Cuidado con los embotellamientos

Hay una pregunta que hoy mantiene en vilo a la Casa de Gobierno y cuya respuesta puede ser clave para el resultado electoral en San Miguel de Tucumán. ¿A los dirigentes del peronismo capitalino les conviene seguir siendo oposición o pasar a ser oficialismo?

Aunque parezca obvio cómo se contestaría a ese interrogante, nada puede darse por hecho en un proceso electoral. Mucho menos cuando lo que se pone en juego es el futuro político personal de muchos referentes territoriales. De ahí que no sea casual la obsesión que muestran Juan Manzur y Osvaldo Jaldo por seguir de cerca la elección en el principal distrito tucumano.

En las últimas dos elecciones la suerte le resultó esquiva al Frente de Todos. En 2015, Pablo Yedlin perdió en manos de Germán Alfaro por 163.220 (46,62%) a 130.898 (37,39%), mientras que en 2019 el derrotado por el intendente fue Mario Leito: 145.779 (40,39%) a 117.370 (32,52%). ¿Hubo paliza? No. Por el contrario, en ambos comicios sobrevoló el fantasma del corte de boleta en detrimento de los postulantes oficialistas.

El mismo escenario se presenta a un mes de las elecciones del 14 de mayo. Pero los condimentos alrededor de esta votación son más fuertes porque influyen otros factores. Por un lado, el desgaste lógico de una gestión de ocho años del alfarismo, el impacto del tardío y casi forzado acuerdo con Roberto Sánchez para mantener la unidad y los recelos en la relación con el radicalismo. Sumado a eso, en el oficialismo se envalentonaron a partir de los resultados que arrojaron las mediciones de Rossana Chahla en un mano a mano con Beatriz Ávila. Y también con la posibilidad de ofrendar al peronismo nacional una derrota de Juntos por el Cambio en una capital provincial en la que votan cerca de 460.000 personas.

Sin embargo, en las últimas horas se encendieron señales de alerta en la dupla gobernante porque la posibilidad de ganar o de perder la Intendencia capitalina parece depender, casi exclusivamente, de la voluntad de los caciques barriales que tiene el peronismo. Desde la gestión de Domingo Amaya, a principios de 2003, el alperovichismo diseñó una estructura municipal “espejo” para contrarrestar el crecimiento de Amaya (secundado por Alfaro). Así, la Dirección de Arquitectura y Urbanismo se involucró mucho más en cuestiones capitalinas, y surgieron el Ente de Infraestructura Comunitaria y la Secretaría de Saneamiento. Las tres áreas focalizaron su tarea en los barrios de San Miguel de Tucumán y están a cargo de dirigentes capitalinos: Alfredo Quinteros, Christian Rodríguez y Carlos Assán, respectivamente. Como complemento, la Casa de Gobierno liberó recursos y estructura a los principales legisladores y concejales para que sostengan cuadrillas y trabajo en la periferia capitalina. La masa de “municipales” paralelos creció y hoy pululan por las calles militantes-operarios con chalecos o distintivos de uno o de otro referente.

Así, todo ese entramado dirigencial se acostumbró a ser oposición a nivel local y a gozar de los beneficios que ese rol le concede. Entonces, la pregunta inicial cobra relevancia porque un eventual triunfo de Chahla podría cambiar ese esquema dentro del oficialismo. Aunque por lo bajo, son varios los “barones” históricos del municipio que advierten sobre ese riesgo. Incluso, temen que los mimos que hoy reciben de la Casa de Gobierno para hacer política en los vecindarios desaparezcan porque, en definitiva, lo lógico sería que todo o casi todo se canalice Municipalidad mediante. Es decir, la intermediación, el trabajo de gestión que hoy efectúan para sopesar al alfarismo podría ya no ser requerido. Es decir, pasar de ser imprescindibles a desempleados; de codiciados a mendigos de una gestión que, sienten, será ajena aunque parezca familiar. Porque esa es otra cuestión por la que aún rezongan: entienden que Chahla no es uno de ellos y que su llegada a la Intendencia permitirá el desembarco territorial del diputado Carlos Cisneros.

Por supuesto, así como hay quienes admiten que hay una chance real de corte, hay otros popes del PJ más prudentes. Son aquellos que entienden que hoy la figura de Chahla les sirve más en el voto para “levantarlos” y porque, enfrente, Beatriz Ávila no les resulta una figura simpática por la que convenga poner en riesgo su relación con la Casa de Gobierno. Ocurre que ya recibieron advertencias formales de que la traición será castigada.

Manzur y Jaldo tienen anotados los nombres de quienes deben traccionar los votos en los circuitos capitalinos. Ya en Raco, hace dos semanas en la casa de la propia candidata, los citaron y les dijeron que no tolerarían que algún postulante a legislador o a concejal saque más votos en sus escuelas que la propia Chahla. Es decir, quienes se atrevan a hacer ese corte deberán tratar de disimularlo para no quedar expuestos. Más aún luego de los últimos números que recibieron los integrantes de la fórmula del FdT.

En la semana que pasó, Hugo Haime hizo una visita fugaz por Tucumán para adelantar los resultados de las mediciones que efectuó y tranquilizó a los líderes del FdT. Pero, además, desde el comando de campaña de Chahla le entregaron al gobernador y al vice un sondeo encargado por este sector y realizado de manera presencial en la primera semana de abril en la capital. Esa encuesta les muestra que la ex ministra de Salud tendría más nivel de conocimiento que la senadora Ávila (80% contra 70%) y una intención de voto apenas superior en un mano a mano: 42% contra 40%; lo que estadísticamente se conoce como un empate técnico. En cambio, según ese documento, Chahla cae cuatro puntos por debajo de Ávila cuando se miden asociadas a las fórmulas de gobernador y vice en la Capital; es decir, Sánchez-Alfaro levantan a la senadora y Jaldo-Manzur hacen retroceder a la diputada. Pero el dato que más alentó al binomio gubernamental fue el de los resultados en los circuitos 1 al 6, históricamente refractarios al peronismo. Según este trabajo, allí Chahla podría imponerse en cuatro.

Que Manzur y Jaldo hayan pedido expresamente que no se corte el voto para perjudicar a la candidata a intendenta resume cuál es el principal temor que tienen en San Miguel de Tucumán. Pero esa duda también invade las oficinas de Lavalle y 9 de Julio. ¿Cuál será el comportamiento de los radicales y liberales que integran Juntos por el Cambio? Hasta que sellaron el acuerdo Alfaro y Sánchez, la mayoría de los dirigentes de la UCR admitían estar hartos de trabajar para que el líder del Partido de la Justicia Social se quede “con todo”. ¿Por qué cambiarían de opinión ahora?

Así, en una elección que se avizora más pareja que las dos anteriores, el corte de boleta puede jugar un papel determinante. Justo a un mes de los comicios, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio corren el riesgo de quedar atascados en un embotellamiento político. Casi un reflejo de lo que se vive por estos días en las esquinas críticas de la ciudad: semáforos que no alertan nada, bocinazos que aturden y autos que empujan cada uno por su lado para avanzar a como dé lugar.

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