Bussi sollozó, se enojó y criticó a la Nación

Bussi sollozó, se enojó y criticó a la Nación

El ex gobernador, que respondió al fiscal 26 preguntas en 25 minutos, indicó que el golpe militar del 24 de marzo del 76 se organizó en febrero.

PUNZANTE. Terraf inquirió al ex mandatario sobre lo sucedido en marzo de 1976. PUNZANTE. Terraf inquirió al ex mandatario sobre lo sucedido en marzo de 1976.
09 Agosto 2008
Fueron 25 minutos, pero bastaron para cobijar una secuencia de las imágenes de lo que sucedió hace 32 años. Durante el diálogo, tenso y por momentos desordenado, el ex gobernador Antonio Domingo Bussi sollozó, respondió 26 preguntas y cruzó algunos entredichos con el fiscal, Alfredo Terraf.
Durante ese lapso, Bussi defendió el accionar militar durante el último golpe de Estado y planteó detalles respecto de lo sucedido tras la detención del ex senador provincial Guillermo Vargas Aignasse. “Venían no sólo las listas, sino las formas en que debía procederse conforme la jerarquía, el cargo y la función que cumplía el funcionario”, respondió cuando el fiscal le preguntó acerca de quién ordenó el arresto de Vargas Aignasse.
Bussi reconoció que las órdenes provenían del III Cuerpo del Ejército, con asiento en Córdoba, y que al asumir el cargo de interventor militar la Policía de la provincia y el Servicio Penitenciario quedaron bajo su conducción. “Pero a través de organismos dependientes, de ninguna manera en forma directa”, aclaró. ¿Quién cumplió la orden de detener a Vargas Aignasse?, le preguntó el fiscal. “Eso se programó y se planeó en el ámbito del Estado Mayor; allí se organizaron las comisiones y le correspondió a la Policía de la provincia y elegimos al mejor comisario, que era el segundo en jerarquía para que lo llevara a cabo (Juan Sirnio). Así que la orden se la dio... yo estaba combatiendo en el monte, en pleno corazón del monte tucumano cuando esto sucedió en cumplimiento de la orden. Estaba todo programado y planeado, solamente faltaba el día D y la hora H. Esta orden llegó a fines de febrero del 76, para ejecutarla el día D y en la hora H”, respondió.
Un altercado se produjo cuando el fiscal le consultó si es que había notificado de la detención de Vargas Aignasse a la Justicia. “Señor fiscal, yo era el comandante de una zona de operaciones. Lamento que usted desconozca la competencia de un comandante de zona de operaciones. Lamentablemente o afortunadamente, asumí con el cargo la suma del poder público de la Provincia. Estábamos en estado de guerra señor fiscal... y bajo estado de sitio. Tenía capacidades y competencias para intervenir las Justicias provincial y federal y las respeté para que me sirvieran de contralor”, bramó. Pero el fiscal Terraf insistió y Bussi replicó: “En la guerra no hay allanamientos señor fiscal, ni tampoco órdenes previas; hay golpes de manos sobre presuntas guaridas o trincheras encubiertas como domicilios particulares. El accionar subversivo, las tácticas y técnicas de subversivos no daban tiempo para requisitos legales, que en la práctica no se podían llevar a cabo. Si usted veía en la calle, detectaba, o tenía conocimiento cierto de que transitaba un individuo lo capturaba, no lo detenía; sin orden judicial. Estado de guerra... comprendo su pregunta, porque comprendo que debe ignorar, por supuesto como yo ignoro los códigos, lo que es el fenómeno de la guerra”.
El fiscal requirió a Bussi que explicara por qué los policías ingresaron al domicilio de Vargas Aignasse durante la noche y encapuchados. Bussi desmintió esa versión y acusó al secretario de Derechos Humanos de la Nación y ex miembro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Luis Eduardo Duhalde. “No derrumbaron la puerta, golpearon fuertemente porque eran altas horas de la noche. Se llegó a esa hora porque esa fue la hora H, a continuación inmediata del golpe de Estado que en Buenos Aires tuvo lugar con la detención de la ex Presidenta (Isabel Martínez de Perón). No fueron enmascarados, fue el comisario Sirnio con uniforme, con efectivos de uniforme. Eso de las patotas es parte de la trama y del libreto que el erpiano Luis Eduardo Duhalde, con el asesoramiento de ex detenidos liberados y de individuos expulsados de las instituciones por mala conducta, armaron para justificar el pasaje a la clandestinidad. Yo, como comandante de zona de operaciones, no necesitaba de secuestros; podía ordenar la detención de cualquier persona bajo sospecha cierta de su actividad subversiva sin autorización judicial. Son blancos móviles, duran y tienen presencia en décimas de segundos, no dan lugar a tomar otra operación que no sea la de capturarlos. No es detención, en la guerra es captura”, aseguró.
Bussi relató su versión de lo sucedido tras la detención del ex senador y negó que haya sido sometido a torturas. Dijo que fue trasladado a la Jefatura de Policía y que, voluntariamente, Vargas Aignasse ofreció información sobre la actividad subversiva a cambio de su libertad. “Ofreció, a cambio de su libertad, una frondosa documentación delatando a sus compañeros de ruta, cosa que en principio aceptamos. Ni en esa oportunidad, ni cuando su señora lo visitó en la cárcel en vísperas de su libertad, el señor Vargas Aignasse acusaba tortura alguna. Solamente algunas señales del vendaje y de las esposas, como en totas las detenciones”, afirmó.
Finalmente, sostuvo que existieron cientos lugares de detención en la provincia. “Sobre el resto, señor fiscal, le ruego que lea estos anexos, va a encontrar todas las respuestas”, aseveró Bussi antes de dar por finalizado el contrapunto.

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