Cuando el dueño deja de ser el rey de la empresa

Cuando el dueño deja de ser el rey de la empresa

El salto hacia la profesionalización implica la pérdida del rol protagónico por parte del fundador para que la compañía siga creciendo. Junto con el propietario, en la organización los trabajadores deben salir de la zona de confort. El camino hacia el cambio.

22 Marzo 2011
Seguir siendo el rey o querer hacerse rico (con una empresa que crece). Noam Wasserman, profesor en la unidad de Gestión Empresarial en Harvard Business School, plantea esto en lo que denomina "el dilema del fundador". Y eso, necesariamente, le pasa a todo aquel que emprenda un negocio y deba tomar decisiones por el bien de su empresa.

Lo explica Paula Molinari, directora de la consultora Whalecom. "Generalmente el empresario se plantea que debe atender cientos de temas a la vez y no le da el tiempo", argumenta la profesora del Master Ejecutivo en Dirección de Empresas de la Fundación del Tucumán. Es claro que cuando esa es la cuestión se está en presencia del fundador de empresa que se desempeña como un hombre orquesta. Y en las empresas, dice Molinari, está claro cuáles son sus características: el fundador conoce como pocos a los clientes y al mercado; sus empleados son de extrema confianza y los valora por su lealtad y espíritu de familia. El que más trabaja es el dueño.

Pero llega un momento en el que ese dueño entra en crisis y, su estado emocional puede poner en peligro a la empresa. Molinari atribuye esa situación a tres factores: el agotamiento del fundador; el crecimiento de la empresa y, con ello, de la estructura, y, finalmente, los errores, que muchas veces por conservar el pensamiento tradicional puede poner en riesgo el negocio.

¿Qué hacer? Molinari indica que, cuando esas situaciones son cada vez más frecuentes, al dueño no le queda otro camino que pegar el salto hacia la profesionalización de la compañía, en un mercado signado por una fuerte competencia. Y, en esa transición, pueden encontrarse con otro dilema: "digo lo que quiero, pero no lo hago".

En el camino hacia la profesionalización se encuentran muchas pequeñas y medianas empresas de esta parte del país, puntualiza Molinari, que está próxima a editar un libro vinculado con este tema. Ella ve cuatro causas que pueden frenar ese proceso:

La inversión necesaria: profesionalizar una empresa significa invertir dinero y tiempo del dueño para recuperar las ganancias en el mediano plazo.

Incertidumbre: es imprescindible hacer las cosas de otra forma. Como humanos, amamos el cambio pero nos resistimos a él. La salida de la zona de confort causa ansiedad; por eso se evita.

El dueño en otro rol: debe dejar de hacer lo que hace y sabe hacer, para hacer otra cosa.

Conflictos: no sólo el dueño se resiste al cambio, sino toda la organización. La instalación de un nuevo paradigma de "el profesionalismo", genera conflictos con el anterior paradigma de "la lealtad".

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