Lobo de la Vega hizo del paisaje su universo

Lobo de la Vega hizo del paisaje su universo

Hoy se cumple el centenario del nacimiento del pintor que se convirtió en uno de los grandes paisajistas argentinos. Con sus pinceles y colores supo retratar gran parte de la geografía tucumana, principalmente el campo. Bohemio incurable y amigo de jóvenes artistas, incorporó posteriormente la figura humana en sus obras: el hombre, diminuto, en el enorme paisaje, con la convicción de que "no somos nada ante el universo". En su homenaje, mañana se inaugurará una exposición con alrededor de 70 cuadros en el Museo Timoteo Navarro. Tuvo la suerte de ser reconocido en vida.

LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
05 Agosto 2009
Comenzó a pintar cuando realizaba el servicio militar en Tafí Viejo, y hoy, una de las calles de la opulenta Yerba Buena lleva su nombre. Muy pocos artistas como él tuvieron en vida el reconocimiento público, esa distinción que lo llevó a ganar numerosos premios y a constituirse en uno de los grandes referentes de la pintura en la provincia. Luis Lobo de la Vega habría cumplido hoy 100 años, si no fuera porque hace cinco años, precisamente en el Día del Amigo, se despidió para siempre de su paleta, de su querida Sarita, en definitiva, de la vida.
Bohemio incurable, despistado a la hora de las cotizaciones, benevolente con los amigos e irónico consigo mismo, el maestro perteneció, junto a Timoteo Navarro, Nieto Palacios, Santos Legname, González del Real y los hermanos Juan Carlos y Demetrio Iramain, a la generación que por primera vez hizo arte con el paisaje y la gente de Tucumán.
"Lobito" había nacido el 5 de agosto de 1909 en la finca de su padre, en Trancas, y los recuerdos de su infancia influirán decisivamente en su estética. Su primera exposición la inauguró en 1930 en la librería Artieda, que se encontraba frente a la plaza Independencia. Su necesidad de expresarse fue la que hizo que empezara a pintar paisajes, entrar en ese mundo que lo absorbió para siempre. Todas las vacaciones se iba a pintar a la finca, a Catamarca o a Belén, con Timoteo Navarro y con Nieto Palacios.
En una entrevista que le realizó LA GACETA, el artista contó su proceso de trabajo frente a un paisaje: "primero iba a copiarlo. Pero, poco a poco, empecé a leer y a profundizar más. Entonces ya quería sacar el espíritu, el clima del lugar, porque no todos son iguales. El paisaje de acá no es igual que el de Santiago, ni que el de Buenos Aires. Y la gente de acá no es igual que la santiagueña, ni que la porteña; somos diferentes en la forma de ser, de hablar. Y la del campo no es como la de la ciudad. Siempre comparo al hombre con el paisaje, porque hay una relación. Un árbol es como una persona: uno es más gordo, otro más flaco, otro más huesudo. Así, a los porteños les gusta el bochinche, arrebataban todo; el provinciano es mucho más retraído; el paisaje de Santiago es triste y su gente lo es; el tucumano es más dado, como su vegetación".

La figura
Lobo de la Vega, que admitía que se aislaba para evitar influencias, incorporó luego la figura humana: "Antes no ponía figuras, pero siempre está el hombre; aunque no haya figura, existe el ser humano. Un rancho que se ve solo implica que ha sido vida antes, como una tapera, algo en donde en una época hubo gente, hecho por el hombre. Ahora pinto muchas figuras, como caballos, y me posesiono en el cerro. Ahora sí hago misachicos, pero no hago folclore, hago pintura. La pongo a la figura cuando la necesito". "El de Lobo es un hombre inmerso en la tierra, enraizado en su entorno y que no constituye, como para el pintor renacentista, la medida del universo", caracterizó la doctora Celia Terán ("Lobo de la Vega, trabajos recientes, La Gaceta, 29 de abril 1990).
El propio artista confirmará luego esta posición: "siempre hago al hombre chico y al paisaje enorme, porque esa es la magnitud del universo, y porque el hombre no es nada ante el universo".

No sólo un arbolito


"El paisajismo tiene tanto como una figura: ritmo, vida, composición. El paisaje no es hacer el arbolito que está ahí, como dice en broma mi amigo Pepe Garzón: 'resulta que Lobo hace una mujer y un perro flaco y ya le compran el cuadro...'. Mis paisajes son las figuras que quiero hacer.  Yo no hago impresionismo sino expresionismo; busco con dos líneas poder resolver problemas, en vez de hacer cosas bien hechas", dijo el artista.

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