Entrevista a Guillermo Oliveto: “Hay que volver a pensar en el futuro”

Entrevista a Guillermo Oliveto: “Hay que volver a pensar en el futuro”

En “Humanidad Ampliada”, Guillermo Oliveto analiza a la sociedad mundial luego de la pandemia a través de dos variables: el consumo y la tecnología

OMNIPRESENTE. La tecnología, junto con el consumo, hace que la condición humana se amplíe y potencie, dice Oliveto. OMNIPRESENTE. La tecnología, junto con el consumo, hace que la condición humana se amplíe y potencie, dice Oliveto.

“En 2023 tendremos un efecto Cenicienta que romperá la ilusión que generó la Selección Argentina con la Copa del Mundo. Ya nos encontramos con la realidad de la inflación del 100% y vamos a tener que ir a votar pensando en el futuro. Nuestro país necesita imperiosamente volver a pensar el futuro, a conectarse con la agenda del futuro y construir un imaginario nuevo que nos saque de estar discutiendo cuestiones que no hacen vibrar a la sociedad. Hoy tenemos un país sin proyectos y eso genera que la gente esté como en stand by, se encierra en lo privado y se corre de lo público”, explicó Guillermo Oliveto, autor de “Humanidad Ampliada” (Ed. Planeta), un libro que describe a la sociedad mundial en su conjunto a través de dos variables: el consumo y la tecnología.

Dos fuerzas

Si bien Oliveto estudió Administración de Empresas, desde hace 11 años dirige la consultora W, en donde realizan “consultoría estratégica basada en evidencia”: “junto a un equipo interdisciplinario de psicólogos, sociólogos, antropólogos, personas especializadas en estudios de campo y cuantitativos buscamos abordar lo social para transformar eso que vemos en acciones”, explicó en diálogo con LA GACETA.

Según el autor, que brinda más de 100 conferencias anuales, las dos fuerzas que moldean a la sociedad contemporánea son el consumo y la tecnología, dos ejes que estudia desde hace más de 30 años.

-¿Cómo llegó el libro, la tesis en definitiva, de lo que es la “Humanidad Ampliada”?

-Mi foco es entender lo humano, algo a lo que me dedico desde hace muchísimos años, estudiando el consumo. Hubo un gran punto de inflexión que fue la pandemia. Ahí se pusieron en juego todos nuestros conocimientos.

Durante la pandemia fui muy contrafáctico y escribí que “después de la cuarentena llegaría la revancha de la vida”. Me refería a una construcción conceptual que partía de una idea básica: que la vida que teníamos nos interesaba demasiado. Si uno recorría los 200.000 años de historia del ser humano, era la mejor vida que habíamos logrado, con esto no quiero decir que era perfecta. Ahí hablaba de que las personas iban a querer volver al cine, al teatro, al shopping, a los recitales, de vacaciones, a viajar en avión o a una cancha de fútbol. Recordemos que en ese momento estaban todos medio fóbicos pensando que esas cosas no iban a suceder nunca más.

Muchos empresarios me consultaban: ¿cuándo pasará este shock? A dos meses de transcurrida la cuarentena publicamos un informe. Dos días después publicamos un informe (que se puede ver en www.almatrends.net/ ) titulado “Tendencias y tensiones en el nuevo hábitat viral”. Creo que ahí nació esto de la humanidad ampliada porque nuestra hipótesis de base era que el consumo iba a salir potenciado por eso hablaba antes de “la revancha de la vida”. Eso no iba a desaparecer. No íbamos a volver a una vida rural como en el Siglo XVIII. Cava vez que hubo una pandemia generó cambios, transformaciones, pero la vida después siguió.

-¿Y cómo siguió todo?

-La pandemia aceleró la transformación digital, algo que ya estaba sucediendo. La mezcla de nuestra cotidianidad con la tecnología que sostengo en Humanidad Ampliada en donde la condición humana se amplía, se potencia, se expande a través de estos dos vectores: la tecnología y el consumo que le proveen otras opciones y moldean a la sociedad contemporánea.

El libro pretende convocar a la reflexión sobre la Real Life, sobre la vida real. Vivimos en una sociedad de consumidores y la gente tiende a comprar cada vez más todo lo que pueda. La mitad de la población mundial es de clase media y la pregunta que tendríamos que hacernos es: ¿la otra mitad va a dejar de consumir? No, van a buscar cómo hacerlo. La política es clave ahora, especialmente con el tema ambiental porque no le pueden decir a las personas: consuman menos, pero sí pueden establecerse políticas acorde a esto, en todo el mundo.

-La inteligencia artificial está revolucionando al mundo en los últimos meses, ¿cuál es tu análisis al respecto?

-Cuando se publicó no se había lanzado el ChatGPT pero le he puesto mucho el foco a esto, especialmente sobre todo al dilema entre inteligencia artificial e inteligencia humana, si es válido llamarla inteligencia.

