Comprar un campo en Tucumán resulta imposible

Comprar un campo en Tucumán resulta imposible

Los precios de las tierras para cultivos crecen en dólares, a partir de una demanda de campos que es sostenida. Piden valores a menudo irrisorios, pero ni aún así los dueños de los campos quieren desprenderse de su patrimonio. En Tucumán, la caña avanza sobre la soja y el limón, y la frontera agropecuaria se expande hacia las provincias vecinas.

LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
26 Junio 2011
¿Cuánto cuesta la hectárea de tierra para cultivo en Tucumán? Probablemente nunca tuvo tantas dificultades LA GACETA para determinar un dato que usualmente conocen en las inmobiliarias o los dueños de las explotaciones rurales. "El problema es que nadie quiere vender; entonces, se fijan precios irrisorios que pocos pueden pagar. Pero si surgiera alguien dispuesto a afrontar una inversión desmedida de este tipo, ni aún así quieren desprenderse de sus campos", reveló a LA GACETA el consultor agropecuario Oscar Ricci.

Lo concreto es que ante las frecuentes crisis en los sistemas financieros del mundo, sumado a un alza creciente e incontenible de los valores de los alimentos, la tierra para cultivo se convirtió en la opción preferida de todo tipo de inversores. Es así que se dispararon en dólares los precios de los campos.

"Hoy hay una fuerte demanda de tierras para caña, y la soja y el limón ceden terrenos a partir de esta tendencia. De todas formas, nadie se quiere desprender de sus campos, porque si no los siembran los pueden arrendar y obtener muy buena rentabilidad", expresó Ricci. El experto aseguró que es virtualmente imposible comprar una finca, por ejemplo, de unas 500 hectáreas en la zona central cañera. "O sea, un buen campo cañero en la mejor zona puede valer U$S 15.000 la hectárea, cifra que es ficticia, porque nadie la podría pagar, y porque probablemente el dueño tampoco querría vender ni aún con esos precios altísimos", apuntó. La soja también despierta pasiones. En 2001, un terreno apto para granos en Tucumán valía U$S 3.000 la hectárea, y hoy ese mismo campo se cotiza a U$S 10.000. Pero tampoco en este caso nadie quiere vender.

Los precios que no crecieron tanto en proporción a los valores de los campos de caña y de soja fueron los de las tierras para limón, siempre las más caras, por poseer características especiales. Hoy un campo con limón con buenas plantas valdría unos U$S 20.000 la hectárea, pero tampoco hay oferta en este caso.

"Tucumán ya no tiene nuevas tierras para cultivo, y el mercado inmobiliario rural está paralizado. La cuestión, para entender bien, es que si un campo vale ocho y el dueño se vuelve loco y pide 12, habrá 10 inversores en la puerta esperando para comprarle. Así están las cosas", graficó Ricci. El aumento de la demanda de tierras para cultivos en las provincias vecinas, que suelen ser menos rendidoras que las de Tucumán, también dispararon los precios. "Se habla en cualquier caso de valores de U$S 5.000 la hectárea, pero hablamos de tierras de baja calidad, de alto riesgo. Pero es lo que hay", finalizó Ricci.

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