Lo lícito, lo permitido y lo conveniente

Lo lícito, lo permitido y lo conveniente

Por Gretel Ledo - Abogada, politóloga, socióloga, máster en relaciones internacionales por la Universitá de Bologna - Analista política

CONTRASTE. El Gobierno habla de crecimiento; la gente, del mercado caro. CONTRASTE. El Gobierno habla de crecimiento; la gente, del mercado caro.
03 Junio 2012
Entre los problemas que aquejan a la sociedad argentina se encuentra la antítesis entre los índices oficiales de crecimiento económico y la percepción diaria de un mercado que es cada vez más costoso.

Las restricciones cambiarias, las barreras a las importaciones y exportaciones, el parate del mercado inmobiliario, la fuerte estampida en el crecimiento de precios en general y la permanente modificación en las condiciones de comercialización, son la pauta de un Estado tapón que no crece ni deja crecer.

Claro está que la fuerte crisis que se vive a nivel mundial ha colocado a nuestro país entre uno de los tantos que se encuentran decididos a incrementar sus estrategias proteccionistas, quebrando toda regla sensata de integración global.

La isla de Gilligan
Lo que hoy está gobernando es un espíritu de temor. Temor a la misma sociedad argentina que confía más en una moneda externa que en la propia, temor a una estampida del sector bancario, temor a perder el poder sobre el amañatamiento de los recursos de manera que automáticamente se erosionaría el poder político y, con ello, la credibilidad social; temor a convalidar la idea de crecimiento a través de la inserción económica mundial.

Como si más fuese menos, como si abrirse quebraría la cómoda visión de asumir la ausencia de riesgos del ostracismo global. Argentina eligió convertirse en la "Isla de Gilligan". Una isla que fue bautizada por un puñado de personas bajo reglas poco creíbles, pero aplicables con la capacidad coercitiva suficiente como para convertirse en costumbre. Lo peligroso es el trazado de normas que ni siquiera son claras en el mismo seno que las vio nacer. Allí, en esa oscuridad, la única gobernante se llama corrupción. Lo espurio lleva a confusión y la perturbación espiritual es percibida por quienes no son partícipes de esta coyuntura breve pero intensa.

La pregunta que aún queda pendiente: este panorama, ¿es consecuencia de la ausencia de asesoría certera hacia quienes toman decisiones o se trata de un programa sistemático que se lleva adelante adrede de forma planificada?

Como dice la palabra de Dios en 1 Corintios 10:23, "todo me es lícito más no todo conviene".

Que algo sea lícito da cuenta de permitido, pero no necesariamente conveniente.

Es tiempo de separar las conveniencias personales de las que realmente son argentinas.

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