Soldado, médico y político

Soldado, médico y político

Vicente Padilla fue una distinguida figura tucumana

EL GABINETE DE 1908. Desde la izquierda, el ministro de Gobierno, Vicente Padilla, el gobernador Luis F. Nougués y el ministro de Hacienda Manuel Cossio. EL GABINETE DE 1908. Desde la izquierda, el ministro de Gobierno, Vicente Padilla, el gobernador Luis F. Nougués y el ministro de Hacienda Manuel Cossio.
El doctor Vicente Padilla "tenía condiciones de soldado, de honor y de bandera, y lo fue realmente en la última jornada civil de los argentinos, en la que las levas tucumanas acompañaron a su gran presidente para dar Capital a la República. Pero era soldado por la clara franqueza de su espíritu, por la noble disciplina de su carácter, por la frescura juvenil de sus bríos y la ágil decisión para las luchas, aún bajo la melancolía de los años tardos y de las más crueles adversidades íntimas", escribió Juan B. Terán.

Fue Vicente Padilla una figura muy distinguida de Tucumán, en la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del XX. Hijo de don Miguel Manuel Padilla y de doña Angela Domínguez, nació en esta ciudad en 1836. En la Universidad de Buenos Aires se doctoró en Medicina en 1880, con la tesis "Contribución al estudio de la higiene del soldado en guarnición", producto de sus experiencias en el Ejército, donde se desempeñó como médico, al igual que, posteriormente, en los Ferrocarriles del Estado.

A poco de graduarse, al ocurrir la revolución porteñista de 1880, formó con decisión entre las milicias tucumanas reclutadas para sostener al presidente Nicolás Avellaneda. Junto al ejercicio profesional, tuvo luego destacada actuación política. Fue elegido diputado nacional por Tucumán en 1889-92, para completar el período de Silvano Bores. Antes, tuvo la cartera de Hacienda en la gobernación de Lídoro J. Quinteros. Años más tarde, fue ministro de Gobierno en la del ingeniero Luis F. Nougués.

Murió el 6 de agosto de 1910. El diario "El Orden" lo definió como "noble varón", perteneciente a "una generación de activos y fuertes ciudadanos, para quienes la política no fue medio oblicuo de resultados provechosos, sino un apostolado al que consagraran su vida con entusiasmo". Terán lo destacó como "hombre singularmente valiente y sereno".

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