Los salesianos, una visita infaltable para San Lorenzo

Los salesianos, una visita infaltable para San Lorenzo

Los “santos” de Boedo vinieron a Tucumán en 1938 y se entrenaron en el Tulio García Fernández.

EN EL TULIO. “El gaucho” Garay departe con algunos de sus jugadores en la práctica realizada al día siguiente de haber llegado. EN EL TULIO. “El gaucho” Garay departe con algunos de sus jugadores en la práctica realizada al día siguiente de haber llegado.

El fútbol desde siempre genera pasión y los hinchas de nuestra provincia la tienen a flor de piel. En nuestra historia las visitas de los clubes porteños eran esperadas con gran expectativa. Boca, River, Independiente junto a otros clubes aglutinaban multitudes en sus presentaciones. Pero había uno de ellos que cuando venía generaban el apoyo de una comunidad muy arraigada en nuestra provincia, los salesianos y ese equipo era San Lorenzo de Almagro. Cuyo nombre honra la figura del padre Lorenzo Massa, quien en 1928 dio el puntapié inicial del encuentro con San Martín.

Vayamos una década más adelante; estamos en mayo de 1938, la presencia del “santo” de Boedo generaba gran expectativa. Los gauchos se enfrentaron al seleccionado de la Federación con quienes perdieron 4 a 3 el 8 de mayo y el día anterior habían derrotado 2 a 0 a All Boys, club que había organizado la visita. Más allá de los resultados cabe destacar la predisposición de los jugadores para con el público tucumano. Las instalaciones del colegio Tulio García Fernández y su ateneo fueron el lugar elegido por el cuerpo técnico para los entrenamientos previos a los dos compromisos adquiridos. Imaginamos que cada práctica habrá generado mucha expectativa en el alumnado de la institución. Esto se debía a la fuerte relación existente entre el padre Massa con la institución de Boedo quienes tienen una obligación moral de estar en las instalaciones educativas en cada visita que realizaban y realizan.

Siguiendo con el relato de lo ocurrido en 1938, al día siguiente de su llegada, el 5 de mayo por la mañana, se entrenaron en el campo de deportes de la institución. Imaginamos que los muchachos del colegio deben haber pedido ver a los reconocidos jugadores porteños que estaban tan cerca de ellos. Tras el entrenamiento y los saludos, la delegación fue agasajada con un aperitivo. El jugador “santo” Cavadini agradeció las atenciones recibidas por parte de las autoridades colegiales. Antes de retirarse le regalaron una pelota al colegio. Tras esto fueron hasta la Casa Histórica donde dejaron una ofrenda floral en homenaje a los congresistas. Por la tarde hicieron una recorrida por las instalaciones del penal donde hablaron con los allí alojados e hicieron entrega de un balón.

Entrenador húngaro

Un personaje que tuvo una cobertura especial fue Máximo Garay, “El gaucho”, entrenador por entonces de los azulgranas, que tenía una fuerte relación con Tucumán, que se inició en 1936 cuando vino con Independiente. Además se hizo cargo de dirigir a la selección de la Federación local en su viaje a Buenos Aires en 1937. Aclaremos antes de seguir que pese a decirle “Gaucho” y portar el apellido Garay, el hombre era de origen húngaro. El relato de su llegada a América es bastante pintoresco. Según le contó a nuestro cronista: “yo no era entrenador de fútbol en Europa. Mi profesión es químico industrial. Quise aprovechar mis conocimientos y en 1930 me viene a América; baje en Montevideo. Allí no había en que utilizar mis conocimientos y entonces, para procurarme el pan, me dediqué a periodista y edité un periódico húngaro pero fracasé. Me dediqué luego a la radio y también fracasé. Me convertí en actor teatral y tampoco me fue bien. Entonces me dejé de historias y hallé trabajo en una compañía de los ascensores Otis. Allí me fue mejor: ganaba para saltar el puchero”.

