La varita mágica de una hada madrina acarició a Guillermo Tambussi, mientras dormía en la madrugada de ayer; y lo nominó para ser el encargado de ponerle el moño al regalo más preciado en el cumple 104. Paciente, como pocos, el hombrecito aguardó su turno sentado en el banco de los relevos, sin saber que estaba destinado a ser el bueno de la película.

Justo él que no la venía pasando bien desde su arribo a Tucumán. Ni él ni nadie sabía lo que iba a suceder, cuando Juan Amador Sánchez lo mandó para la cancha a 9 minutos del final. Pero no se guardó nada. Fiel a su estilo, corrió, metió, jugó y se equivocó. Claro, pero faltaba lo mejor.

Con el partido agonizando, "Guille" tuvo un presentimiento sobre dónde debía pararse para poder sacarse la mufa. Y se la jugó. Con el corazón en la mano, apareció en el segundo palo y le puso la cabeza a un perfecto centro de Martín Seri. Gol, 1 a 0 y desahogo.

"Es algo que me debía", fueron sus primeras palabras al enfrentar a la prensa. "No venía rindiendo como quería y el murmullo de la gente, cada vez que no me salían, pesaba mucho en mi cabeza. Este gol fue una descarga inmensa", sentenció.

Tambussi fue el centro de los abrazos. Puso su firma en el momento indicado, para desatar una fiesta que amagaba con pincharse. "Este grupo se merece esto y mucho más", finalizó el héroe que se sacó la bronca y ahora se prepara para seguir haciendo de las suyas.