"Sólo intenté ubicarme en la vida"

"Sólo intenté ubicarme en la vida"

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08 Julio 2012

- Las tumbas tuvo 15 ediciones en un año y medio, si no me equivoco. ¿Cómo fue para usted asimilar un éxito de tamaña envergadura, ver que su libro se convertía en tan poco tiempo en poco menos que un clásico?

- Siempre intuí que la novela podría funcionar debido a que tenía en claro las fronteras que iba a forzar. Tema nunca tratado, lenguaje suelto, etcétera. Pensé que con los desechos que la literatura convencional no aconsejaba usar, yo podría crear mi propio espacio.

- ¿Qué valor le sigue otorgando hoy, cuatro décadas después, desde lo autobiográfico -el peso emocional que la obra contiene- y a la obra en sí como objeto artístico?

- Creo que la respuesta está explicada en el prólogo que hago a este 40 aniversario. Entiendo que la suma de novelas es el cuerpo literario de un autor, y en mi caso, sin duda, Las Tumbas es el corazón de ese cuerpo literario.

- ¿Por qué eligió para la novela ese lenguaje seco y despojado, a la vez que tan "argentino" y coloquial? ¿Existía otro lenguaje capaz de contar Las tumbas?

- Continúo la primera pregunta. Al principio tuve la idea de escribir un ensayo sobre los institutos de menores. Cuando leía lo que había escrito, me aburría. Y entonces leía los apuntes que yo tenía anotados como recuerdos y anécdotas, y eso se me hacía más soportable. Entonces decidí dejar la idea del ensayo y pensé en una novela. Mi referente es Miguel Cané y su maravillosa Juvenilia. Como yo tengo una lectura muy atenta sobre casi toda la literatura argentina de aquel tiempo de oro, entendí que debía actuar de la misma manera en que lo habían hecho ellos: respetando la extracción social, su cultura y los parámetros de la época. Entonces la novela está escrita desde mí y para mí. Desde mi extracción social, desde mi mundo, desde el lenguaje que el tema requería. Y para concretar el hecho, al escribirla no desde la tercera persona sino desde la primera, me permití la libertad que la novela tiene.

- ¿En qué género la encuadraría: realismo, realismo sucio, neorrealismo?

- Creo que la encuadraría en el género literario, ya que me baso en aquello de Oscar Wilde acerca de que la literatura es una sola, buena o mala. Pero si me corre y me exige le diría que más bien me animaría al rubro provocador, pero sin mucho entusiasmo, créame, sólo por ser gentil con su pregunta. O mejor, diría, si me permite, tremendista, que es la misma acusación que le hacían a Camilo José Cela.

- ¿Cree que la obra es un producto de su época (la del autor y la de la Historia)? Siendo que lo "tumbero" se masificó (y ante la masificación suele reinar el vaciamiento de la esencia de las cosas) a través de los medios de comunicación pos-crisis 2001.

- Se me enreda la pregunta pero zafaré: es lógico que sea, toda obra, producto de su época. Uno se ilustra con el entorno que le tocó, no con el que uno quisiera. Yo hubiera preferido tener que escribir Juvenilia, pero me tocó un papel diferente y sin poder eludirlo. Tenemos aquello de Ortega: el hombre y sus circunstancias. Si encuentro editor, este año publicaré El Jardín de Anías, una novela que es la síntesis de su pregunta, ya que la escribí como respuesta a la opresión que este tiempo me impone. Por ejemplo Strip-Tease, fue un caso parecido. Recuerdo que Di Benedetto y Marco Denevi coincidían en que la locura de esa novela prefiguró el período que descuartizó a la Argentina.

- Releyendo el principio de Las tumbas recordé tres novelas con historias "marginales": La ley de la ferocidad, de Pablo Ramos; Las garras del niño inútil, de Luis Mey, y buena parte de la novelística de Leonardo Oyola. ¿Existe una "literatura marginal"?

- No creo que sea marginal. Y menos pensando que se integró mansamente al mundo literario. Y éste, además, la recibió cordialmente, aunque con cierta prevención, por supuesto.

- Alguna vez Pablo Ramos me contó que la escritura le salvó la vida. ¿A usted le ha sucedido algo por el similar?

- Fue Jimmy Hendrix quien a esa pregunta tan retórica "qué hubiera sido si no hubiese etcétera", respondió "Si no hubiera sido músico, hubiera sido criminal". Bueno, no es mi caso, creo que soy bastante sociable. Yo sólo intenté ubicarme en la vida. Los que me conocieron desde siempre, me aseguran que debí haber sido jugador de fútbol, y yo, verdaderamente siempre quise ser Troilo, Raúl Berón, Fangio, Fred Astaire, Ray Sugar Robinson, un cowboy de las novelas de Zane Grey, Gardel, o el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos Juan Manuel Moreno, mejor que Pelé-Maradona-Messi, pero no por jugador de fútbol sino porque las damas hacían cola. También me hubiera gustado ser Ed Hudson, Orson Wells, Dick Haymes, Victor Mature, Robert Mitchum, Glenn Ford y muchos más, no por ellos, sino porque amaron a Rita Hayworth, pero no me quejo ya que pude tomar un whisky con ella. También quise ser Mike Spillane o su pupilo Mike Hamer, y millones más, entre los que está Céline, por supuesto; y qué casualidad, él renegó de su obra a pesar de que Dios le permitió superar a Shakespeare. En fin, digamos que sé valorar lo que tengo y no llorar lo que se perdió, pero nunca me manejé en términos totalitarios. La vida tiene grises, y como decía Kipling, esa es otra historia.

© LA GACETA Hernán Carbonel - Periodista y escritor.



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