"Si no llevo 30 pesos a casa no puedo volver"

"Si no llevo 30 pesos a casa no puedo volver"

En Tucumán, los organismos públicos diseñan soluciones en base a las denuncias que se formulan sobre explotación infantil. No hay estadísticas acerca de la magnitud de la problemática. Sin embargo, un informe de la Universidad Católica Argentina sostiene que un 24,6% de los niños y adolescentes desempeñan actividades domésticas y otras económicas.

EN LA CALLE, POR UNOS PESOS. Dos de cada 10 niños y adolescentes del Gran San Miguel quedan relegados de las políticas de inclusión educativa. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI EN LA CALLE, POR UNOS PESOS. Dos de cada 10 niños y adolescentes del Gran San Miguel quedan relegados de las políticas de inclusión educativa. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
13 Junio 2011
"Tenía seis años cuando empecé a trabajar. Barría, fregaba y limpiaba el piso", cuenta Fidela, sin inmutarse. La niña de 10 años aclara: "vivo con mi mamá y mi abuela. Ellas también trabajaban. Mi mamá iba al ingenio o a cortar limones. Mi hermanita de tres años la ayudaba a mi abuela a barrer en la casa. Y yo comía en casa ajena, porque mami no tenía bastante comida".

Sin prejuicios y crudamente honesta, la nena trabajadora contó en detalle: "ayudaba a una señora a hacer de todo. Ella me pagaba, pero no me trataban bien. Me dijo que yo tenía que barrer, fregar, esas cosas, porque ella tenía que hacer la comida".

En un semáforo de esta capital, Carlitos siempre sonríe. Con una botella de plástico llena de agua y detergente en una mano, limpia parabrisas cada vez que el rojo para el tránsito. "Nunca estoy más de un día en un lugar. Siempre cambio para que la gente no se canse de mí", expresa el niño de 13 años.

"En casa somos 10 hermanos, seis de un mismo padre y cuatro, de otro. Yo soy de la segunda tanda", cuenta con cierta jocosidad, como burlándose de sí mismo.

"Dejé de estudiar después de completar la primaria. Si no llevo 30 pesos a casa no puedo volver. Todos debemos colaborar. Cuando no limpio parabrisas lustro zapatos, salgo a pedir o vendo algo", dijo.

Hechos cotidianos en tiempos en que se celebra el Día Mundial en contra del Trabajo Infantil. Fidela y Carlitos pueden ser la imagen del flagelo. Dos de cada 10 niños y adolescentes (de entre cinco y 17 años) que residen en el Gran Tucumán-Tafí Viejo (el principal aglomerado urbano provincial), realizan un trabajo doméstico intensivo y/o desempeñan actividades económicas, según el informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de la Universidad Católica Argentina (UCA). "Se trata de niños que quedan relegados en las políticas de inclusión educativa", afirmó a LA GACETA Ianina Tuñon, investigadora de la UCA.

El trabajo fue realizado sobre la base de los microdatos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina de la UCA del segundo semestre del año pasado. Entre otros resultados, arrojó los siguientes:

El 10,9% de la niñez y adolescencia realiza tareas domésticas de modo intensivo, es decir que tiene bajo su responsabilidad las tareas de atender la casa como limpiar, lavar, planchar, hacer la comida, cuidar hermanos y/o hacer mandados, compras, juntar agua o buscar leña (7,7% en el grupo de edad de cinco a 13 años y 18.5% en los adolescentes entre 14 y 17 años).

El 16,6% de los niños/as y adolescentes entre los cinco y 17 años ayuda a familiares u otras personas en un trabajo, hace alguna actividad por su cuenta para ganar dinero o tiene un trabajo como empleado o aprendiz (13,3% entre cinco y 13 años y 24,8% entre los 14 y 17 años).

El trabajo en cualquiera de sus formas(doméstico o en actividades económicas) alcanza al 24,6% en la niñez y adolescencia entre los cinco y 17 años (36,7 % entre los 14 y 17 años y 19,6 %, entre los cinco y 13 años) cualitativamente, el informe de la UCA demuestra que, el trabajo infantil está naturalizado en las zonas rurales (es una costumbre), y en la necesidad de las familias de dejar a cargo de las tareas domésticas a sus hijos para salir a trabajar.

En Tucumán no hay estadísticas oficiales respecto de la evolución del problema del trabajo infantil. Sin embargo la ministra de Desarrollo Social, Beatriz Mirkin, dijo que el tratamiento de esta problemática está incluido en la agenda política y que a través de su área se están articulando medidas y seguimiento de casos específicos o denunciados por la sociedad.

Una perversidad

"El trabajo infantil es un flagelo mundial, y en Tucumán ya tiene forma de perversidad; no sólo que no se ha frenado sino que sigue avanzando", señaló, por su parte, el secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores de la República Argentina (Uatre), Jesús Pellasio.

El dirigente indicó que la problemática del trabajo infantil ya dejó de ser un patrimonio exclusivo de la ruralidad. "Ahora se ha extendido a otras actividades como la industria textil y a los semáforos". Reconoció que en el microcentro se ha incrementado la presencia de niños, niñas y adolescentes vendiendo cosas o simplemente mendigando, expuestos a la peligrosidad de la calle y hasta la prostitución.

Se define trabajo infantil a todas aquellas actividades y/o estrategias de supervivencia, remuneradas o no, realizadas por niños y niñas, menores de la edad mínima requerida por la legislación nacional vigente para incorporarse a un empleo. Se trata de actividades y estrategias visibles, invisibles u ocultas, donde el "sustento logrado" o el "beneficio" del servicio puede servir para sí mismo y/o contribuir al mantenimiento del grupo familiar de pertenencia y/o de la apropiación de terceros explotadores.

El problema es grave para Pellasio: en la ruralidad el trabajo infantil se hace cada vez más indetectable, porque permanece oculto, y sólo se hace visible cuando existen denuncias. "Sin embargo los casos no llevan nombres ni apellidos, por lo que sólo son eso, registros de casos", indicó, al hacer referencia a la falta de estadísticas, y relevamientos sistemáticos por parte de los órganos de contralor.

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