"El valor de la vida no puede darse por descontado", advierte un sociólogo

"El valor de la vida no puede darse por descontado", advierte un sociólogo

El experto Tenti Fanfani advierte que muchos jóvenes están mal "aunque no lo sepan" y reflexiona sobre la existencia. Los adultos no saben qué leen, qué consumen, qué hacen en internet los chicos, afirma el autor de "La condición docente".

EL AULA Y SUS FUNCIONES. La sociedad pide a la escuela que enseñe, además de matemáticas y lengua, a controlar la agresividad, teoriza el especialista. LA GACETA / HECTOR PERALTA EL AULA Y SUS FUNCIONES. "La sociedad pide a la escuela que enseñe, además de matemáticas y lengua, a controlar la agresividad", teoriza el especialista. LA GACETA / HECTOR PERALTA
06 Mayo 2011
El sistema de suposiciones sobre el que se estructuró la convivencia social ha cambiado radicalmente, según el prestigioso sociólogo Emilio Tenti Fanfani (Ancona -Italia-, 1945). Esa transformación incluye cuestiones básicas y esenciales. "El valor de la vida no puede darse por descontado", asevera el experto, un convencido de que los adultos están llamados a comunicar e inculcar ese principio a las nuevas generaciones. "Para que la vida valga, esta debe tener un sentido", reflexiona desde la Ciudad de Buenos Aires en diálogo telefónico con LA GACETA.

Los fines dan una razón a la existencia. "Cuando falta el sentido, el por qué, ¿para qué vivir?", interroga el investigador italiano nacionalizado argentino. De acuerdo con su opinión, el gran desafío de la educación (formal y hogareña) es ayudar a los niños, adolescentes y jóvenes a hallar una razón de ser donde canalizar deseos y energías. "Es decir, a concebir una vida con futuro y sueños de mediano y largo plazo que oponga resistencia a la cultura que promueve la felicidad inmediata e instantánea en un hoy sin mañana", cavila el catedrático de la Universidad de Buenos Aires.

Los tiempos regidos por la consigna del "reventemos todo ya mismo" oprimen a los que menos experiencia tienen en el oficio de (sobre) vivir. "Muchos jóvenes están mal aunque no lo sepan; hay un malestar en las nuevas generaciones que varía en función del nivel socioeconómico y de la situación geográfica concreta", postula Tenti Fanfani, que encuadra en ese ámbito los casos de adolescentes que deciden quitarse la vida. "Los suicidios de los chicos son expresiones máximas de abandono", define con seguridad, tras lamentar las muertes recientes de dos alumnas de una escuela pública de la Capital tucumana. El autor de "La condición docente" (2005) sugiere que el chico que pone término a su vida llegó a esa determinación en soledad: "nadie lo vio con el significado profundo del verbo ?ver?. Tal vez parecía ?normal? porque nadie lo conocía realmente. Estaba solo, libre en los tiempos donde no hay libretos para vivir y librado a sí mismo. Eso es un mito: todos necesitamos soportes, el apoyo de pares y mayores".

La palabra sana

La ruptura de ese aislamiento depende del mundo adulto. "No los conocemos, no entendemos cómo hablan y se visten. No sabemos qué consumen, qué leen, qué hacen en internet y qué música escuchan. Para muchos docentes, los jóvenes son como extraterrestres", enfatiza Tenti Fanfani. El licenciado en Ciencias Políticas y Sociales considera que si los mayores no conocen a sus chicos, mal podrán ayudarlos y, en última instancia, convertirse en soportes de su crecimiento. "Hay que hacer un esfuerzo adicional para entender lo que les pasa. La palabra restablece los puentes rotos. La ausencia de palabras se llena con actos. Si no puedo hablar, digo las cosas a las piñas o me mato", añade.

La enseñanza de la capacidad expresiva hoy depende de la escuela. El coordinador del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (dependiente de la Unesco) reconoce que los establecimientos educativos no terminan de encontrar un criterio para abordar roles y funciones que antes eran de competencia familiar. Precisa: "el alumno es considerado un cerebro, una razón. A los profesores les cuesta ver la parte del corazón, el universo psíquico donde habitan emociones como la rabia, el dolor, la alegría, el odio, el amor, la tristeza... Todas estas pulsiones, ¿cómo se administran? ¿Cómo se gestionan?".

Tenti Fanfani, cuyano por adopción, enuncia que los hogares occidentales no están en condiciones de garantizar lo que en el pasado recibía el nombre de socialización: "por ello la comunidad pide a la escuela que enseñe, además de matemáticas y lengua, a controlar la agresividad".

Los nuevos paradigmas institucionales plantean retos de alta complejidad. El sociólogo, sin embargo, insiste en las cosas sencillas: "los chicos que tienen una pasión están mucho menos expuestos a la idea del suicidio que los que no tienen ningún motivo para saltar de la cama. Es importante fomentar los proyectos de vida, alentar la afición por las artes, los pasatiempos y los deportes. Nadie nace espontáneamente enamorado del violonchelo: lo más común es que un adulto despierte ese sentimiento acercando al niño a este instrumento musical".

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