Empiezan a aparecer dilemas de carácter ético y de carácter moral al respecto. Yo creo que la tecnología es una herramienta, siempre lo fue. Son herramientas diseñadas, imaginadas y concretadas por los seres humanos para ponerlas a jugar a su favor aunque a veces pueden jugar en contra. El problema hoy es que estas herramientas son tan poderosas, tienen tanta capacidad de cómputo, velocidad, pueden aprender de sí mismas o de otras máquinas entonces el riesgo está latente de que puedan perder el control.

Mi planteo filosófico es que, para calcular, hace falta sensibilidad, intuición y hasta el alma. No es solamente una cuestión de números. Suponer que la inteligencia artificial es lo definitivo es errado, suponer que puede reemplazar al humano, es suponer mal. Si eso ocurriese dentro de muchos años, habríamos tomado muy malas decisiones antes. A más tecnología es necesario mayor humanismo.

La humanidad ampliada requiere una mentalidad ampliada, es la capacidad de procesar un mundo que pasó de ser complejo a hipercomplejo, que tiene cada vez más herramientas que son más y genera una evolución más veloz. Los laboratorios de Silicon Valley no están pensando en frenar nada, solo en avanzar. El ChatGPT y las demás inteligencias artificiales generativas que emergieron en estos últimos meses lo están demostrando.

-¿Cómo es este trabajo de analizar a la sociedad a través de dos variables como el consumo y la tecnología?

-Pensar un poquito hacia dónde vamos como sociedad es mi gran mundo de análisis. El consumo, en la sociedad contemporánea, es un generador de identidad y por lo tanto tiene una relevancia para las personas mucho mayor de lo que se cree. El consumo una fuente de bienestar que hoy es probablemente una de las mayores búsquedas de la sociedad actual, especialmente después de la pandemia en donde se piensa que “el bienestar no tiene precio”, por eso explicamos el boom del turismo, de los recitales, es la gente tratando de sanar y reconstruirse.

La tecnología hoy es omnipresente -y va a ser lo mucho más- tiene un gran impacto en la vida cotidiana que será fenomenal. Son dos mundos muy amplios: el consumo que abarca muchas disciplinas, identidades simbólicas, con las marcas, el retail, la comunicación. Y la tecnología está en una carrera de innovación yendo hacia lugares insospechados, donde la ciencia ficción parece ciencia fáctica y real.

La tercera dimensión que miro -como creando un triángulo- es la política. Porque la política es un gran vector que moldea nuestra cotidianidad. Incluyo ahí a la geopolítica. Putin dijo en 2017 que quien domine la inteligencia artificial iba a dominar el mundo. Hoy vemos tensiones entre Estados Unidos y China por la red 5G, Huawei o los globos espías. Al final es una enorme batalla por dominar al ser humano del Siglo 21 que tiende a ser cada vez más digital.

La globalización hoy es más real, hay un bloque de Oriente que se empieza a separar cada vez más del bloque occidental.

-En Argentina no somos líderes en tecnología y tenemos el consumo comprometido debido a la inflación, ¿cómo analizamos la situación del país?

Creo que es un libro que no habla de Argentina pero la contiene. Creo que busque proponer mirar esta agenda Porque la verdad es que Argentina no tiene agenda; es muy pobre, está degradada, con una economía muy lastimada y en una sociedad hastiada.

Los argentinos en el 2022 decidieron irse de la realidad: algunos se fueron del país pero la gran mayoría evadió la realidad como pudo: yendo a recitales, comienzo asados con amigos.

Argentina no los está convocando; lamentablemente, no los está entusiasmando, no hay entusiasmo, ¿eh? Nosotros estudiamos esto prácticamente todos los meses medimos el humor social de los argentinos y vemos una sociedad muy desganada de brazos caídos y que cuesta muchísimo estimularla con algo; el único elemento del contexto general que el año pasado provocó ilusión fue la selección de fútbol. Esto quedó demostrado primero con los álbumes de figuritas que se agotaron, con las pelotas que no había después con las camisetas que ni había ni hay.

En 2023 tendremos un efecto Cenicienta que romperá la ilusión que generó la Selección Argentina con la Copa del Mundo. Ya nos encontramos con la realidad de la inflación del 100% y vamos a tener que ir a votar pensando en el futuro. Nuestro país necesita imperiosamente volver a pensar el futuro, a conectarse con la agenda del futuro y construir un imaginario nuevo que nos saque de estar discutiendo cuestiones que no hacen vibrar a la sociedad. Hoy tenemos un país sin proyectos y eso genera que la gente esté como en stand by, se encierra en lo privado y se corre de lo público.

En la sociedad argentina hoy hay apatía, hastío, desgano, desesperanza y decepción. Todas sensaciones muy presentes y muy malas. Este es un año de decisiones para los argentinos y es el país, la sociedad en su conjunto, la que tiene que decidir hacia dónde ir.

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