Hay un sueño. Abre el Capítulo VII de, precisamente, “La interpretación de los sueños”, el ensayo de Sigmund Freud fechado por su editor en 1900: la frontera misma entre el siglo XIX y el siglo XX.
“Un individuo había pasado varios días, sin un instante de reposo, a la cabecera del lecho de su hijo gravemente enfermo. Muerto el niño, se acostó el padre en la habitación contigua y dejó abierta la puerta, por la que penetraba el resplandor de los cirios. Un anciano, amigo suyo, quedó velando el cadáver. Después de algunas horas de reposo soñó que su hijo se acercaba a la cama en que se hallaba, le tocaba el brazo y le murmuraba al oído, en tono de amargo reproche: ‘Padre, ¿no ves que estoy ardiendo?’ A estas palabras despierta sobresaltado, observa un gran resplandor que ilumina la habitación vecina, corre a ella, encuentra dormido al anciano y ve que uno de los cirios ha caído sobre el ataúd y ha prendido fuego a una manga de la mortaja”.
Explica Freud que el fulgor del fuego en la mortaja generó en el padre dormido la misma conclusión a la que habría arribado de estar en vigilia: algo se está quemando. Y añade que el niño convaleciente debe haberle dicho a su padre que ardía por la fiebre...
De ese texto surgen, primeramente, dos elementos que, siglos después, interpelan esta actualidad. Por un lado, el reclamo onírico: “¿no ves?”. Por el otro, el indicio de la realidad: el “resplandor”.
Frente al “brillo” que arrojan los indicadores económicos, financieros y sociales, el Gobierno nacional ¿no ve que la Argentina está ardiendo?
El acuerdo
Hay un pacto. Específicamente, un contrato político. Lo suscribió Alberto Fernández con el pueblo argentino el 27 de septiembre de 2019, mediante la publicidad con la que inauguró su campaña rumbo a los comicios generales del 27 de octubre. Venía de imponerse en las PASO del 11 de agosto: 47,7% de los votos, contra el 32,1% del entonces Presidente, Mauricio Macri. Un mes después ganó en primera vuelta: el Frente de Todos obtuvo el 48,1% de los votos, contra el 40,4% de Cambiemos.
Camino a esa consagración, Alberto hizo un convenio. “Hoy los argentinos acordamos que el primer trabajo del Presidente es que todos los argentinos tengan el suyo; y las deudas se pagan pero no a costa de más sufrimiento de la gente. Que si tenemos que elegir entre los jubilados y los bancos, siempre defenderemos a los jubilados. Que nuestros hijos tienen que estar en la escuela. Y que comer no puede ser un privilegio. Que nos tenemos que vincular al mundo con la frente en alto y no de rodillas. Acordamos que este acuerdo es con todos: con los que producen y con los que trabajan. Con la industria y con el campo. Este acuerdo lo construimos en tiempos difíciles con el objetivo de que dejen de serlo. Todos y todas, con todas nuestras manos, vamos a poner la Argentina de pie”.
¿Qué queda de ese contrato?
La tasa de desempleo de la Argentina se mantiene constante y no es alta. El mes pasado, el Indec informó que fue del 6,9%, algo más que en el primer trimestre, cuando fue del 6,3%; y algo menos que en el segundo trimestre de 2022, cuando fue del 7%.
En contraste, y por la inflación, crece un fenómeno inquietante: los argentinos que trabajan, y que sin embargo son pobres, son cada vez más. Quienes lo exponen con mayor ahínco son los referentes de, justamente, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores: como el costo de la “Canasta Básica” es de $ 232.000 (promedio nacional) y el salario (promedio nacional) ronda los $ 190.000, uno de cada tres compatriotas con un trabajo ha caído bajo la línea de la pobreza en estas australidades.
En cuanto a la promesa de que las deudas se pagarán, pero no a cambio del sufrimiento de la gente, lo cierto es que la gente sufre y las deudas ni siquiera se pagan. Por el lado de “la gente”, el valor de la mencionada “Canasta Básica” ha crecido el 123% entre junio de 2022 y el mes pasado. En cuanto a las deudas, el nuevo entendimiento con el principal acreedor internacional no llega...
Respecto de que se preferirá a los jubilados antes que a los bancos, si los centros de jubilados de la Argentina no son los verdaderos dueños de las instituciones bancarias del país, entonces tampoco se cumplió. En 2018 y 2019 rigió en el país una fórmula de movilidad atada a la inflación. Cuando se estableció esa reforma previsional, el Congreso de la Nación fue lapidado con 14 toneladas de escombros. En 2020, ya con Alberto en la Casa Rosada, los jubilados vieron una transición a un sistema mucho menos ventajoso: aumentos diferenciales a discreción del Ejecutivo Nacional. ¿El resultado? Perdieron contra la inflación. El Índice de Precios al Consumidor acumula una variación del 50,7% en lo que va del año. Las jubilaciones, en cambio, aumentaron un 37,9% (17% en marzo y 20,9% en junio). ¿Y los bancos? La tasa de interéss oficial, con la cual se indexan las Leliq (son instrumentos que utiliza el BCRA para absorber la liquidez de los depósitos que están en los bancos y sobre los cuales les paga intereses a estas instituciones financieras), es del 97% en la actualidad.