A continuación destacó que estando en la capital uruguaya fue a la cancha donde se enfrentaban Central y Defensores. Tras el primer tiempo estos últimos perdían 3 a 1 y el húngaro tomó la decisión de acercarse a un hombre a quien le dijo que estaban “cometiendo un error al hacer jugar a cierto jugador, de half izquierdo, cuando a simple vista saltaba que sus aptitudes eran de insider izquierdo; al mismo tiempo le hice notar que el insider izquierdo tenía todas las cualidades para ser half del mismo lado”. El hombre se acercó a otros señores que al parecer charlaron del tema y se llevó a cabo el cambio propuesto terminado el encuentro 4 a 3 para Defensores. Garay había hecho su comentario a un dirigente del club, quien lo tomó en serio. Pero la historia continúa así: “yo no había dirigido jamás un equipo y conocía las técnicas del fútbol por haberlo jugado desde niño. Cuando me alejaba del gimnasio donde se había disputado el match me rodearon algunas personas y sin más conversaciones me propusieron contrato para entrar como entrenador al club. Acepté y ese año, que defensores había perdido todos los matches, menos el que yo había visto, fue mejorando hasta llegar al tercer puesto al final del campeonato”. El hombre siguió en Uruguay hasta 1933 para venir a Argentina a dirigir a Platense; “más tarde fui a Gimnasia y Esgrima de La Plata, después a Independiente y ahora estoy en San Lorenzo”. Al ser consultado sobre la posibilidad de dirigir en Tucumán respondió con una ocurrencia: “miren, muchachos, tengo completa seguridad de que el sábado me saco la grande de la Caja Popular de Ahorros. Entonces, aunque lo sentiré muchísimo, dejaré a mis muchachos ‘santos’ y me vendré a Tucumán”. Tras este comentario y preguntarle si sería entrenador, respondió: “quién sabe. Aquí podría tener campo de acción para mis conocimientos de ingeniero químico. Aquí se hacen cosas muy buenas con las materias primas tucumanas. Por ejemplo he probado unos bombones ‘duquesa’ que son de primera”. Por otro lado, el “Gaucho” tuvo palabras de reconocimiento para las autoridades por el estado de la cárcel penitenciaria.

La delegación azulgrana era presidida por Ricardo Belloti, quien se prestó a la requisitoria periodística con amabilidad. Allí destacó que esta era su tercera visita al “Jardín de la República”. Luego señaló con orgullo que “San Lorenzo se fundó el 8 de abril de 1908… Hace unos días cumplió su trigésimo aniversario de vida… Y yo… yo… soy el socio número uno”. Luego recordó que “San Lorenzo ganó los campeonatos anuales de 1923, 1924 y 1927 en el fútbol amateur. Luego ganó el Anual profesional de 1933. Y más tarde, ya en 1935, conquistó el de honor. La actuación de nuestros equipos siempre nos ha dejado satisfechos”.

Visita de 1928

Tucumán estaba de fiesta. Corría julio de 1928. Toda la provincia se dirigía a la fiesta máxima de nuestro país, la Declaración de la Independencia. Actividades culturales y deportivas se organizaban a lo largo y a lo ancho de nuestra geografía. Otra de las actividades trascendentes de aquellas fiestas fue la visita del campeón de 1927, San Lorenzo de Almagro, que jugó contra San Martín y la Federación Tucumana. Los encuentros, que se disputaron en el estadio de San Martín en La Rioja y Bolívar, contaron con un espectador muy especial: el padre Lorenzo Massa, que ofreció el lugar donde nació el club que lleva su nombre allá por 1908. El padre Massa llevó a la cancha a los alumnos de los establecimientos bajo su dirección para alentar, no sabemos si todos a los azulgranas, pero seguramente muchos a las divisas tucumanas. El equipo visitante tuvo suerte dispar. Mientras el 8 de julio cayó 4 a 3 ante el “santo” tucumano, al día siguiente superó 2 a 1 al seleccionado local.

El campeón de la Asociación Amateur de Fútbol formó con Lema; Monti y Fossa; Lujambio, Dañil y Gagliano; Arrieta, Sarrasqueta, Maglio, García y Blanco. Por su parte San Martín ingresó con: Díaz; Romano y Carrizo; Ortiz, Frías y Moreno; A. Ortiz, Acosta, Cárdenas, Valladares y Chaves. En la crónica de entonces se dice: “la victoria de San Martín sobre el campeón porteño de 1927 es pues un triunfo cuyos méritos no pueden verse amenguados por las alternativas del match”.

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