La revolución del Lado Oscuro de la Luna

La revolución del Lado Oscuro de la Luna

El disco de Pink Floyd, publicado en 1973, presentó en sociedad la experimentación artística. Un disco conceptual que, con su composición y lenguaje, revolucionó el rock. En Tucumán “fue una bomba”, dicen artistas locales

La revolución del Lado Oscuro de la Luna

Cada región agregó sus propias bandas, algunas más, otras menos, pero se coincide que en 1973 se han publicado grandes discos de grupos internacionales que ya han pasado a registrarse en la historia; sea como creadores de nuevas tendencias, sea por la venta de millones de placas. O por la influencia que produjeron.

Hace 50 años el rock se imponía en distintas versiones, con distintos nombres: el clásico, el sinfónico, el progresivo y el comercial, por supuesto. Aunque ya comenzaba a advertirse el funk, por ejemplo. O acaso, ¿de qué se trataba la música que presentaba James Brown? Y en Argentina veamos: ¿no había folk en las agrupaciones como Arco Iris, o jazz en Alma y Vida? Y era rock. Y para qué hablar de Sui Generis que publicó ese mismo año “Vida”.

Aunque no se respete el orden cronológico, no hay dudas que encabeza la lista “El lado oscuro de la luna”, de Pink Floyd, que se publicó en marzo, en un día como hoy, precisamente. “Money”, “Nosotros y ellos”, “Eclipse”, “Háblame”, “Time” y “El gran baile en el cielo” son temas que en la actualidad se escuchan en las radios, como si se hubieran publicado ayer, y en diferentes idiomas.

El trabajo del grupo inglés, hay que advertirlo, no inventó nada. Los sintetizadores y el sonido cuadrafónico existían desde mediados de los 50 (el theremin, antecedente de lo electrónico se conoció a través de un músico ruso que se lo presentó a Lenin, en 1920).

Los artistas hicieron, en rigor, lo que hacen: visitan y resemantizan lo que está, nada más ni nada menos: experimentaron sobre lo existente, lo transforman; trabajan sobre capas, incorporan los sonidos cotidianos a la música, así como el mismo silencio.

El ingeniero de sonido Alan Parsons hizo sonar 50 relojes a la vez para poder grabarlos; la caja registradora, los latidos del corazón...

Más allá de algunas composiciones, es el propio lenguaje musical el que aparece revolucionado, con experimentaciones poco o nada utilizadas en esos años. El uso de sintetizadores analógicos y de efectos musicales, de elementos técnicos como ‘delays’ y ‘loops’ forman parte de la presentación de un disco concebido conceptualmente como una totalidad.

Letras

Hay letras críticas que retratan una sociedad consumista como “Money”. Allí el grupo se posiciona, tal vez sin mayor profundidad, aunque atrapa desde un primer momento.

“Dinero, es un crimen, ...es lo que está mal, repártelo, pero no mi parte...”

O la de “Nosotros y ellos”, intimista y cargada de múltiples asociaciones en la que está presente la experiencia de una generación de la postguerra. Los arreglos musicales sustentan con creces los largos minutos de la canción.

No hay lado oscuro de la luna porque en realidad todo está oscuro”, dice la letra de “Eclipse”.

El prisma

Incluyendo el mismo diseño de la tapa, no son pocos los músicos que lo consideran como “un viaje”.

“El prisma hacía referencia a los efectos de la luz en los conciertos de Pink Floyd” contó el diseñador Storm Thorgerson. Pero agregó otras ideas como la ambición del triángulo, la pirámide; el cosmos y la locura. “El espectro luminoso de la cubierta se prolonga en el dorso del estuche y en el interior del vinilo, para mostrar que todos los fragmentos mostrados en el disco están encadenados”, precisó hace algunas décadas.

De cualquier modo, el diseño fue polémico pasado los años, por lo que, los actuales miembros de Pink Floyd, principalmente, David Gilmour y Nick Mason lo han modificado (en conflicto con Roger Waters), por supuesto, distanciados y enfrentados con posiciones políticas.

Millones de placas

Los elogios de la crítica coincidieron con los del público: unas 50 millones de placas se vendieron; es uno de los cinco más vendidos en la historia.

Además, significó la ubicación de Roger Waters como el letrista de la banda.

Las recientes declaraciones de Polly Amson y el respaldo de su marido David Gilmour contra Waters son una clara señal de que no hay reconciliación posible entre los músicos, envueltos en disputas judiciales desde hace años.

El disco fue grabado en 30 días en los estudios de Abbey Road: incorporó el sonido cuadrafónico (fue el primero) lo que marcó un antes y un después, también en la ingeniería de sonido, a cargo de Alan Parsons.

El aniversario viene preparándose desde hace tiempo: Roger Waters hizo una versión personal del disco y preparó una serie de conciertos en numerosos países durante el año (uno de ellos, al menos, fue cancelado en Alemania, al considerarlo como antisemita, cuando él siempre criticó el estado sionista, no la religión ni la cultura).

Desde la banda sí está confirmada la salida de un libro que cubrirá la realización del disco, imágenes de las giras y archivos que develan cómo fue diseñado el arte de tapa.

Los conciertos en gran parte del mundo están encarados también por las bandas tributo (en Tucumán está agendada este mes).

La contracultura

El fenómeno de la experimentación artística no puede comprenderse sino a través de la contracultura que se originó en la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) poco antes de mediados de los 60. La lucha por la libre expresión transformó la música, las artes visuales, el teatro y los estudios críticos. Este movimiento se extendió a Europa en menos de un par de años, principalmente al Reino Unido y a Francia. En esa dirección, “El lado oscuro de la luna” fue, igualmente, un proceso, un art in progress, porque se presentó en 1972 en distintos recitales en vivo, y luego se fue modificando y corrigiendo hasta su grabación y publicación.

“El lado oscuro de la luna” fue una revolución musical por donde se la vea. Una lección para los artistas.

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