Rescatar el poder de la palabra

Rescatar el poder de la palabra

Sin ánimo de discutir la consagrada frase "una imagen vale más que mil palabras", quisiera rescatar hoy el poder de la palabra -o del lenguaje si se quiere- capaz no solo de establecer comunicación sino hasta de modificar conductas. Y si no, probá decirle a un niño "¡qué tonto que sos!" y vas a ver que se convierte en un tonto. Y ocurrirá a la inversa si tus palabras hacia él son de aliento y confianza. Desde hace unos años empecé a probar conmigo misma. Cosas pequeñas. Como dejar de decir "tengo que..." por "quiero..." o "necesito..." o "sería bueno que..." Los resultados también son pequeños, pero los veo profundamente significativos. De tener la sensación de una enorme carga sobre mis espaldas pasé a disfrutar de algunas de las cosas que hacía, a aceptar otras que no me gustaban tanto y a proyectar con entusiasmo iniciativas propias o compartidas. También dejé de insultarme y decirme palabras desagradables cada vez que metía la pata. Y empecé a comprender que equivocarme forma parte del aprendizaje cotidiano, ese que no se acaba nunca, y del hacer mismo, ese que sí se acabará en algún momento. Y para esas transformaciones internas solo bastó reemplazar unas palabras por otras. No es tan difícil de llevar a la práctica, y luego cantar, junto a Sabina, "que gane el quiero en la guerra del puedo".

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