El recuerdo de un pionero del transporte

El recuerdo de un pionero del transporte

El pasado 1 de marzo se conmemoró en nuestro país el Día Nacional del Transporte. La fecha recuerda la del fallecimiento de Jorge Newbery, un pionero y revolucionario en cuanto a la aviación, pero dedicado durante toda su vida a la obsesión de mejorar los sistemas de comunicación. Fue en 1914 cuando perdió la vida en Mendoza, al intentar cruzar la Cordillera de Los Andes.

La fecha intenta revalorizar al aviador, pero también su tesón por innovar e impulsar el transporte. Ante esto, la fecha invita a reflexionar sobre el vigente y eterno problema del transporte público de pasajeros en Tucumán.

Si bien el año cerró relativamente tranquilo en cuanto a materia de paros en la prestación del servicio, 2022 también se despidió con incremento en el boleto y la advertencia de los empresarios del sector sobre la crisis que atraviesan.

La Asociación de Empresarios del Transporte Automotor (Aetat) no cesa en su planteo de la situación de quiebre de la actividad. Por otra parte, la Unión Tranviarios Automotor manifiesta de manera casi continua la precaria situación de los choferes y la preocupación por la caída en el nivel de empleo y en el corte de boletos. Y, paralelamente, los usuarios están hartos de contar con un servicio deficiente, con poca frecuencia y unidades sucias o en mal estado.

La problemática del servicio público de pasajeros no es nueva. Ya en 2020 se marcó un mojón respecto de que las cosas no daban para más cuando hubo más de dos meses sin atención a los usuarios, que no pararon de quejarse y de manifestar su malestar por la continua carencia de un servicio fundamental.

Desde el Poder Ejecutivo, desde la Legislatura y hasta desde el Concejo Deliberante se viene avisando que se tomará alguna medida de fondo. Algunos de los integrantes de esos poderes sostienen que algunos empresarios “se pasan de vivos” y que si el servicio continúa interrumpiéndose de manera continua, intervendrán. Lo real es que no sucede ni lo uno ni lo otro: los empresarios piden ayuda o reformulación, los funcionarios que intervendrán y la realidad es que todo sigue de la misma manera.

Los números de corte de boletos, más allá de los irreales de los años de la pandemia, muestran que cada vez menos personas utilizan los colectivos, pero sigue siendo algo esencial para cualquier sociedad. Sin embarrgo, ya quedó claro que la solución no es subir el valor del viaje. Por ello no se entiende que finalmente las partes no se sienten a pensar en serio en cómo mejorar, optimizar, modernizar y garantizar el servicio.

En un momento, el titular del Concejo Deliberante, Fernando Juri, arremetió fuerte con el tema y dialogó con integrantes de los otros poderes para cerrar un sistema mixto, con participación estatal relevante, al estilo de lo que sucede en Salta. Pero el esfuerzo del ex vicegobernador quedó en la nada. Los paros persisten y la prestación del servicio está cada vez más resentida. Abundan los barrios a los que no llegan las unidades y la periodicidad con la que circulan las unidades es cada vez más baja.

Está claro que no hay soluciones máginas ni sencillas, porque el Gobierno indefectiblemente deberá fijar puntos de acuerdo con los empersarios. El Estado no está en condiciones de armar un servicio de cero, con lo que esa inversión significa en adquisición de unidades y de organización para mover esa maquinar.

Lo cierto es que hasta aquí parecen prevalecer los intereses políticos por encima del debate profundo para instarurar un sistema que borre del mapa la continua incertidumbre de si se podrá salir a trabajar, o lo que fuera, sin tener que quedarse con la duda de si se podrá emprender el regreso a casa.

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