Las teorías conspirativas corren como serpiente en huida. Sobre todo en los ámbitos de las fuerzas de seguridad y de la Justicia, donde el crimen, las estafas, las traiciones y las mentiras forman parte de su esencia cotidiana.

Ya sabemos que cuando hay disconformidad policial, ese malestar se expresa de forma contundente, sin escatimar violencia ni daños colaterales.

Los tucumanos fuimos testigos y víctimas de un alzamiento policial el 10 y 11 de diciembre de 2013, que le costó la vida a una decena de ciudadanos por los hechos de violencia que se desataron por el vacío de seguridad.

Piden la captura nacional y emiten una circular roja para el prófugo Rejas

El malestar policial no se expresa, se ejecuta. Algunos uniformados sugieren que las numerosas fugas de prisioneros en los últimos meses no son producto de fallas o errores de seguridad, sino que son la consecuencia de una situación límite: la gravísima crisis carcelaria que castiga a la provincia, con comisarías abarrotadas de detenidos en condiciones inhumanas.

Ya son 12 los reos que se escaparon en septiembre, ocho en la comisaría 9°, la madrugada del 10; otros tres en la comisaría de Los Aguirre el martes pasado, un día después de que se escapó del Cuartel de Bomberos el femicida y filicida Roberto Rejas, quizás la fuga más escandalosa de los últimos años.

Casi toda la familia de Rejas está vinculada a las fuerzas de seguridad, su hermana, su padre y su novia.

También llamó la atención que el homicida condenado haya sido trasladado en un auto particular de un policía hacia la sede de su detención.

Más de 20 presos -hasta donde sabemos- se van escapando de comisarías desde junio hasta ahora.

Los interrogantes de la insólita fuga de Roberto Rejas

Un ex comisario sostiene que esto no es una coincidencia, sino un mensaje al gobierno de que la situación no da para más.

El propio jefe de Policía de Tucumán, Manuel Bernachi, declaró públicamente, tras la fuga de Rejas, que la sede de Bomberos no está en condiciones de albergar detenidos, pero que no tienen opción, ya que cumplen órdenes judiciales.

Atrapar a Rejas, una cuestión de Estado

El propio sentido común también nos dice que un condenado a cadena perpetua no puede salir por la ventana de un baño e irse caminando con la mayor tranquilidad.

Es evidente que algo está pasando y las autoridades políticas no lo están entendiendo.