La “bola” de las Leliq (deuda remunerada) alcanzó los 9 billones (millones de millones) de pesos. El Estado paga, por intereses, 39.000 millones de pesos diarios. Es decir, el equivalente al Presupuesto General de Tucumán para todo 2023 (asciende a 788.000 millones) cada 20 días.
Aquello de “nuestros hijos tienen que estar en la escuela” y lo de que “comer no puede ser un privilegio” tampoco aplica. En lo que va del año, los dos componentes de la “Canasta Básica” que más aumentaron fueron “Educación”, con el 58%, y “Alimentos”, con el 57%. Los chicos que no pueden seguir yendo a clases son multitud. Los que no comen como es debido son legión.
Lo de vincularse al mundo con la frente en alto es otra cláusula incumplida. La vinculación que prefirió el cuarto gobierno “K” es con el triángulo Venezuela, Cuba, Nicaragua. Y a costa de “arrodilladas”, como que Daniel Ortega festejase su reelección en Managua con sus competidores presos o exiliados, y con la presencia del iraní Moshen Rezai, uno de los presuntos autores intelectuales de la voladura de la AMIA, el peor atentado terrorista en la historia de la Argentina.
Después fueron a rogarle a “Lula” Da Silva que Brasil financiara las exportaciones de sus empresas a Argentina (les dijeron “no”); y que intercediera por un préstamo del banco de los BRICS.
En paralelo, el país se interna cada vez más en otro “triángulo”: Irán, Rusia y China. No hay reproches contra Teherán (sólo Memorandos). Nada se dice de la criminal invasión rusa a Ucrania. Y la mayor vinculación con los chinos es un creciente endeudamiento. Es decir, de rodillas. Y a rastras.
Nada queda del “acuerdo con todos”: ni siquiera el “Frente de Todos”. Los tiempos difíciles trocaron en tiempos insoportables para millones de familias. La actividad industrial cayó casi el 2% en mayo. Al campo están viendo de ofrecerle un dólar diferencial. La Argentina, huelga decirlo, no está de pie.
¿Qué ha dicho Alberto? El 9 de julio, cuando el cofundador de Unión por la Patria prefirió inaugurar un gasoducto antes que conmemorar en Tucumán el cumpleaños de la Patria, como se lo ordenan las normas, declaró emocionado en Salliqueló: “Cada problema lo solucionamos”. Y remató citando a Juan Domingo Perón: “Como diría el general, he cumplido”.
La percepción
Sólo en el contexto de esta interpretación de los sueños que hace el cuarto gobierno kirchnerista es donde resulta posible el discurso oficialista respecto de la negociación con el FMI. Negociación presunta, cabe aclarar, porque se ha terminado otra semana en que el ministro de Economía, Sergio Massa, no pudo cerrar un acuerdo para un mínimo desembolso del organismo de crédito. Fue otra semana en la que el presidenciable del kirchnerismo se quedó sin viajar a Washington.
La Argentina debe afrontar un vencimiento por U$S 2.700 millones el lunes que viene, más otro por U$S 830 millones al día siguiente. El Fondo Monetario Internacional no está ofreciendo nuevo acuerdo, sino tan sólo un “perdón” (un “waiver”) previsto en el programa vigente, por U$S 4.000 millones. Es decir, serán fondos para pagar los vencimientos, no para mantener el tipo de cambio.
Mientras tanto, el Gobierno declara “no estar dispuesto a devaluar”. ¿Y la devaluación que ya hicieron? Massa asumió el 3 de agosto de 2022, con el dólar oficial a 138,5 pesos. El viernes cerró a 281,5 pesos. Es decir, devaluó más del 103% en menos de un año. Y ofrece ahora dos devaluaciones más, del tipo “selectivas”. Un nuevo “dólar agro” (más pesos por dólar en pago de exportaciones). Y un nuevo arancel a las importaciones (encarecerá el acceso al dólar para comprar afuera).
Todo esto, mientras las reservas del Banco Central están en negativo: “menos” U$S 8.000 millones. Al ritmo de la sangría actual para mantener un tipo de cambio atrasado (el Contado con Liquidación ya está en 527 pesos), se estiman pérdidas por otros $ 7.000 millones este año. Ni hablar de las autorizaciones de importación por U$S 13.000 millones, a pagar por la próxima gestión.
¿Qué dice el massismo de esto? Malena Galmarini, esposa de Massa y titular de la empresa AYSA, afirma que su marido “se pone muy picante” cuando discute con el FMI, porque quiere condiciones favorables para los argentinos, aunque no lo sean para el organismo de crédito…
El durmiente
Hay mucho más sueño en el sueño del ensayo de Freud. Hay, por caso, un hombre que cuyo trabajo es estar en vilo, pero que se duerme. Y aunque está frente al incendio, no despierta. A pesar de que, en otro cuarto, otro hombre se da cuenta de la catástrofe, inclusive con los ojos cerrados.
Finalmente, hay una pregunta. El cuarto gobierno K, decidido a no advertir que el país está en llamas ni siquiera con los ojos abiertos, ¿qué sueña cuando sueña?








