La pasarela que tiembla

Exactamente 71 días transcurrieron entre el 14 de diciembre del año pasado y el 23 de febrero de 2023. Aquel miércoles exhibió a Germán Alfaro por un lado y a Roberto Sánchez por el otro, con una reunión que terminó al borde del bochorno. Este último jueves mostró exactamente la misma imagen: el líder del Partido por la Justicia Social por su cuenta y el presidente de la Unión Cívica Radical, por la suya. Claro, sí hay una diferencia sustancial entre el primer episodio y el último: desde aquella mañana de 2022 todavía quedaban 151 días para los comicios y ahora restan 78 hasta el 14 de mayo. Es decir, el tiempo se agota y Juntos por el Cambio no logra salir aún de su continua crisis. Al contrario, cada día que pasa, la profundiza.

Lo que sucedió en los últimos siete días sólo agudizó la desconfianza interna. El fin de semana pasado, el rumor que llegó desde el carnaval jujeño abrió nuevas heridas. Las versiones fueron variadas a partir del encuentro entre Gerardo Morales, Horacio Rodríguez Larreta y José Cano en Purmamarca, pero casi todas coincidieron en un punto. Lo central es que hasta el 6 de marzo, fecha en que vence la presentación de alianzas, la coalición en Tucumán debe tener un panorama ya más definido.

Desde luego, en el medio se cuelan otras cuestiones previas. Por ejemplo, cómo deben repartirse los roles dentro de la alianza. Porque allí se encuentra el atolladero del que no sabe ni puede salir JxC en esta provincia. Sin Primarias para resolver las postulaciones y con los plazos encima (el 12 de abril se deben presentar candidatos), Alfaro y Sánchez han avanzado tanto por su cuenta que difícilmente se atrevan a dar dos o tres pasos hacia atrás. El jueves el intendente lanzó su candidatura a gobernador; a sus espaldas, el diputado inscribió el frente electoral y no lo incluyó.

Más allá de que se trate de una picardía cuasi inofensiva del radicalismo, sí implica un destrato fenomenal hacia sus socios. Porque aquel 14 de diciembre, a las apuradas, el alfarismo intentó junto al PRO que se firmara la constitución de la alianza electoral. El radicalismo, con Silvia Elías de Pérez como enviada de Sánchez, se opuso y dijo que nadie los llevaría de las narices. Pero este jueves ocurrió lo opuesto: la UCR se apuró por apropiarse de la denominación Juntos por el Cambio y desairó al líder del PJS y al macrismo. Ahora, el pronóstico no es alentador y el espacio quedó al borde de impugnaciones y de una eventual judicialización por la utilización del nombre.

La pregunta es hasta qué instancia están dispuestos a desafiarse mutuamente los principales socios de la alianza. Hay quienes sostienen que no hay ninguna posibilidad de que se rompa el espacio en Tucumán; sin embargo, cada vez son más las voces que advierten sobre un inminente desmadre. Y por la velocidad a la que escala el conflicto, la chance de un quiebre irreversible es cada vez más alta. Esta semana se dijo que hubo un llamado de Eduardo Macchiavelli, secretario general del PRO a nivel nacional, al propio Alfaro para interceder en medio de la disputa con el radical. Se ventiló que ante el supuesto pedido del macrista, el intendente habría respondido que el binomio fuera encabezado por Sánchez y que él no sería parte de esa fórmula. En paralelo, se desperdigó otra alternativa: que en el caso de que el jefe municipal decidiera ser candidato a gobernador, debería ceder la Municipalidad al radicalismo. Como corolario, los dirigentes cercanos al intendente instalaron la idea de que la mismísima conducción radical estaba bajando a Sánchez a cambio de centrarse en San Miguel de Tucumán. Desde la UCR local, en tanto, replicaron que no hay ninguna posibilidad de que el ex corredor decline su postulación y que tampoco hay chances de que Alfaro se baje de una eventual fórmula de Juntos por el Cambio.

Es decir, si Juntos por el Cambio se mantiene en pie en Tucumán y la mesa nacional del espacio ejerce presión, será sólo para que Alfaro y Sánchez compartan una misma boleta. El asunto es que no hay ningún elemento que permita ser optimista respecto de un entendimiento entre ambos. Al contrario, el intendente apuró el acuerdo paralelo con el bellavistense Sebastián Salazar y el diputado aceleró caminatas con José Cano y con Domingo Amaya, dos de los nombres que suenan para disputar la Intendencia de San Miguel de Tucumán. En rigor, es casi un hecho que el jefe municipal de Bella Vista integrará el espacio de Alfaro y que hay cierta distancia con sus pares de la UCR. Hay dos indicios al respecto. El primero es que Salazar no estaba de acuerdo con la inscripción del frente y así lo hizo saber a sus correligionarios. El segundo es que si bien el intendente de Bella Vista no vino al acto de Alfaro, sí se vio a su padre Alberto Salazar en el parque 9 de Julio a la misma hora del lanzamiento.

Mientras tanto, la desorientación de la principal alianza opositora abre nuevas expectativas entre las otras expresiones enfrentadas al oficialismo gobernante. En rigor, si se compara con los comicios de 2019 en los que JxC obtuvo poco más de 200.000 votos con Elías de Pérez a la cabeza, en manos de las diferentes expresiones de la oposición quedaron casi 160.000 sufragios: Ricardo Bussi había recogido 136.000 votos, la izquierda unos 11.000 y Federico Masso, como acople legislativo, cerca de 12.000.

La pregunta es cuál será la reacción de los tucumanos que no quieren votar al Frente de Todos y que se topan con una coalición opositora que no transmite ni solidez ni confianza. ¿Mudarán sus preferencias? Entusiasmados con esa posibilidad, Ricardo Bussi afianza su alianza con Javier Milei y en la noche del jueves cenaron en Buenos Aires para analizar los números y avanzar en la visita del libertario a la provincia, que significaría el broche a la campaña electoral. Masso, en tanto, confía en que con su postulación a gobernador y a legislador por Libres del Sur, más su trabajo territorial, subirá sustancialmente en las urnas. Y la izquierda aún busca tomar fuerza y aunar criterios básicos pero considera que a partir del descontento entre los trabajadores por la inflación desbocada y la crisis de la dirigencia tradicional puede haber una posibilidad de crecimiento en Tucumán.

Por supuesto, frente a semejante escenario de la oposición en la Casa de Gobierno se dan el lujo de entretenerse con el armado y desarmado de los acoples legislativos. De hecho, el regreso de Juan Manzur generó cimbronazos entre los dirigentes y cierta incomodidad con Osvaldo Jaldo. Ocurre que muchos comisionados rurales estaban siendo tironeados por el manzurismo para volcar su apoyo a los candidatos de las listas oficiales y por el jaldismo a las nóminas que irán acopladas. La tensión creció al punto que los compañeros de fórmula –ahora invertida- debieron dialogar y acordar el papel de los delegados comunales en esta campaña. Es que el temor a reeditar la interna oficialista de 2021 está latente y los únicos perjudicados, en definitiva, serían ellos dos.

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