Nubarrones de una posible tormenta económica

Nubarrones de una posible tormenta económica

El año electoral ingresó cargado de pesimismo.

Sergio Massa y Alberto Fernández. Sergio Massa y Alberto Fernández. Foto tomada de infobae.com.ar

Durante enero se asomaron algunos nubarrones que presagian una tormenta económica de mediano plazo, si es que el Gobierno –que este año cumple su mandato- no toma medidas para corregir el rumbo. La sequía de dólares hipoteca el futuro, en medio de la pérdida de reservas por parte del Banco Central, con perspectivas de la cosecha agropecuaria que no mejoran, una inflación galopante y con cuentas públicas que, durante enero, han puesto en riesgo la meta fiscal trazada por el Gobierno de Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Todo esto no sólo se tradujo en la situación macroeconómica, cuya actividad se ha desacelerado, lo que implica menos recaudación de impuestos. La sociedad también tiene miedo de lo que puede pasar hacia el futuro, según lo marca el Índice de Confianza del Consumidor del Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.

Ese indicador ha revelado el deterioro de la situación personal y, por ende, del humor de los argentinos sobre el rumbo económico del corto plazo, a un año vista. El deterioro del poder adquisitivo de la sociedad es evidente ante una inflación interanual que roza los tres dígitos, mientras el salario no corre por el mismo andarivel ni a la misma velocidad. Febrero puede repetir el mismo resultado que enero, con un Índice de Precios al Consumidor (IPC) cercano al 6% y no sólo por el efecto estacional del gasto en vacaciones, sino también por la recuperación de precios en combustibles y los reajustes en alimentos, más allá del programa Precios Justos. El plan oficial de siete cortes de carne a precios populares no llega a federalizarse, debido al bajo stock de productos que no llegan a las carnicerías de barrio.

El Banco Central sigue teniendo serios inconvenientes en captar dólares. Los efectos del cepo cambiario tienen elevados costos. Tomando como referencia las últimas 25 jornadas, las ventas diarias de la autoridad monetaria promedian U$S 52 millones. Recién el último miércoles se cortó una racha de 18 ruedas con drenaje de divisas, y considerando también la rueda del jueves compró en términos netos U$S 7 millones. Sin embargo, en la última rueda de la semana la autoridad monetaria volvió a cerrar en rojo, con ventas por U$S 28 millones. A esta triste performance además se le debe sumar la recompra de deuda en dólares, que desde su anuncio supera los U$S 700 millones, resume el analista de GMA Capital, Santiago Franco.

Tarde o temprano el Gobierno se verá en la necesidad de ofrecer otra vez un dólar preferencial para las ventas de soja. Teniendo en cuenta la nominalidad y la cotización de las dos últimas ediciones, si se implementara hoy el ‘dólar soja 3.0’, este implicaría un tipo de cambio aproximado de $ 275, calcula GMA. Para cumplir con la meta de reservas netas, hacia finales de marzo estas deberían llegar a U$S 7.855 millones (aunque se podría ajustar a la baja en USD 800 millones por falta de desembolsos). De esta forma, el Banco Central tiene poco más de un mes para acumular casi U$S 3.000 millones. Lo cierto es que el cumplimiento de las metas de reservas estará determinado no solo por el curso de la política cambiaria sino también por los efectos de la sequía. 

Sobre el filo del tiempo límite, el ministro de Economía, Sergio Massa, obtuvo en la India la promesa del organismo que dirige la economista Kristalina Georgieva de que el lunes se revisará esa meta para que la Argentina no ingrese en otro incumplimiento. Lo que no podrá esquivar el Gobierno será la merma del aporte del campo, por efecto de la sequía y de una helada temprana que, según la gravedad en los cultivos, puede variar de entre U$S 10.000 y U$S 18.000 millones menos que la temporada pasada.

La tormenta perfecta se complementa con una caída de los ingresos fiscales, sumado a una desaceleración de la actividad económica, en un año de elecciones que dispara el gasto público, en un gobierno que el 10 de diciembre debe dejar la Casa Rosada.

El arranque del año generó un desequilibrio equivalente a la mitad del “déficit permitido” que tiene el gobierno en el primer trimestre según la meta del FMI. La meta establecida con el FMI plantea un límite de $ 441.500 millones de exceso de gasto primario por sobre los ingresos del fisco. Y con el resultado del primer mes se consumió el 46% de dicha cifra. Además, el nuevo aumento tarifario, estipulado en la segmentación y que debía llevarse a cabo en febrero, ya fue corrido para marzo. Todo esto, sumado al factor político de un año electoral, genera grandes dudas de la capacidad del gobierno para poder cumplir con la meta del 1,9% del PBI de déficit para todo el año, advierte Invecq Consulting.

Con todo esto, al Gobierno se le plantea un dilema con alto costo político: ¿hará un ajuste en un año de elecciones o sostendrá el ritmo de la emisión monetaria para solventar el mayor gasto? Lo primero es prácticamente inviable, porque no habrá provincia que pegue el grito en el cielo si es que le envían menos dinero de lo prometido. De lo segundo, ya sabemos las consecuencias, otro año de inflación elevada con un piso del 60% (según la proyección oficial en el Presupuesto) y con un techo que puede llegar al 100% anual, casi el mismo escenario de 2022.

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