El día que el geólogo Florencio Aceñolaza advirtió públicamente en 2014 que la Universidad Nacional de Tucumán había perdido 500 millones de pesos (unos 62,5 millones de dólares de entonces) en ingresos por las regalías mineras, se advirtió que un acuerdo casi secreto que había hecho el ex rector Juan Alberto Cerisola en Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD) había cambiado las reglas de juego con respecto a la asignación de los recursos de la minería que le correspondían a la UNT.
La casa de altos estudios tiene derecho a regalías porque el investigador Abel Peirano, que descubrió en 1936 el yacimiento Farallón Negro en Catamarca, le legó sus derechos a la UNT. Una ley nacional de 1959, la 14.771, creó YMAD; determinó que eran partes Catamarca, la UNT y la Nación y que le correspondería a la UNT un 40% de las utilidades y que eso debía ser destinado a terminar la Ciudad Universitaria. Una vez concluida, las regalías que entraran debían repartirse una mitad para las universidades nacionales y otra mitad para la UNT, de libre disponibilidad. Era el gran sueño del rector Horacio Descole de fines de los 40 y se transformó en uno de los grandes sueños de la UNT y de la Provincia.
La inundación dorada
La plata de la minería comenzó a llegar medio siglo después, con la concesión de la explotación a Minera Alumbrera. Con la inundación de dinero, Cerisola hizo conformar un proyecto de obras y lo puso en marcha. El 2 de enero de 2008 firmó un acta en YMAD con la que daba por concluida la Ciudad Universitaria y a partir de entonces la mitad de lo que ingresaba debía ir a las otras universidades –esos son los 500 millones de los que habló Aceñolaza- y lo otro fue uso discrecional, no conocido públicamente. Lo que se sabe es que la plata ingresada al comienzo, entre 2006 y 2009, $ 353 millones (unos 85 millones de dólares) empleada para las obras pedidas por Cerisola, dio lugar a denuncias por presuntas irregularidades en el manejo de utilidades de la minería.
Esperando el juicio
El ex rector –junto a tres ex colaboradores- espera juicio oral en lo que se considera el mayor proceso por supuesta corrupción en Tucumán. Dicen que a fines de octubre se haría el juicio. Se sabe que el tribunal estaría integrado por Carlos Jiménez Montilla –único juez que queda en el tribunal tras las jubilaciones de Alicia Noli y de Gabriel Casas- y dos jueces subrogantes: Noel Costa, de Córdoba, y posiblemente Jorge Basbús, de Santiago del Estero, aunque este estaría cerca de la jubilación.
El extenso proceso se extendió por los pedidos de decenas pericias hechos por las partes y medidas suplementarias, a lo que se sumó el parate de la pandemia. Toda la investigación de instrucción fue examinada (las pericias se habían hecho con Gendarmería y ahora se espera, el 12 de junio, el informe del perito de la Corte Suprema Francisco Guzmán) y sometida a correcciones: la Cámara de Apelaciones dijo que debía extenderse la pesquisa en busca de otros responsables y de eso salió otra acusación contra 20 empresarios que hicieron las obras, acusados de presuntos sobreprecios. Eso será otro proceso, si es que llega a juicio.
El primer regreso al proyecto original
Cuando el Consejo Superior de la UNT advirtió que Cerisola había cambiado el destino de las regalías mineras terminó declarando nula de nulidad absoluta el acta de 2008; luego la misma Universidad planteó ante la justicia federal de Catamarca una querella para que se anule ese documento de YMAD. La Justicia no terminó el proceso, aunque ordenó que cualquier dinero que corresponda de ese 40% por regalías sea dividido en dos y que una de esas mitades quede depositada en custodia judicial. Mientras tanto, los abogados de la UNT tratan de llegar a un acuerdo con Catamarca para recuperar verdaderamente el 40% y acaba de prorrogarse por un año esa negociación. No ha habido mayor apuro porque, desde el cierre de Minera Alumbrera, prácticamente no vienen regalías, o vienen muy esporádicamente y en cantidades menores.
La revulsión de los planos
Ahora la UNT está revuelta porque se encontraron unos 300 planos y croquis en la Secretaría de Proyectos y Obras, algunos de los cuales tienen que ver con la Ciudad Universitaria. Según el titular del área, Sergio Mohamed, son papeles precarios que estaban en un depósito ubicado en la parte de atrás del centro de elaboración de medicamentos en la Quinta Agronómica. “Estaban en muy mal estado, porque estaban en un lugar que no estaba adecuado para preservar papeles”, dijo. En marzo se organizó un equipo con estudiantes de arquitectura para comenzar a limpiarlos y clasificarlos y ahí aparecieron planos como de un “hospital ciudad” (para la Ciudad Universitaria), “pero no tienen sellos, no parecen ser definitivos, no parecen los elaborados por el equipo de Eduardo Sacriste, Jorge Vivanco y Horacio Caminos, que en teoría hicieron los planos”. Ellos conformaron el núcleo del grupo que planeó desde 1948 esa grandiosa utopía de una ciudad de estudio de más de 100 hectáreas en el cerro.
El secretario general de la UNT, José Hugo Saab, puntualizó que el rector Sergio Pagani pidió conformar una comisión de notables, de arquitectos y extrauniversitarios “para que nos digan qué significan esos planos”. También, dijo, “estamos buscando en el digesto universitario resoluciones que nos digan la factibilidad o no que hubiese tenido la Universidad de construir eso que está dibujado en estos supuestos planos de la Ciudad Universitaria”.
El segundo regreso al origen
Si esos planos aparecieran – se cree que pudieron haberse quemado en un incendio en una vieja oficina de Planeamiento en 2003- plantearían un nuevo debate, porque el artículo 18, inciso b de la ley 14.771, al hablar de las utilidades, dice: “El cuarenta por ciento restante (40%) será destinado para la terminación de la ciudad universitaria, conforme a los planos ya aprobados”. O sea, no podría considerarse Ciudad Universitaria lo que hizo Eugenio Flavio Virla en los años 60 en la Quinta Agronómica, ni las obras que hizo Cerisola y que ahora están cuestionadas en la Justicia. El mismo rector Pagani dijo, apenas asumió, que la obra original de Descole en el cerro no se haría.
Pero los planos, si aparecieran, acaso determinarían qué debe hacerse. El director de Asuntos Jurídicos, Augusto González Navarro, dice que la 14.771 no dice que estén adjuntos esos planos, sino solamente que fueron aprobados. Pero no se sabe dónde están. Añade que han pasado 70 años desde el proyecto que contemplaba una ciudad para 30.000 estudiantes, estadio de fútbol y muchas otras instalaciones en el cerro, además de lo que quedó hecho y de lo que se frustró, como el funicular. Obras que se detuvieron cuando el primer peronismo, tras el gran empuje creador, se quedó sin plata a partir de 1949 para financiarlo.
Mohamed dice que hacer la Ciudad Universitaria en San Javier sería inviable ambientalmente. “Uno de los aportes fundamentales de la UNT al gran San Miguel de Tucumán es mantener esa reserva ambiental de agua y aire que es el parque Sierra de San Javier”. Pero parece claro que, si aparecieran los planos originales, podrían provocar un conflicto sobre la interpretación de la ley, sobre las obras hechas -y acaso tenga alguna incidencia sobre el juicio a Cerisola sus tres ex satélites - y sobre lo que la UNT debe hacer al respecto. Otra vez, como en 2014, se vuelve al futuro, al proyecto original.