar a los carreros o integrarlos al monotributo social, entre otros puntos (como el de organizar talleres de mecánica para que ellos mismos pudieran arreglar sus vehículos). Y como objetivo a largo plazo, proponían reemplazar los carros tirados por caballos por motocarros entre otras ideas. A pesar de haber sido aprobada por unanimidad por el cuerpo de concejales, en abril de ese año Amaya vetó la ordenanza. “La entrega de los ocho vehículos fue una pantomima montada por Amaya y Alfaro. No tenía ningún tipo de relación con lo que fue la ordenanza aprobada por unanimidad. Era previsible que el proyecto de ellos iba a fracasar porque no se hicieron bien las cosas, no hubo un acompañamiento, entre muchos otros aspectos”, opinó el ex edil, sobre la situación de los carreros que son parte del programa “Primera sustitución de tracción a sangre”.

Trueque en la Costanera

Un día antes de la entrega de los vehículos


El 15 de diciembre de 2014 LA GACETA publicó la historia de las ocho familias (en su mayoría familiares entre sí) que estaban por cambiar sus carros y caballos por motocarros. Fue el Centro de Adaptación y Reubicación Animal (Cenara) el que ejecutó ese programa municipal; y su titular en ese tiempo, Jorge Pérez Musacchia, indicó que tenían que controlar que ese objetivo se lograra y que fuera claro. “Por ello, los beneficiarios recibirán acompañamiento después de la entrega del vehículo”, dijo entonces. Y añadió que los adjudicatarios iban a recibir clases de manejo y Educación Vial. Desde el municipio se dijo que la Dirección de Familia y Desarrollo Comunitario había elegido esos beneficiarios “por la cantidad de hijos y porque dependen exclusivamente del trabajo que consiguen con sus carros”.

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